/ lunes 20 de septiembre de 2021

"Si no elevas tu terreno, te hunde el río Lerma"; así viven habitantes de San Mateo Atenco

Pedro Trejo comenzó a construir la superficie de su casa en una loma hecha de escombro, que lo ha mantenido fuera del riesgo de amanecer inundado

Son lomas artificiales que han ido creciendo, igual que el río, cuenta Pedro Trejo. En las orillas del río Lerma, los que llegan, las familias, se van adaptando, construyen sus casas en especies de chinampas o islotes, que levantaron con escombro y nadan encima de lagunas que se forman en cada temporada de lluvias.

Pedro, con su familia, solo de esa forma pudo construir su hogar, y le ganaron terreno al río.

"Aquí si no elevas tu terreno, te hunde el río", advierte Pedro parado sobre su loma de escombros, que ahora es su patio.

El domingo las autoridades volvieron a encender las alertas rojas por el caudal máximo del río. Pero Pedro y sus vecinos no lo asimilan así, de alguna forma, le han tomado medida al cauce.



"Así es cada año, aún le falta subir más", expone el vecino de la cuenca de San Mateo Atenco en el barrio de Santiago.

La vivienda que construyó la familia Trejo, a orillas del río, se eleva unos dos metros sobre el nivel de la superficie y eso le permite quedar por encima de las lagunas que se forman en toda la cuenca.

Al lado de la casa de Pedro hay otras dos, una de éstas fue alcanzada por el agua y la humedad. En el patio solo hay dos cachorros amarrados que fueron abandonados. Dice Pedro que algunas familias migran en temporada de lluvias.

"Yo le metí ciento cincuenta camiones de cascajo, a cien pesos me lo dejaron, pero llevo ocho años aquí", presume de su victoria contra el río Lerma.

Un cementerio de cascajo

Los barrios de Santiaguito y Guadalupe, en las orillas al río Lerma, pareciera que fueran cementerios a cielo abierto de cascajo. Incluso hay viviendas donde lucen letreros para indicar que es zona de depósito.

"Se compra cascajo aquí", dice uno de esos anuncios puestos en la nada de la cuenca y que comparten vista con casitas sumidas a mitad de terrenos de cultivo, terrenos bardeados y obras negras que nunca han terminado de construirse. Esa es la constante en la cuenca del río Lerma.

Barrios ignorados

Hace tres años fue la última vez que el río se desbordó y el agua inundó varios barrios, dice Antonio Lagunas. Esa fecha y las subsecuentes en que subió el nivel del río, acudieron a solicitar ayuda a la autoridad municipal, pero les negaron el apoyo, señala Antonio.

"Pedí apoyo, pero me lo negaron, porque es zona de riesgo", explica el lugareño. En sí, todas las viviendas a esta distancia del río son consideradas construcciones irregulares, igual que el domicilio de Antonio.

El domingo en el paraje Las Cruces, del barrio de Guadalupe, se reportó una nueva fisura del río que, hasta este lunes, no se podía reparar. El agua, que comenzó a brotar, se extendió por los terrenos de cultivo y advierte con seguir creciendo.

Pero ellos, los vecinos del río, no se doblan ante la alerta, no hasta que haya fisuras del otro extremo, donde están las viviendas.

"Bendito Dios, no ha pasado nada", repite Pedro y continúa parado en su loma de escombros.

Son lomas artificiales que han ido creciendo, igual que el río, cuenta Pedro Trejo. En las orillas del río Lerma, los que llegan, las familias, se van adaptando, construyen sus casas en especies de chinampas o islotes, que levantaron con escombro y nadan encima de lagunas que se forman en cada temporada de lluvias.

Pedro, con su familia, solo de esa forma pudo construir su hogar, y le ganaron terreno al río.

"Aquí si no elevas tu terreno, te hunde el río", advierte Pedro parado sobre su loma de escombros, que ahora es su patio.

El domingo las autoridades volvieron a encender las alertas rojas por el caudal máximo del río. Pero Pedro y sus vecinos no lo asimilan así, de alguna forma, le han tomado medida al cauce.



"Así es cada año, aún le falta subir más", expone el vecino de la cuenca de San Mateo Atenco en el barrio de Santiago.

La vivienda que construyó la familia Trejo, a orillas del río, se eleva unos dos metros sobre el nivel de la superficie y eso le permite quedar por encima de las lagunas que se forman en toda la cuenca.

Al lado de la casa de Pedro hay otras dos, una de éstas fue alcanzada por el agua y la humedad. En el patio solo hay dos cachorros amarrados que fueron abandonados. Dice Pedro que algunas familias migran en temporada de lluvias.

"Yo le metí ciento cincuenta camiones de cascajo, a cien pesos me lo dejaron, pero llevo ocho años aquí", presume de su victoria contra el río Lerma.

Un cementerio de cascajo

Los barrios de Santiaguito y Guadalupe, en las orillas al río Lerma, pareciera que fueran cementerios a cielo abierto de cascajo. Incluso hay viviendas donde lucen letreros para indicar que es zona de depósito.

"Se compra cascajo aquí", dice uno de esos anuncios puestos en la nada de la cuenca y que comparten vista con casitas sumidas a mitad de terrenos de cultivo, terrenos bardeados y obras negras que nunca han terminado de construirse. Esa es la constante en la cuenca del río Lerma.

Barrios ignorados

Hace tres años fue la última vez que el río se desbordó y el agua inundó varios barrios, dice Antonio Lagunas. Esa fecha y las subsecuentes en que subió el nivel del río, acudieron a solicitar ayuda a la autoridad municipal, pero les negaron el apoyo, señala Antonio.

"Pedí apoyo, pero me lo negaron, porque es zona de riesgo", explica el lugareño. En sí, todas las viviendas a esta distancia del río son consideradas construcciones irregulares, igual que el domicilio de Antonio.

El domingo en el paraje Las Cruces, del barrio de Guadalupe, se reportó una nueva fisura del río que, hasta este lunes, no se podía reparar. El agua, que comenzó a brotar, se extendió por los terrenos de cultivo y advierte con seguir creciendo.

Pero ellos, los vecinos del río, no se doblan ante la alerta, no hasta que haya fisuras del otro extremo, donde están las viviendas.

"Bendito Dios, no ha pasado nada", repite Pedro y continúa parado en su loma de escombros.

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