/ sábado 19 de enero de 2019

Impacto huachicol en Toluca: 12 kilómetros de impunidad y contaminación

El norte de Toluca vive las secuelas de la extracción ilegal de combustible, donde la acción de los huachicoleros ha provocado graves daños al medio ambiente

Toluca, México.- A lo largo de 12 kilómetros, los cuales comienzan en San Cayetano Morelos y se extienden hasta San Cristóbal Huichochitlán, ha predominado el nuevo crimen organizado que busca el “oro negro”. Miles de litros de hidrocarburo que por mes eran ordeñados del ducto Tula-Toluca.

Esta actividad ilícita es a gran escala y especializada, pues involucraba desde desde niños vigías hasta ingenieros civiles con experiencia en perforación de ductos.

En teoría esto está terminando con las acciones del gobierno federal, quien ordenó el cierre de ductos y el reforzamiento de la vigilancia en estos, sin embargo, las consecuencias son padecidas por los vecinos de esta zona ubicada en el norte de la capital mexiquense.


Son 12 kilómetros que en su recorrido ha generado contaminación del suelo, flora y fauna. Un impacto ambiental provocado por el derrame de combustible tras la colocación y funcionamiento de las válvulas clandestinas.

A la fecha no existen protocolos de atención. El problema se palea con operativos policíacos intermitentes y la presencia del Ejército Mexicano.

Clandestinos

El campesino señala a lo lejos tres postes donde se ubica la válvula clandestina del huachicol. Hay una enorme planicie de sembradíos que dan hacia el norte, donde comienzan las primeras casas de San Cayetano. Al sur está la autopista Lerma-Valle de Bravo. El ambiente tiene aroma a combustible.


“Ahí se alcanza a ver todavía la válvula, los de Pemex no taparon bien, todavía hay un hoyo”, indica el campesino, quien pide no revelar su nombre por miedo al crimen organizado.

El 6 de diciembre de 2018, la perforación del ducto en esta zona provocó un enfrentamiento entre pobladores, que llegaron a la rapiña, y policías estatales y municipales.


Antes, el 20 de junio del mismo año, en el barrio Cruz Blanca de los ejidos de San Cristóbal Huichochitlán, la Procuraduría General de la República (PGR) aseguró un inmueble que en apariencia servía de bodega. Sin embargo, en su interior albergaba un túnel de unos 50 metros de largo, el cual llegaba hasta el ducto de Pemex.

Días después se le conoció como el “túnel huachicolero”, único en su tipo y sólo comparado al construido por el líder del cártel de Sinaloa, Joaquín Guzmán Loera, quien bajo una técnica similar construyó un túnel para escapar del penal federal El Altiplano.

Zona de riesgo

Esta región conocida por el robo de combustible comienza en la localidad de San Cayetano, un pueblo de al menos 10 mil habitantes, rodeado por campos de sembradíos.

Ahí son comunes las historias sobre el huachicoleo, incluso el pueblo es cruzado por el ducto.

A las afueras de San Cayetano, en los terrenos pegados a la autopista, se ubica la válvula que ha sido reabierta en varias ocasiones. Actualmente no hay vigilancia, pese a existir dos válvulas clausuradas.


“¡El año pasado, esos cabrones estaban vuelta y vuelta con sus carros!”, relata el campesino, “desde que hubo el enfrentamiento, ya ni vienen”, agrega.

“Antes, en una noche, esos cabrones llenaban un torton, en veinte minutos, paraban sus camionetas en la pista y sacaban de éste lado y del otro”, narra el campesino.

Junto con otro grupo de hombres, el agricultor poda las ramas de unos árboles. Asegura que eran usados por los vigías del crimen organizado para avisar cuando llegaba el Ejército.

“Los vigilantes se quedaban a dormir debajo del puente, ahí están las cobijas tiradas. Aquí en estos árboles se colgaban, por eso estamos cortando las ramas”, revela un acompañante del campesino.


En una extensión de unos 300 metros cuadrados que rodean a las válvula clandestinas, la tierra huele a combustible, incluso algunas mazorcas que no se cosecharon se impregnaron del aroma, además de contaminarse un canal cercano.

