Toluca, México.- Raquel Gutiérrez y su esposo hace unas semanas volvieron a quitar hierba y a abrir los canales pedregosos para evitar que el agua reblandezca las paredes de su casa. Cada temporada de lluvias el peligro es latente con los deslaves que se generan en la parte alta del cerro Las peñas de Calixtlahuaca.
“Se vive con miedo, porque hay unas partes de peligro, pero gracias a Dios no se nos ha venido el cerro encima en todos los años que estamos aquí”, relata la madre de familia.
Los Gutiérrez Rojas son una de las tres familias que habitan en esta parte de la cara norte del cerro Las Peñas, donde se improvisan las tomas de agua potable, la luz sube con palos y cables montados y se llega por brechas que culebrean.
No hay de otra forma para vivir, pues hasta esa zona no llegan servicios del gobierno, reprocha Raquel.
“Aquí a Calixtlahuaca llegan apoyos, ayuda de gobierno, pero hasta acá arriba nadie sube, ni los candidatos”, lamenta la toluqueña.
La vida en los hogares construidos en la cúspide de los cerros toluqueños, así transcurre, en medio de terrenos pedregosos a los que se les ha dado forma para habitar.
“Tenemos veinte años viviendo aquí arriba, mis hijas nacieron en esta casa que le dejaron a mi esposo”, relata Raquel.
Su hogar se compone por tres piezas que están a lo largo del terreno, uno da al otro. Se levantaron de adobe y fueron repellados con un poco de concreto para evitar la humedad.
“Le hemos puesto el repellado pero la humedad lo tira, las piedras están pegadas a la pared, mire, aquí pusimos una coladera para reciclar el agua que se filtra”, explica Raquel, refiriéndose a un pozo tapado con una piedra en el piso.
Aunque a diario se debe subir y bajar una brecha en picada de 150 metros, nunca han pensado en irse. Es su único hogar.
“De Protección Civil nunca han venido a decirnos si estamos en riesgo, nadie viene y ya nos acostumbramos”, reprocha la mujer.
Invita a realizar un recorrido por su hogar, que está atiborrado de bolsos de plástico, un par de roperos y camas con cobijas viejas. Es su único patrimonio y lo atesoran.
“A diario acarreamos agua de abajo, cocinamos con fogón porque no hay para el gas pero aquí seguimos”, expone Raquel.
Unos metros arriba, vive Petra Flores y sus hijos. Su condición es similar, pues deben paliar con el riesgo de los deslaves.
“Allá arriba hay una piedra que se puede venir pa' bajo en cualquier momento”, señala Petra, parada al lado de una piedra de gran tamaño que rodó con las últimas lluvias.
Su hogar está más expuesto, porque se ubica a campo abierto frente a lo alto del cerro, pero lleva 42 años viviendo allí.
“La verdad no se siente tanto ya el miedo, el peligro nada es de las piedras, no me han tocado los sismos pero una vez cayó un rayo que partió el peñón, se escuchó muy feo”, recuerda la mujer.
De alguna forma, las familias que habitan en lo alto del cerro del Peñón lograron modificar el suelo de piedras para dejarlo plano. La pobreza y el temor por los deslaves son permanentes.
La misma realidad ocurre en la cara sur del cerro y otros como el de San Miguel Apinahuizco, y la Teresona, donde también habitan familias en las partes altas.
Protección Civil de Toluca ha realizado recorridos por algunas de las zonas de mayor riesgo, pero sólo hace recomendaciones.
Petra y Raquel aseguran que ellos mismos crean sus protocolos para evitar un desastre.
“Hacemos zanjas para que el agua no llegue a las paredes ni arrastre las piedras a las casas”, exponen las mujeres.
Sonríen ante las preguntas sobre los protocolos de seguridad. Dicen estar curados de espanto porque no tienen a dónde más ir.
- Para tomar en cuenta:
3 familias habitan en lo alto del cerro de la Peña
Unas 20 familias están en zonas de riesgo en los cerros
150 metros se debe subir para llegar a la primera vivienda
6 integrantes por familia
Al menos 3 zonas de riesgo cuantifica el municipio en los cerros