/ lunes 10 de diciembre de 2018

Celebran el Día Internacional del Payaso en Toluca

Tras la ruptura familiar, Lagrimita encontró una nueva forma de vida al convertirse en payasita


Toluca, México.- El maquillaje y vestimenta multicolor se convirtieron en sus mejores aliados para vencer su soledad y la depresión luego de que se separó del que entonces era su esposo hace cinco años. Hoy día, Marcela Martínez Patoni, “Lagrimita”, afirma que ese rompimiento familiar le ayudó a decidirse a hacer lo que desde pequeña había soñado: dedicarse a la animación de fiestas familiares a través de su personaje como payasita.

Foto: Elizabeth Ríos


De acuerdo con Marcela, quien dijo ser originaria de Villa Cuauhtémoc, Otzolotepec, la decisión de convertirse en payasita fue algo inaceptable para sus padres al principio de su travesía, sin embargo poco a poco la aceptación llegó.

“A mí me gustaba el mundo de los payasos desde niña, pero como yo vengo de una familia de sacerdotes a mis papás no les agradaba tanto el que yo fuera payaso, fue hasta hace cinco años que me decidí a serlo luego de que me separé de mi esposo y en principio de cuentas no les pareció la idea, poco a poco con el tiempo fueron aceptando que esta era mi vocación”, explicó la payasita en el marco del Día Internacional del Payaso.

Foto: Luis Camacho


Lagrimita asegura que su vida como payasita no es como el de cualquiera de sus compañeros, pues además de que disfruta llevar la diversión a las celebraciones familiares, su objetivo primordial es acercar un poco de alegría a niños que se encuentran privados de su libertad, en centros de atención por alguna discapacidad, pero principalmente a aquéllos que sufren alguna enfermedad y a causa de ellos se encuentran en hospitales, tales como el cáncer.


Duro golpe la falta de apoyo familiar

Marcela asegura que lo más difícil en los últimos cinco años fue sobreponerse a la falta de apoyo familiar, pues incluso gente cercana a ella la humilló e insultó de tal manera que le hizo dudar de si había tomado una buena decisión al convertirse en payasita.

Lo más difícil para mí ha sido acoplarme a que mi familia me dio la espalda, fue algo muy doloroso porque hubo una persona que me decía que era una payasa callejera, malnacida, y yo me propuse el no ser eso, el demostrarle a mi familia que podía ser la mejor payasa

Para Marcela, la primera vez que se vio caracterizada de payasita fue muy significativa porque le devolvió la esperanza de salir adelante y volver a sonreír. Esto, dijo, tomó fuerza en su ser cuando los payasitos de “Ciudad Marciana” y del municipio de San Mateo Atenco, le abrieron las puertas a su gremio.


La sonrisa de los niños es la mejor gratificación

Lagrimita aseguró que la sonrisa y agradecimiento de los niños es la mejor gratificación que los payasos pueden recibir por su trabajo en los diferentes escenarios en los que se desarrolla este gremio.

Foto: Luis Camacho


“Lo que más me llena son las sonrisas de los niños, el que se acerquen y te regalen sus helados, dulces y hasta te digan que te quieren, creo que es la mejor paga que nosotros los payasos podemos recibir”.

Lagrimita fue uno de los múltiples personajes que celebraron el Día Internacional del Payaso en Toluca, por medio de una misa religiosa, un recorrido en el primer cuadro de la ciudad, un 'payafutbol' en la colonia Carlos Hank González y una comida con sus familiares.


Toluca, México.- El maquillaje y vestimenta multicolor se convirtieron en sus mejores aliados para vencer su soledad y la depresión luego de que se separó del que entonces era su esposo hace cinco años. Hoy día, Marcela Martínez Patoni, “Lagrimita”, afirma que ese rompimiento familiar le ayudó a decidirse a hacer lo que desde pequeña había soñado: dedicarse a la animación de fiestas familiares a través de su personaje como payasita.

Foto: Elizabeth Ríos


De acuerdo con Marcela, quien dijo ser originaria de Villa Cuauhtémoc, Otzolotepec, la decisión de convertirse en payasita fue algo inaceptable para sus padres al principio de su travesía, sin embargo poco a poco la aceptación llegó.

“A mí me gustaba el mundo de los payasos desde niña, pero como yo vengo de una familia de sacerdotes a mis papás no les agradaba tanto el que yo fuera payaso, fue hasta hace cinco años que me decidí a serlo luego de que me separé de mi esposo y en principio de cuentas no les pareció la idea, poco a poco con el tiempo fueron aceptando que esta era mi vocación”, explicó la payasita en el marco del Día Internacional del Payaso.

Foto: Luis Camacho


Lagrimita asegura que su vida como payasita no es como el de cualquiera de sus compañeros, pues además de que disfruta llevar la diversión a las celebraciones familiares, su objetivo primordial es acercar un poco de alegría a niños que se encuentran privados de su libertad, en centros de atención por alguna discapacidad, pero principalmente a aquéllos que sufren alguna enfermedad y a causa de ellos se encuentran en hospitales, tales como el cáncer.


Duro golpe la falta de apoyo familiar

Marcela asegura que lo más difícil en los últimos cinco años fue sobreponerse a la falta de apoyo familiar, pues incluso gente cercana a ella la humilló e insultó de tal manera que le hizo dudar de si había tomado una buena decisión al convertirse en payasita.

Lo más difícil para mí ha sido acoplarme a que mi familia me dio la espalda, fue algo muy doloroso porque hubo una persona que me decía que era una payasa callejera, malnacida, y yo me propuse el no ser eso, el demostrarle a mi familia que podía ser la mejor payasa

Para Marcela, la primera vez que se vio caracterizada de payasita fue muy significativa porque le devolvió la esperanza de salir adelante y volver a sonreír. Esto, dijo, tomó fuerza en su ser cuando los payasitos de “Ciudad Marciana” y del municipio de San Mateo Atenco, le abrieron las puertas a su gremio.


La sonrisa de los niños es la mejor gratificación

Lagrimita aseguró que la sonrisa y agradecimiento de los niños es la mejor gratificación que los payasos pueden recibir por su trabajo en los diferentes escenarios en los que se desarrolla este gremio.

Foto: Luis Camacho


“Lo que más me llena son las sonrisas de los niños, el que se acerquen y te regalen sus helados, dulces y hasta te digan que te quieren, creo que es la mejor paga que nosotros los payasos podemos recibir”.

Lagrimita fue uno de los múltiples personajes que celebraron el Día Internacional del Payaso en Toluca, por medio de una misa religiosa, un recorrido en el primer cuadro de la ciudad, un 'payafutbol' en la colonia Carlos Hank González y una comida con sus familiares.

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