“El canal es para el riego de los campos, esperemos que ahora que llueva, se limpie”, reprochan los campesinos. “Mire, esa grasa que ve, es gasolina”. Este es impacto del combustible derramado tras la perforación del ducto el 6 de diciembre de 2018.

“Los animales se han muerto, si toman esa agua se mueren, ya no sirve”, vuelven a reprochar.

Túnel huachicolero

A unos cinco kilómetros de distancia sobre la misma ruta, se encuentra el túnel huachicolero, descubierto el 20 de junio del año anterior.

Se ubica en el barrio Cruz Blanca, resguardado con bardas de tres metros de alto en un predio de unos 100 metros cuadrados. Es una pantalla para cubrir el túnel, aseguran los vecinos.


“Antes ahí vivían, pero luego vimos que venían los albañiles y comenzaron a levantar las bardas, también coches, pero no preguntamos nunca”, recuerda una habitante.

Hasta el año pasado, había una patrulla de la policía local que custodiaba día y noche, pero actualmente los sellos de la PGR ya no existen y el portón negro de donde salían los camiones cargados de combustible ya fue forzado y puede entrar cualquier persona.

Al interior del inmueble existe un patio que servía para las maniobras de los camiones. Al fondo hay tres habitaciones en obra negra con techo de lámina.

Desde el patio hasta la habitación de en medio se extiende una manguera que conecta a contenedores de mil litros. Incluso hay cuatro galones con combustible.

En otra de las habitaciones se observa un colchón y un sillón junto a sillas rotas. Era el sitio donde pernoctaban los vigilantes.

En la última habitación, entre montículos de tierra, está el túnel. Sobre la pared hay una perforación de un metro cuadrado: es la boca del túnel que se extiende 50 metros y a la que se conectan varias mangueras.

Allí el olor a huachicol es más penetrante, pues permanece un charco de agua revuelta con combustible.

Búnker

Tras las acciones instrumentadas por el gobierno que encabeza Andrés Manuel López Obrador contra el robo de combustible, el Ayuntamiento de Toluca informó sobre un operativo de vigilancia en los 12 kilómetros del ducto Tula-Toluca, el cual se inicia en San Cayetano Morelos, pasa por San Pablo Autopan, San Carlos, Calixtlahuaca y llega hasta San Cristóbal Huichochitlán, donde se instaló una base militar hace unos días.



Ingeniería huachicolera

La perforación de ductos puede llevar años de experiencia, no es llegar y golpear el tubo, explicó el ingeniero civil David de León Escobedo, especialista de la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEM). Cuando se logra dominar la técnica, en una sola noche los huachicoleros pueden extraer hasta 20 tambos de 200 litros cada uno, reveló.

El proceso requiere de una técnica mesurada y sin errores, de lo contrario puede provocar una explosión y la muerte para quien perfora, afirmó el ingeniero civil.

“Se requiere una alta especialización técnica, la colocación de cinchos, que son como anillos metálicos, y solamente quien tenga esos conocimientos técnicos y la práctica lo puede hacer”, comentó el académico.

Con el aseguramiento de cientos de tomas clandestinas en los estados por donde pasan los ductos de Petróleos Mexicanos, se hace ver que es un negocio con enormes ganancias para los grupos huachicoleros.

El ingeniero De León Escobedo coincidió con lo informado por Pemex, sobre que las válvulas son instaladas con instrucción de personal de la paraestatal que se une al crimen organizado.

“Se requiere de una obra de mano especializada, por eso se sospecha que está involucrado personal que está actualmente en la industria o que son extrabajadores o especialistas que saben la técnica”, señaló el ingeniero civil.

Preparación

Previo a la ordeña de combustible, el huachicolero requiere de aplicar cierta logística para seleccionar el tramo de ducto, buscar al mejor ingeniero y las herramientas suficientes, como los taladros conocidos como berbiquí, que tienen diseños especiales en sus puntas.


“Se dotan de tambos, mangueras y material para soldar las válvulas, no es un proceso que cualquiera puede hacer”, reiteró el académico.


