"¡Sí se puede!" atravesar cualquier muro, aseguran desafiantes algunos mexicanos frente a la frontera con Estados Unidos, donde este martes el presidente Donald Trump supervisará los prototipos de la nueva muralla con la que pretende seguir alejándose de México, tanto en la cartografía como en la diplomacia.
Las relaciones entre México y Estados Unidos atraviesan su peor crisis en décadas y los mexicanos reaccionan desafiantes ante los ocho prototipos de muro erigidos en Otay Mesa, en las afueras de la estadounidense San Diego, que colinda con la mexicana Tijuana (noroeste).
Pareciera que Trump "quiere venir a decirnos que aquí está, que va a hacer lo que él dice de los muros", dice a la AFP Eladio Sánchez, mexicano de 30 años que desde hace 22 vive en un humilde barrio a escasos metros de la frontera.
"Primero pusieron la valla metálica, luego la malla con púas, y ahora los nuevos muros que piensan poner. Cada vez le van añadiendo más, cada vez más altos", lamenta, al contemplar los prototipos desde lo alto de la barda de su casa de ladrillos color gris.
Estas muestras, de cerca de nueve metros de alto y de paredes completamente lisas, fueron construidas por seis compañías y cada una costó entre 300 mil y 500 mil dólares según la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza.
La olas elegidas serpentearán sobre gran parte de la frontera mexicano-estadounidense, de cerca de 3 mil 200 kilómetros y una de las más transitadas del mundo. Se estima que el muro costaría hasta 20.000 millones de dólares.
Para Sánchez, que ha llegado a cruzar la frontera ilegalmente varias veces, el prototipo más difícil de cruzar es el único que tiene un copete de rejas con picos.
"Igual sí se puede cruzar, 'nomás' que está un poquito complicado, pero siempre le busca uno la manera de cómo brincar. Por la necesidad, no es que uno quiera", asegura.
Para la llegada de Trump, programada para la tarde del martes, defensores de los derechos de migrantes preparan "una manifestación pacífica pero muy firme" contra el presidente estadounidense.