Los medicamentos opioides derivan de la amapola real blanca y son las principales alternativas en el mercado farmacéutico para el tratamiento del dolor agudo en pacientes con cáncer, cirugías, lesiones traumáticas y en cuidados paliativos.
El dolor es una experiencia sensorial en alguna parte del cuerpo desencadenada por el sistema nervioso, representa un mecanismo efectivo para sobrevivir, ya que sirve de alerta ante el daño y ayuda a evitar peligros, señala el estudio titulado "Dolor, esperanza en la investigación" (2016), del National Institute of Neurological Disorders and Stroke, de Estados Unidos.
El trabajo de investigación refiere que cuando las células se lesionan liberan una sustancia química llamada prostaglandina, las terminaciones nerviosas reaccionan transmitiendo mensajes de dolor a través del sistema nervioso hasta el cerebro.
Al tomar el medicamento, éste impide que las células heridas o lesionadas sigan fabricando la sustancia y que las nerviosas no puedan transmitir el mensaje entre sí.
Los opioides destacan entre todo el arsenal para atacar el dolor, porque tienen una acción directa sobre el sistema nervioso central con un efecto anestésico y analgésico.
“La anestesiología es una de las ramas de la medicina que más rápido ha evolucionado con la producción de fármacos opioides y nuevos equipos para combatir el dolor, además que para la industria farmacéutica representa un gran negocio”, señaló Fabiola Jazmín Domínguez Ramírez, especialista en algología, cuidados paliativos e intervencionista.
Opioides
La industria farmacéutica ha creado diferentes presentaciones para los medicamentos opioides, las más conocidas son las tabletas y cápsulas; están también las soluciones inyectables, parches, incluso existe su administración mediante dispositivos electrónicos.
“La morfina es una de las más conocidas para combatir el dolor por ser una droga analgésica y un potente depresor del sistema nervioso, sus principales efectos son la disminución de la actividad cerebral que provocan un efecto relajante”, detalló Fabiola Domínguez.
Mientras que el fentanilo es hasta hasta 50 veces más poderoso que la heroína y 100 más que la morfina, se emplea por vía transdérmica (parches), en forma de spray (nasal), comprimidos y vía intravenosa, sus principales efectos son la somnolencia, dolores de cabeza, mareos, náuseas y fiebre en uno de cada 10 pacientes.
En el caso del sufentanilo es 10 veces más potente que el fentanilo en la anestesia general, sus efectos secundarios son parecidos a los de la morfina.
“En España y Estados Unidos se utilizan caramelos de fentanilo para niños con cáncer, sin embargo es una realidad que no hay tanto descubrimiento en cuanto a moléculas nuevas”, detalló la especialista que tiene su consultorio en el Sanatorio Venecia.
Otro de los opioides más utilizados es el tramadol y uno de los nuevos es el tapentadol que fue introducido al mercado hace unos siete años.
Domínguez, quien también está a cargo de Olkinam, un servicio médico de alta especialidad en el Sanatorio Venecia, precisó que con los opioides también se ha incursionado en dispositivos electrónicos, como las bombas intratecales.
“Son un disco que se pone por dentro del abdomen conectado a un catéter que va hacia la columna vertebral, el dispositivo administra de manera constante dosis controladas de morfina mezclada con otros fármacos, su costo promedio es de 300 mil pesos”, detalló.
El único que no lleva un opioide es el neuroestimulador de los cordones posteriores (en la médula), que son muy parecidos a la bomba intratecal, pero sin medicamento, además son más caros porque pueden llegar a valer 600 mil pesos.
“Se parecen a unas pilas de reloj que vienen en una tablilla que se introduce en la columna vertebral, también utiliza un cable muy fino, su función es engañar a la médula espinal con sensaciones diferentes al dolor, los aparatos están indicados para pacientes con dolor crónico, es lo último de lo último, es de lo más complejo”, afirmó.
En México
En México se han tenido importantes avances en el tema legislativo para el uso de opioides en el tratamiento contra el dolor, pero van más encaminados a los cuidados paliativos.
Prueba de lo anterior fue la aprobación por unanimidad en el Senado, el primero de julio del 2019, con la reforma para incorporar en el artículo cuarto de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos la utilización de medicamentos controlados, donde destacan los opioides, dirigidos a pacientes en situación terminal, con lo cual se pueda garantizar una muerte digna.
“Esta reforma refuerza mucho lo que ya se venía trabajando porque esto no es nuevo, fue la forma de llamar la atención a todos los sectores de que no se están haciendo los cambios pertinentes para que se ejerza este derecho de la población al cuidado paliativo”, agregó Domínguez.
Todo empezó en 2008 cuando aparece la norma oficial de los cuidados paliativos, aquella que establece guías a las que se tienen que apegar los médicos, después se hicieron ajustes y fue en 2014 cuando salió un decreto por obligatoriedad para los hospitales, que da pauta a que el estado aporte recursos con la finalidad de mejorar la atención en las clínicas del dolor.
“Ahora la pregunta es: ¿hay suficiente personal capacitado para atender a toda la población?, ¿estamos listos como sector salud?, eso es lo que genera incertidumbre cuando los políticos hacen las reformas porque deben de ir de la mano de un presupuesto asignado y eso es algo que aún no conocemos”, señaló Domínguez.