Perforación

La perforación se hace de forma gradual, demora unos 20 minutos, a una velocidad más rápida genera fricción y provoca chispas que derivan en explosiones.

Para el caso de la perforación en ductos de Pemex, el diámetro de los tubos puede ser de hasta un metro y medio, y cinco centímetros de espesor.

La perforación gradual consiste en incrustar el taladro y con cierta técnica darle vuelta hasta lograr ingresar.

Esta parte del proceso es lo más peligroso, pues la presión estándar en un ducto es de 100 a 200 kilogramos por metro cuadrado. Dicha presión es capaz de traspasar la piel humana e incluso los huesos.

“No sólo es perforar, se requiere que haya personal para instalar de inmediato la válvula y una manguera”, precisó.

Herramientas

El proceso se puede hacer con llaves hechizas, es decir, los propios huachicoleros las pueden diseñar.

“Ellos mismos pueden hacer sus herramientas pero son especiales, igual las válvulas pueden ser hechizas que se soldan para abrirse y cerrarse para el otro día regresar y volver a 'ordeñar'”, argumentó el ingeniero De León Escobedo.

Las válvulas son herramientas que se pueden conseguir en cualquier ferretería, no hay restricción en su venta y eso hace el trabajo fácil al huachicolero, aseguró.



Desastre ecológico sin protocolos

Aunque desde hace años el ducto Tula-Toluca ha presentado derrames por huachicoleros, no existe un diagnóstico del impacto ambiental.

Esta problemática ha sido tomado a la ligera y sin ningún protocolo, afirmó Luz María Gómez Ordoñez, presidenta del Movimiento Ecologista del Estado de México (MEEM).

Su visión sobre el problema que se padece con el derrame constante de combustible en terrenos de sembradío, canales y mantos acuíferos, a causa de la ordeña clandestina del ducto Tula-Toluca, es preocupante. Urgente de atender.

“La contaminación ha sido desde siempre porque no se aplican los protocolos que marca la ley”, argumentó la ambientalista.

Primer impacto

Explicó que el primer impacto negativo provocado por los derrames es la afectación en la productividad de los campos, así como los daños a la flora y fauna.

“Hay pérdida de tierra fértil al generarse filtración de hidrocarburo, lo que provoca que sea imposible cultivar. También genera que la fauna del lugar tenga variaciones y las especies de animales mueran. Incluso deriva en enfermedades en la población humana aledaña a los ductos.

“Según el tipo de suelo, se tiene el nivel de filtración, si es un suelo de migajón el combustible puede llegar hasta los mantos freáticos, si es de arcilla se retiene un poco, pero esos estudios no se hacen”, puntualizó la activista.

Segundo impacto

En algunas zonas del país como el Estado de México, el derrame de hidrocarburo a causa de la ordeña de ductos tiene también costos sociales como la pérdida de actividades económicas, principalmente en la agricultura, pues la mayoría de ductos pasan por zonas rurales y semiurbanas.

Lo anterior implica que las familiares emigren o se involucren en los grupos huachicoleros.

A gran escala

Para medir el impacto ambiental tras un derrame, Gómez Ordoñez apuntó que se requiere realizar un estudio geológico, medir el tiempo de derrame y la extensión de terreno afectado. Proceso que se debe aplicar horas después de la fuga de combustible.

Informó que de 2006 a 2012, en el país se registraron 6.91 billones de combustible derramado. Mientras que de 1993 en adelante, el 42% de las contingencias ambientales fueron por derrame de combustible.



Medidas correctivas

La presidenta del MEEM señaló que los protocolos de Pemex para evitar la contaminación ambiental están rebasados y son “letra muerta”. No se aplican y la irresponsabilidad crece.

Para aplicar medicas correctivas se requiere de un diagnóstico, donde se involucren desde los ayuntamientos hasta la Secretaría de Medio Ambiente y la Comisión Federal para la Protección Contra Riesgos Sanitarios (Cofepris).

