/ viernes 2 de febrero de 2018

Los Hernández Morales, familia tamalera que sorteó la pobreza en las calles

Cada Día de la Candelaria llegan sus mejores ventas

Toluca, México.- En la esquina de Temascaltepec con Tlalnepantla, en la colonia Sector Popular, hace 20 años nació la historia de los Hernández Morales, familia de tamaleros que sintieron lo duro de la crisis de los 90 y no tuvieron de otra más que buscar el autoempleo. Salir de la pobreza y el desempleo, fue su idea y cada día dos de la Candelaria dan gracias a su patrona, pero sin dejar de vender.

—Este es el negocio, nuestra mesa, la sombrilla y así como le ve, es donde vendemos, —describe Angelina Morales, la cocinera de la familia y de quien han aprendido sus hijos la producción de tamales.

A tres días del Día de la Candelaria, los Hernández Morales ya se preparan, es la fecha en que más venden su producto, al menos unas 500 piezas.

“Ahorita han llegado pocos clientes a hacer pedidos, pero la venta es el mero día, los vecinos vienen por sus tamales”, refieren los tamaleros.

Hace 20 años, cuando Víctor Hernández, esposo de Angelina se quedó sin empleo, se les vino la idea de salir a las calles a vender.

“Me quedé sin trabajo en la fundidora de hierro donde trabajaba y le dije a mi esposa que vendiéramos, yo me instalé en la esquina a vender elotes y ella los tamales”, relata el exobrero.

Esa idea de emprendimiento los llevó a que actualmente sean uno de los tamaleros más solicitados en esta zona de Toluca y que cada día de la Candelaria les lleguen pedidos.

“Toda la familia nos dedicamos a esto, mis hijos me ayudan y aprendimos porque no sabíamos hacer los tamales”, explica doña Angelina.

Como hace 20 años, Angelina, su esposo Víctor y sus hijos, llegan a su esquina de venta para atender a sus clientes.

“Empecé haciendo poquito, no más de dos kilitos de masita y ya, ahorita hacemos tres a cuatro kilos porque no se vende mucho, hay competencia, sólo el Día de la Candelaria se vende más pero sólo un día”, lamenta Angelina.

La actividad tradicional del tamal poco a poco muere, lo dice en sus palabras la tamalera.

En su producción diaria se enlistan los tamales rojos, de chile verde, los de rajas, una dotación de los oaxaqueños y los llamados tamales “canarios” que se hacen con base en harina y queso, además de leche, huevo y mantequilla, según explica Angelina.

La labor para la producción diaria inicia después de las 15:00 horas, con el preparado de la masa, la adquisición de las hojas y los condimentos. La jornada se extiende hasta después de las 23:00 horas.

“Las hojas para los tamales oaxaqueños las consigo en el mercado Juárez y se ponen en la vaporera para deshidratarlas horas antes”, enlistan.

Todo se cuida a detalle, incluso el ritual de enredar las hojas de maíz en las asas de sus vaporeras, bajo la creencia que los tamales no se cuecen sin ese procedimiento.

Cada mañana, en punto de las 8:00 horas, los Hernández Morales bajan empujando su triciclo cargado con su vaporera con unos 100 tamales y sus dos ollas de atole con 20 litros en cada una.

A la pareja le acompañan sus hijos y sus nueras, quienes también se han sumado al negocio, el cuadro familiar es emprendedor por necesidad y tradición. Su historia les gusta compartirla a un cliente curioso que llega cada dos de febrero.


Toluca, México.- En la esquina de Temascaltepec con Tlalnepantla, en la colonia Sector Popular, hace 20 años nació la historia de los Hernández Morales, familia de tamaleros que sintieron lo duro de la crisis de los 90 y no tuvieron de otra más que buscar el autoempleo. Salir de la pobreza y el desempleo, fue su idea y cada día dos de la Candelaria dan gracias a su patrona, pero sin dejar de vender.

—Este es el negocio, nuestra mesa, la sombrilla y así como le ve, es donde vendemos, —describe Angelina Morales, la cocinera de la familia y de quien han aprendido sus hijos la producción de tamales.

A tres días del Día de la Candelaria, los Hernández Morales ya se preparan, es la fecha en que más venden su producto, al menos unas 500 piezas.

“Ahorita han llegado pocos clientes a hacer pedidos, pero la venta es el mero día, los vecinos vienen por sus tamales”, refieren los tamaleros.

Hace 20 años, cuando Víctor Hernández, esposo de Angelina se quedó sin empleo, se les vino la idea de salir a las calles a vender.

“Me quedé sin trabajo en la fundidora de hierro donde trabajaba y le dije a mi esposa que vendiéramos, yo me instalé en la esquina a vender elotes y ella los tamales”, relata el exobrero.

Esa idea de emprendimiento los llevó a que actualmente sean uno de los tamaleros más solicitados en esta zona de Toluca y que cada día de la Candelaria les lleguen pedidos.

“Toda la familia nos dedicamos a esto, mis hijos me ayudan y aprendimos porque no sabíamos hacer los tamales”, explica doña Angelina.

Como hace 20 años, Angelina, su esposo Víctor y sus hijos, llegan a su esquina de venta para atender a sus clientes.

“Empecé haciendo poquito, no más de dos kilitos de masita y ya, ahorita hacemos tres a cuatro kilos porque no se vende mucho, hay competencia, sólo el Día de la Candelaria se vende más pero sólo un día”, lamenta Angelina.

La actividad tradicional del tamal poco a poco muere, lo dice en sus palabras la tamalera.

En su producción diaria se enlistan los tamales rojos, de chile verde, los de rajas, una dotación de los oaxaqueños y los llamados tamales “canarios” que se hacen con base en harina y queso, además de leche, huevo y mantequilla, según explica Angelina.

La labor para la producción diaria inicia después de las 15:00 horas, con el preparado de la masa, la adquisición de las hojas y los condimentos. La jornada se extiende hasta después de las 23:00 horas.

“Las hojas para los tamales oaxaqueños las consigo en el mercado Juárez y se ponen en la vaporera para deshidratarlas horas antes”, enlistan.

Todo se cuida a detalle, incluso el ritual de enredar las hojas de maíz en las asas de sus vaporeras, bajo la creencia que los tamales no se cuecen sin ese procedimiento.

Cada mañana, en punto de las 8:00 horas, los Hernández Morales bajan empujando su triciclo cargado con su vaporera con unos 100 tamales y sus dos ollas de atole con 20 litros en cada una.

A la pareja le acompañan sus hijos y sus nueras, quienes también se han sumado al negocio, el cuadro familiar es emprendedor por necesidad y tradición. Su historia les gusta compartirla a un cliente curioso que llega cada dos de febrero.


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