Las "gentes", las mujeres sobre todo, salen de sus patios, de sus zaguanes y toman el rumbo al panteón siguiendo la música de la banda y el mariachi que llevan por delante los cuatro ataúdes: dos son blancos, con olanes y tapizados de cordones de niños.
La "gentes" traen consigo rebozos, veladoras y flores, de las que abundan en Villa Guerrero. El martes inició la tragedia que pareciera se arrastró con el agua que baja de los cerros y llegó hasta la casa de la familia Bernal Soto, donde quedaron sepultados bajo toneladas de concreto los cuerpos de Cirilo, su esposa Brisia y dos de sus hijos, Rubí y Erick Manuel.
Zanjillas, una comunidad del monte de Villa Guerrero, es partida a la mitad por una brecha, que este jueves estuvo bloqueada por cuatro carrozas, docenas de mujeres y hombres que cargaron coronas, veladoras y flores rumbo al panteón.
LA ZANJA
El terreno que está en la cuesta de una ligera pendiente, era el techo de cuatro hijos y una pareja. Allí entre montones de lodo, pedazos de tabique y piedras, quedaron un vestidito floreado, pantalones cortos y enseres de plástico que armonizaban un hogar antes del derrumbe.
Eran las 15:15 horas. recuerda Tranqilino Bernal, cuando le fueron a avisar que la barda de la casa contigua a la de su hermano Cirilio, se había venido abajo y que toda la familia estaba debajo del talud de escombros. En Zanjillas, ese martes, a esa hora todo mundo andaba en lo suyo. Tranqilino estaba comiendo y dejó el plato servido para correr a la casa de su hermano Cirilo.
"Hicimos los hoyos con los picos pero no dábamos", recuerda Tranqilino señalando los montones de tierra donde buscaron durante cuatro horas los cuerpos. Escarbaron en el terreno, en lo que antes eran los cuartos, buscando los cadáveres de la familia Bernal, y donde, suponían, se habían quedado extraviados.
"De este lado hallamos los cuerpos", y camina Tranquilino hacia una zanja abierta entre los escombros. Debajo de una lona apuntalada con unos palos, quedaron unas cobijas, que tienen detrás un par de cuadros de la Virgen María y cuatro veladoras encendidas.
"Es para proteger, como tenemos aquí la costumbre", explica el hombre de ese altar en esa zanja entre los escombros.
En el terreno de lodo, solo quedó en pie una cocina de adobe y cartón con una antena de tv por paga encima. Está aislada por un cordón rojo que le puso Protección Civil y que en apariencia restringe el paso. Pero en la casa de los Bernal Soto no hay más qué investigar. Les urge más el futuro de los dos adolescentes huérfanos que dejó la tragedia.
UN CUARTO DE AYUDA
La casa de uno de los primos de Cirilo sirvió para velar los cuerpos y recibir la ayuda que ha ido llegando. Allí acogieron a Jesús y su hermana, ella de 15 y él de 16 años. Una noche pernoctaron en la casa de sus vecinos y la siguiente, en ese cuarto, tendidos en el piso que ahora es también un almacén.
"Lo que sea su voluntad ayudar", dice Mayra Soto, hermana de Brisia y quien ha coordinado el empaquetado de las despensas que han recibido para sus sobrinos y el entierro de la familia.
En el cuarto alcanza el lugar para dos camas y una de ellas sirve, por ahora, para encimar las bolsas de platos de unicel, el papel higiénico, las latas y botellones de agua que han recolectado desde el martes en la noche.
Las redes sociales han servido no solo para llevar la noticia, también para juntar víveres: bultos de harina y maíz, aceite, arroz, frijol y refrescos, con lo que han cocinado para atender a las personas que siguen ayudando.
UN MILAGRO
Jesús y su hermana visten la misma ropa desde el martes, y por mucho, tendrán otros dos cambios más, porque debajo de los escombros quedó su ropero. Ellos son un "milagro" para sus tíos y abuelos, porque no estuvieron el día del derrumbe.
"Mi sobrino estaba en un pueblo aquí cerca trabajando y mi sobrina en Puebla, en un convento, también trabajando", explica Mayra. El par de adolescentes lucen extraviados con ese sinsabor que deja la muerte para quienes no la asimilan aún. Echan los ojos a sus tíos y a la grabadora que los entrevista. Por lo pronto, estos días les llegó ayuda de todo el pueblo, incluso de Estados Unidos.
Pero lo que preocupa, es luego. "Por ahorita están bien, luego veremos qué pasa", expresa Tranquilino, echando cálculos mentales de lo que se viene. El cuarto se mira atiborrado de ayuda, pero es engañoso, porque no es mucho para dos vidas que quedaron en la orfandad después del deslave.
No hay calma, esa tardará en llegar, también la ayuda, porque Jesús y su hermana necesitan reconstruir su hogar con la ausencia de sus padres y sus dos hermanitos. Necesitan "revivir", luego de sepultar los cuerpos.
PARA AYUDAR
Número de cuenta Coppel 4169160355511180/ Mayra Guadalupe Soto Arellano
Celular 5621414304
Tranquilino Bernal Reza celular 7225577543
SE NECESITA
Ropa mujer y hombre/ de 15 y 16 años
Toallas para secarse
Shampoo, pasta, cepillo de dientes
Zapatos
Chamarras y sueteres