“Se deberían crear manuales para informar a la gente acerca del impacto que provoca el derrame de combustible, realizar revisiones con Protección Civil y explicarles de los riesgos que existen al exponerse a las fugas”, advirtió la especialista


Toluca, México.- A lo largo de 12 kilómetros, los cuales comienzan en San Cayetano Morelos y se extienden hasta San Cristóbal Huichochitlán, ha predominado el nuevo crimen organizado que busca el “oro negro”. Miles de litros de hidrocarburo que por mes eran ordeñados del ducto Tula-Toluca.

Esta actividad ilícita es a gran escala y especializada, pues involucraba desde desde niños vigías hasta ingenieros civiles con experiencia en perforación de ductos.

En teoría esto está terminando con las acciones del gobierno federal, quien ordenó el cierre de ductos y el reforzamiento de la vigilancia en estos, sin embargo, las consecuencias son padecidas por los vecinos de esta zona ubicada en el norte de la capital mexiquense.


Son 12 kilómetros que en su recorrido ha generado contaminación del suelo, flora y fauna. Un impacto ambiental provocado por el derrame de combustible tras la colocación y funcionamiento de las válvulas clandestinas.

A la fecha no existen protocolos de atención. El problema se palea con operativos policíacos intermitentes y la presencia del Ejército Mexicano.

Clandestinos

El campesino señala a lo lejos tres postes donde se ubica la válvula clandestina del huachicol. Hay una enorme planicie de sembradíos que dan hacia el norte, donde comienzan las primeras casas de San Cayetano. Al sur está la autopista Lerma-Valle de Bravo. El ambiente tiene aroma a combustible.


“Ahí se alcanza a ver todavía la válvula, los de Pemex no taparon bien, todavía hay un hoyo”, indica el campesino, quien pide no revelar su nombre por miedo al crimen organizado.

El 6 de diciembre de 2018, la perforación del ducto en esta zona provocó un enfrentamiento entre pobladores, que llegaron a la rapiña, y policías estatales y municipales.


Antes, el 20 de junio del mismo año, en el barrio Cruz Blanca de los ejidos de San Cristóbal Huichochitlán, la Procuraduría General de la República (PGR) aseguró un inmueble que en apariencia servía de bodega. Sin embargo, en su interior albergaba un túnel de unos 50 metros de largo, el cual llegaba hasta el ducto de Pemex.

Días después se le conoció como el “túnel huachicolero”, único en su tipo y sólo comparado al construido por el líder del cártel de Sinaloa, Joaquín Guzmán Loera, quien bajo una técnica similar construyó un túnel para escapar del penal federal El Altiplano.

Zona de riesgo

Esta región conocida por el robo de combustible comienza en la localidad de San Cayetano, un pueblo de al menos 10 mil habitantes, rodeado por campos de sembradíos.

Ahí son comunes las historias sobre el huachicoleo, incluso el pueblo es cruzado por el ducto.

A las afueras de San Cayetano, en los terrenos pegados a la autopista, se ubica la válvula que ha sido reabierta en varias ocasiones. Actualmente no hay vigilancia, pese a existir dos válvulas clausuradas.


“¡El año pasado, esos cabrones estaban vuelta y vuelta con sus carros!”, relata el campesino, “desde que hubo el enfrentamiento, ya ni vienen”, agrega.

“Antes, en una noche, esos cabrones llenaban un torton, en veinte minutos, paraban sus camionetas en la pista y sacaban de éste lado y del otro”, narra el campesino.

Junto con otro grupo de hombres, el agricultor poda las ramas de unos árboles. Asegura que eran usados por los vigías del crimen organizado para avisar cuando llegaba el Ejército.

“Los vigilantes se quedaban a dormir debajo del puente, ahí están las cobijas tiradas. Aquí en estos árboles se colgaban, por eso estamos cortando las ramas”, revela un acompañante del campesino.


En una extensión de unos 300 metros cuadrados que rodean a las válvula clandestinas, la tierra huele a combustible, incluso algunas mazorcas que no se cosecharon se impregnaron del aroma, además de contaminarse un canal cercano.

