Pese a que la Ley de Movilidad pone como ciudadanos prioritarios a los peatones y personas con alguna discapacidad, el viacrucis en el uso de las unidades del servicio de transporte público en el Edomex es de alto riesgo para estos sectores.
Juan Manuel Guerra Rangel es una persona con alguna discapacidad en su pierna izquierda, la cual se lo provocó un autobús de transporte público hace tres años al intentar abordar.
“Hace tres años, en un Temoayense me caí porque el chofer se arrancó, quedé con una lesión que ya se juntó con otra que ya tenía hace años”, relató el usuario.
De acuerdo con datos de México Previene, en la entidad mexiquense, a un pasajero con alguna discapacidad le cuesta hasta 30 por ciento más de tiempo el poder trasladarse a su destino a diario.
Lo anterior, por las condiciones precarias de las unidades, pues carecen de rampas, botones para personas con debilidad visual, señalética en sistema braille y capacitación para operadores en el trato humano a este tipo de usuarios.
La Red de Sobrevivientes Viales agrega que la falta de equipamiento en las unidades del transporte público que prestan servicio en la entidad, hace imposible que las personas con alguna discapacidad puedan hacer uso de éste.
Las carencias van desde la atención de los operadores, hasta las rampas para que personas en sillas de ruedas pueden subir a las unidades.
Los usuarios deben esperar a que un policía o un ciudadano les brinde ayuda, lo que les hace perder los viajes.
Según cifras de México Previene, en el Estado de México ningún tipo de transporte público cuenta con infraestructura para atender ese sector, incluidos sistemas como el Mexibús.
En administración pasada, la Red de Sobrevivientes Viales entregó una serie de cartas a la Secretaría de Movilidad, a las tres concesionarias del Mexibús y al gobierno del estado para exponer que las tres líneas de ese transporte urbano carecen de información con sistema braille, rutas portátiles y botones de llamados audibles.
Las peticiones se hicieron a partir de las quejas de ciudadanos que se consideran excluidos y discriminados por el sistema.
Juan Manuel debe seguir usando el transporte público, pese a su condición física, pues no cuenta con recursos económicos para usar servicio particular.
“Yo soy usuario de todos los días y me toca una ruta difícil, viajo a diario de Villa Cuauhtémoc a Toluca y aunque la gente me mira, nunca me cede el asiento y los choferes se desesperan cuando subo a los autobuses”, comentó.
De forma específica en el Valle de Toluca, tanto taxis como los camiones de las rutas urbanas y foráneas, carecen de todo tipo de diseños para dar atención a personas con alguna discapacidad.
Son un aproximado de 29 líneas urbanas en la zona 1, en su mayoría adheridas a la Cámara Nacional del Autotransporte Pasaje y Turismo (Canapat) y que omiten este tipo de equipamiento.
De acuerdo con Odilón López Nava, delegado de la Canapat, la inversión para unidades equipadas para atender usuarios con alguna discapacidad, es limitada, derivado a la competencia desleal del transporte irregular, que les quita más del 40% de las ganancias.
Pese al aumento en el pasaje del 20 por ciento, en los acuerdos firmados entre transportistas y la Secretaría de Movilidad, no existe un punto para invertir en dotar a las unidades con infraestructura para usuarios en silla de ruedas, débiles visuales y otras discapacidades.