"La hierba sirve para muchos remedios", dice María González, mientras teje los tallos de los manojos del pericón que compró en el tianguis para formar una cruz con las flores amarillas. Es un amuleto y una tradición tejerlas cada año.
En San Miguel Almaya son las vísperas de la fiesta a San Miguel Arcángel y los músicos ya están tocando en el atrio. En el pueblo se comienzan a distinguir pequeñas cruces amarillas que cuelgan en las puertas de las casas. Los manojos los ofrecen a 10 y a 20 pesos en la plaza. Y este martes se agotaron pronto.
Pero las hermanas González más tarde pondrán sus cruces. Antes de que caiga la tarde descuelgan los trozos secos de la cruz del año pasado y ponen la nueva, con flores amarillas que rocían un perfume silvestre al desmenuzarlas. Ese aroma, aseguran las hermanas González, es lo que aleja al diablo los días 29 de septiembre.
"Sirve contra el diablo, contra el mal", enlista la tía María sentada sobre una silla y mientras come una tortilla que sacó del comal donde las va echando su hermana Bernardina.
Una tradición
En otras épocas del año, la flor de pericón tiene otros usos en San Miguel. La ocupan para el dolor de estómago y como té se le puede dar a las mujeres que recientemente han dado a luz.
"Se puede hervir con los elotes, y quedan deliciosos", saborea María mientras en lista su receta.
A San Miguel Almaya se llega bailando, eso se hace los días 10 de octubre con la danza de las Comadres y los Tlachiqueros. Pero también se llega preguntando por las señoras que hacen y venden las cruces del pericón cada 29 de septiembre en el día de San Miguel. Es el día en que se cree que el diablo anda suelto y se deben colocar las cruces en las puertas de las casas para evitar que el mal entre.
Al menos es lo que cuentan las hermanas González. "Se dice que este día el diablo anda suelto y las crucecitas sirven para que no te agarre el mal".
María, la hermana mayor, llegó de la Ciudad de México a pasar la fiesta de San Miguel. Ya tenía antojo de regresar a su pueblo, dice. "Venimos de visita pero aquí nací y aquí crecí", añade.
En la casa de la "Güera", como le dicen a Bernardina por el color de su piel y su cabello, está de visita un San Miguel peregrino, una imagen religiosa que por tradición son paseadas en los días de fiesta. Este 29 de septiembre habrá rosarios y deberán llevarlo de paseo hasta otro domicilio.
Bernardina es una profunda devota de San Miguel Arcángel, y la imagen tiene un lugar especial en su corazón, porque le atribuye milagros de los días más duros en su familia.
Por eso, su local de tortillas es también un altar de santos con otras figuras de San Miguel, San Martín, San Cháberl y el Niño Doctor.
"Le debo muchos milagros", cuenta Bernardina mostrando unas fotos de San Miguel que quiere enmarcar y ponerla junto a las fotos donde ella aparece en sus años de joven.