“El canal es para el riego de los campos, esperemos que ahora que llueva, se limpie”, reprochan los campesinos. “Mire, esa grasa que ve, es gasolina”. Este es impacto del combustible derramado tras la perforación del ducto el 6 de diciembre de 2018.

“Los animales se han muerto, si toman esa agua se mueren, ya no sirve”, vuelven a reprochar.

Túnel huachicolero

A unos cinco kilómetros de distancia sobre la misma ruta, se encuentra el túnel huachicolero, descubierto el 20 de junio del año anterior.

Se ubica en el barrio Cruz Blanca, resguardado con bardas de tres metros de alto en un predio de unos 100 metros cuadrados. Es una pantalla para cubrir el túnel, aseguran los vecinos.


“Antes ahí vivían, pero luego vimos que venían los albañiles y comenzaron a levantar las bardas, también coches, pero no preguntamos nunca”, recuerda una habitante.

Hasta el año pasado, había una patrulla de la policía local que custodiaba día y noche, pero actualmente los sellos de la PGR ya no existen y el portón negro de donde salían los camiones cargados de combustible ya fue forzado y puede entrar cualquier persona.

Al interior del inmueble existe un patio que servía para las maniobras de los camiones. Al fondo hay tres habitaciones en obra negra con techo de lámina.

Desde el patio hasta la habitación de en medio se extiende una manguera que conecta a contenedores de mil litros. Incluso hay cuatro galones con combustible.

En otra de las habitaciones se observa un colchón y un sillón junto a sillas rotas. Era el sitio donde pernoctaban los vigilantes.

En la última habitación, entre montículos de tierra, está el túnel. Sobre la pared hay una perforación de un metro cuadrado: es la boca del túnel que se extiende 50 metros y a la que se conectan varias mangueras.

Allí el olor a huachicol es más penetrante, pues permanece un charco de agua revuelta con combustible.

Búnker

Tras las acciones instrumentadas por el gobierno que encabeza Andrés Manuel López Obrador contra el robo de combustible, el Ayuntamiento de Toluca informó sobre un operativo de vigilancia en los 12 kilómetros del ducto Tula-Toluca, el cual se inicia en San Cayetano Morelos, pasa por San Pablo Autopan, San Carlos, Calixtlahuaca y llega hasta San Cristóbal Huichochitlán, donde se instaló una base militar hace unos días.



Ingeniería huachicolera

La perforación de ductos puede llevar años de experiencia, no es llegar y golpear el tubo, explicó el ingeniero civil David de León Escobedo, especialista de la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEM). Cuando se logra dominar la técnica, en una sola noche los huachicoleros pueden extraer hasta 20 tambos de 200 litros cada uno, reveló.

El proceso requiere de una técnica mesurada y sin errores, de lo contrario puede provocar una explosión y la muerte para quien perfora, afirmó el ingeniero civil.

“Se requiere una alta especialización técnica, la colocación de cinchos, que son como anillos metálicos, y solamente quien tenga esos conocimientos técnicos y la práctica lo puede hacer”, comentó el académico.

Con el aseguramiento de cientos de tomas clandestinas en los estados por donde pasan los ductos de Petróleos Mexicanos, se hace ver que es un negocio con enormes ganancias para los grupos huachicoleros.

El ingeniero De León Escobedo coincidió con lo informado por Pemex, sobre que las válvulas son instaladas con instrucción de personal de la paraestatal que se une al crimen organizado.

“Se requiere de una obra de mano especializada, por eso se sospecha que está involucrado personal que está actualmente en la industria o que son extrabajadores o especialistas que saben la técnica”, señaló el ingeniero civil.

Preparación

Previo a la ordeña de combustible, el huachicolero requiere de aplicar cierta logística para seleccionar el tramo de ducto, buscar al mejor ingeniero y las herramientas suficientes, como los taladros conocidos como berbiquí, que tienen diseños especiales en sus puntas.


“Se dotan de tambos, mangueras y material para soldar las válvulas, no es un proceso que cualquiera puede hacer”, reiteró el académico.


Perforación

La perforación se hace de forma gradual, demora unos 20 minutos, a una velocidad más rápida genera fricción y provoca chispas que derivan en explosiones.

