Un atleta mexiquense, combina dos pasiones: apagar incendios y competir en carreras, pues desde niño sabía que iba a ser bombero pues al vivir cerca de la estación, las sirenas, torretas y chamarras amarillas llamaban su atención, pero sobre todo en ayudar a personas heridas.
Originario del municipio de Tenancingo de Degollado Sergio Ávila Mociño de 37 años de ingresó a Protección Civil de la demarcación desde 1995, donde vivió su primer experiencia en una volcadura de tráiler en la comunidad de San Gaspar en Zumpahuacán, posteriormente en un incendio en una carpintería.
Su ímpetu al cumplir 14 años lo acercó a ser voluntario por cinco años consecutivos, para después ingresar como elemento operativo en febrero del 2001, laborando también en Protección Civil en Malinalco y Villa Guerrero, además de formar la unidad en Zumpahuacán en el 2011, la cual dependía de seguridad pública posteriormente como dirección independiente.
Vulcano que a sus 23 años de experiencia recuerda dos sucesos inmemorables, uno de ellos, un incendio en una ferretería y el segundo la deflagración de una pipa que transportaba gasolina que debido a que estuvo a punto de perder la vida y que derivado de estos siniestros la estación de bomberos fue creada en su municipio con una minibomba donada por el entonces gobernador Arturo Montiel.
“Me siento orgulloso de pertenecer a mi unidad municipal, la cual me ha dado mi formación académica, laboral, he hecho amigos y trabajando en equipo hemos ayudado a mucha gentes, así como mis jefes superiores a quienes agradezco la oportunidad”. expresó Ávila Mociño.
Su vocación como bombero atleta fue como un reto personal, por locura, pero sobre todo por resaltar a su institución que lo ha llevado a participar en 150 carreras en diferentes municipios del Estado de México, así como en Puebla, Michoacán, Guerrero.
Ávila Mociño recuerda su primera carrera de 5 kilómetros con su indumentaria de Bombero en Tenango del Valle en el 2009, pues sus entrenamientos como vulcanos, es con su equipo en la estación de bomberos, lo que representa al portar la chamarra un peso de 7 kilogramos en seco que después de unos minutos cuando el cuerpo empieza a sudar el equipo se moja y aumenta entre 1 y 2 kilos más, aunado al equipo de respiración autónoma de 12 kilogramos, así como el casco cerca de 600 gramos.
“Muchas personas se sorprendían al ver que iba a participan con mi equipo de bombero, me motivaban y fue una sensación inolvidable y satisfactoria e incluso en la premiación recibí un premio especial por participar de esa manera” detalló.
Su familia es su mayor motivación para continuar salvando vidas, pero sobre todo para seguir participando en las carreras realizadas en la entidad o bien en otros estados, donde se le han dado 150 medallas y reconocimientos, además de causar sorpresa entre los asistentes.
Entre los obstáculos a los que se enfrentan los tragahumos son la falta de equipamiento y los bajos sueldo,así como el mantenimiento de vehículos entre otras carencias en la que a veces los hace sentir desprotegidos.