Ya casi es mediodía y no ha caído una sola propina, es lo que lamenta Mario Ramírez, recolector de basura de a pie en el mercado Benito Juárez de Toluca. Pese a que tiene una quincena caída y pasó la Navidad comiendo sopa, don Mario sigue laborando. Sigue sin irse a huelga.
“Nos importa que nos paguen, pero también hacer nuestro trabajo, ya si cae una propina, con eso llevamos de comer a la familia”, explaya el empleado de limpia que desde las seis de la mañana comienza a recorrer pasillos y locales levantando bolsas con basura para echarlas a dos tambos.
Los tambos y unas escobas son lo único que les ha dado el municipio. Los salarios, esos los compensa Mario con propinas.
“Ya casi es mediodía y no ha caído nada”, reprocha el recolector, pero sin dejar de empujar el carrito con los dos tambos montados y unas bolsas que recolectó en la nave de flores.
Debajo de los dos tambos, lleva colgado un zapatito y del lado de la agarradera, un peluche en forma de patito. Dice Mario que son sus amuletos y en estos momentos, la suerte es lo más valioso para conseguir de comer para su familia.
“Yo tengo tres hijos, ya van a la prepa y con este trabajo les he dado estudio”, argumenta Mario con un tanto de orgullo pero aún con su semblante que deja ver un rostro preocupado.
En el servicio de limpia del mercado ha estado por nueve años y en ese lapso no había padecido con un salario caído, dice. Por eso es preocupante que los días pasen y no haya una respuesta del municipio.
“Aquí somos cinco empleados supernumerarios, otros cinco son de contrato directo y el resto, son sindicalizados”, explica el recolector.
A ellos, a los cinco supernumerarios, se les puede considerar el eslabón más débil en el área de limpia, porque al menos a los otros, ya se les negoció un primer pago.
¿Cómo pasó la Navidad? “Triste la verdad, con una sopa”, cuenta Mario Ramírez empujando el carrito que no deja de mover de una nave a otra.
Es ambiguo el día y apenas comienza la semana. Por eso Mario detrás del cubrebocas no sonríe, pero tampoco maldice.