Para el caso de la perforación en ductos de Pemex, el diámetro de los tubos puede ser de hasta un metro y medio, y cinco centímetros de espesor.

La perforación gradual consiste en incrustar el taladro y con cierta técnica darle vuelta hasta lograr ingresar.

Esta parte del proceso es lo más peligroso, pues la presión estándar en un ducto es de 100 a 200 kilogramos por metro cuadrado. Dicha presión es capaz de traspasar la piel humana e incluso los huesos.

“No sólo es perforar, se requiere que haya personal para instalar de inmediato la válvula y una manguera”, precisó.

Herramientas

El proceso se puede hacer con llaves hechizas, es decir, los propios huachicoleros las pueden diseñar.

“Ellos mismos pueden hacer sus herramientas pero son especiales, igual las válvulas pueden ser hechizas que se soldan para abrirse y cerrarse para el otro día regresar y volver a 'ordeñar'”, argumentó el ingeniero De León Escobedo.

Las válvulas son herramientas que se pueden conseguir en cualquier ferretería, no hay restricción en su venta y eso hace el trabajo fácil al huachicolero, aseguró.



Desastre ecológico sin protocolos

Aunque desde hace años el ducto Tula-Toluca ha presentado derrames por huachicoleros, no existe un diagnóstico del impacto ambiental.

Esta problemática ha sido tomado a la ligera y sin ningún protocolo, afirmó Luz María Gómez Ordoñez, presidenta del Movimiento Ecologista del Estado de México (MEEM).

Su visión sobre el problema que se padece con el derrame constante de combustible en terrenos de sembradío, canales y mantos acuíferos, a causa de la ordeña clandestina del ducto Tula-Toluca, es preocupante. Urgente de atender.

“La contaminación ha sido desde siempre porque no se aplican los protocolos que marca la ley”, argumentó la ambientalista.

Primer impacto

Explicó que el primer impacto negativo provocado por los derrames es la afectación en la productividad de los campos, así como los daños a la flora y fauna.

“Hay pérdida de tierra fértil al generarse filtración de hidrocarburo, lo que provoca que sea imposible cultivar. También genera que la fauna del lugar tenga variaciones y las especies de animales mueran. Incluso deriva en enfermedades en la población humana aledaña a los ductos.

“Según el tipo de suelo, se tiene el nivel de filtración, si es un suelo de migajón el combustible puede llegar hasta los mantos freáticos, si es de arcilla se retiene un poco, pero esos estudios no se hacen”, puntualizó la activista.

Segundo impacto

En algunas zonas del país como el Estado de México, el derrame de hidrocarburo a causa de la ordeña de ductos tiene también costos sociales como la pérdida de actividades económicas, principalmente en la agricultura, pues la mayoría de ductos pasan por zonas rurales y semiurbanas.

Lo anterior implica que las familiares emigren o se involucren en los grupos huachicoleros.

A gran escala

Para medir el impacto ambiental tras un derrame, Gómez Ordoñez apuntó que se requiere realizar un estudio geológico, medir el tiempo de derrame y la extensión de terreno afectado. Proceso que se debe aplicar horas después de la fuga de combustible.

Informó que de 2006 a 2012, en el país se registraron 6.91 billones de combustible derramado. Mientras que de 1993 en adelante, el 42% de las contingencias ambientales fueron por derrame de combustible.



Medidas correctivas

La presidenta del MEEM señaló que los protocolos de Pemex para evitar la contaminación ambiental están rebasados y son “letra muerta”. No se aplican y la irresponsabilidad crece.

Para aplicar medicas correctivas se requiere de un diagnóstico, donde se involucren desde los ayuntamientos hasta la Secretaría de Medio Ambiente y la Comisión Federal para la Protección Contra Riesgos Sanitarios (Cofepris).

“Se deberían crear manuales para informar a la gente acerca del impacto que provoca el derrame de combustible, realizar revisiones con Protección Civil y explicarles de los riesgos que existen al exponerse a las fugas”, advirtió la especialista


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