Cansados, pensativos y con la fuerte convicción de cumplir la tradición en este año tan complicado. Ahí caminan dos abuelos, sobre la avenida Juárez, van a visitar a alguien que dejaron reposando en el camposanto del Pueblo Mágico.
Cargando flores, botes, cubetas y herramientas, previenen todo para que cuando llegue el cierre de panteones, no dejen descuidada la tumba de su ser querido.
Pues según relatan entre tumbas, el próximo 1 y 2 de noviembre, el alma del fiel difunto que descansa en el panteón de Guadalupe, regresará al mundo terrenal, para convivir por un día más con los seres que dejó en vida, y que, con ansia, los espera en el más allá.
Y aunque aún falte una semana para ese momento espiritual tan importante para los mexicanos, la pandemia provocada por el Covid-19 también ha afectado a esta tradición ancestral.
Pues para evitar aglomeraciones y así posibles contagios, los panteones mexiquenses permanecerán cerrados los próximos 30 y 31 de octubre y 1 y 2 de noviembre, así fue determinado por las autoridades gubernamentales del sector salud.
Dentro del panteón, el movimiento es mayor al de otros días. Más familias, limpian y adornan las tumbas de sus muertos. Cuánta vida hay en el panteón, y eso que no es 2 de noviembre.
Los panteoneros tienen todo listo para empezar a recibir, a cuenta gotas, a quienes deseen ir a visitar a sus fieles difuntos antes de tan importante día.
Barridos los pasillos principales y con agua en las piletas para abastecer los floreros de los ahí enterrados, estos observan desde la entrada como llegan y llegan flores y familias enteras, unos con ánimo, otros poco menos consolados, pero todos con la misma creencia.
El olor a cempasúchil es notorio en algunos pasillos, las flores ya están colocadas para que cuando lleguen las almas de los fieles difuntos puedan ver los adornos que sus familiares les han dejado en su lugar de reposo.
Las nubes, rosas, ave de paraíso, girasoles, astromelias, nardos, claveles, gerberas, todo tipo de flores están listas para ser colocadas un año más en el panteón, esperando que no se queden, pues esto representaría pérdidas económicas para quienes las cultivan.
Y es que el Covid-19 tampoco perdonó a la economía local de las familias de floricultores de la región, quienes han tenido un año complicado al vender un producto de segunda, o en algunos casos, tercera necesidad.
Así es como los vallesanos acuden a los camposantos días antes del cierre de panteones, previniéndose, no quieren exponerse a posibles contagios de Covid-19, y con cubrebocas, tampoco quieren dejar sin colorido las tumbas de sus seres queridos en fechas tan importantes.
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