Aunque los templos cerraron sus puertas y la Misa, junto con la bendición de imágenes del niño Jesús, se realizó de forma virtual, algunas personas acudieron con sus imágenes a las afueras de iglesias como el templo de La Merced.
“Yo me traje a mi niñito aquí frente Santísimo que está expuesto a la entrada del templo de La Merced. No hubo misa pero lo traje”, señaló una mujer que rezaba afuera de la iglesia referida.
Vestido con prendas de niño color blanco, la señora lo puso frente a la puerta principal del templo y se puso a rezar frente al Santísimo.
“Esta vez no fui al mercado para vestir a mi niñito, la verdad es que le puse la misma ropita del año pasado, solo la lavé y lo arreglé bien”, indicó.
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La gran mayoría de fieles optó por vestir sus imágenes con la misma ropa del año pasado y por obvias razones, no acudieron al templo a participar de la celebración eucarística y de paso recibir la bendición de sus imágenes.
“No habrá fiesta, eso ya será para el otro año. Quizá en esta ocasión solo sea una reunión familiar y a lo mejor nos comeremos un tamal, solo eso”, dijo Bonifacia Ramírez, quien acudió a la Catedral con su imagen.
Durante la homilía de la misa celebrada al medio día en la Catedral de Toluca, monseñor Guillermo Fernández Orozco, explicó que este día se celebró la fiesta de la presentación de Jesús en el Templo de Jerusalén.
“Esta fiesta que en algún tiempo se llamó la fiesta de La Candelaria y sigue teniendo validez, es porque la palabra Candelaria de candela que significa vela, y por tanto es la fiesta de las luces”, añadió.
En este sentido, dijo, Dios es luz y es aquel en el cual se cumplen todas las profecías, era el esperado de los profetas; ese es Jesús y que hermoso es que es vestido hermosamente con tantos detalles.
“Esta es una fiesta familiar que no podemos celebrarla con todo el esplendor que estamos acostumbrados pero a través de redes sociales y oración se rompen distancias y obstáculos”, subrayó.
Asimismo el vicario general de la Arquidiócesis de Toluca, Antonio Hurtado, pidió a los fieles reconocerse en la imagen embellecida y arreglada del hijo de Dios. “Tenemos que luchar por seguir siendo imagen y semejanza de Dios, y vivir esta vocación que está plasmada en nosotros. No solo nos tenemos que preocupar por tener una imagen arreglada sino mirarnos nosotros delante de Dios y preguntarnos si somos imagen del señor, si nuestra vida, palabras, acciones, reflejan que somos imagen del señor”, finalizó.
