El silencio hoy día domina las calles de diversas colonias de Metepec acostumbradas al ritmo de la urbanidad. El gruñido de los autobuses y los automóviles armonizaban el asfalto y entraban a los hogares. Los sonidos eran los mismos.
Sin embargo, el llamado “Quédate en casa” poco a poco bajó el volumen, un hecho que se ha traducido en tranquilidad. Pero hasta el silencio más potente requiere de bellas notas musicales y quien más que el organillero.
En medio de esta pandemia, un organillero y su acompañante salen a las calles para combatir los estragos de la contingencia sanitaria. Es cierto no se puede salir, pero si hacer sonar ese cilindro de madera conformado por púas y puentes de bronce.
Su objetivo, reconocen, es poder obtener unos cuantos pesos para tener que llevar comida a su hogar, pero también hacer placentera la travesía por la pandemia de Covid-19.
La música, afirmó el organillero, permite salir a los presos y recobrar su libertad. Qué no hará por aquellos que se encuentran en el calor de su casa.