PARÍS, Francia.- El viaje secreto que acaba de realizar a Pyongyang el director de la CIA, Mike Pompeo, parece demostrar que los gobiernos de Washington y Pyongyang decidieron reproducir el método de “diplomacia secreta” experimentado con éxito hace casi medio siglo para preparar el acercamiento entre Estados Unidos y Corea del Norte.
Desde hace varios meses, el presidente Donald Trump y el líder norcoreano Kim Jong-un están reproduciendo -paso a paso- el método utilizado por Richard Nixon y Mao Zedong para llegar en 1972 a la famosa cumbre de Pekín.
Ninguno de los dos presidentes fue, en realidad, el verdadero artífice de esa obra maestra de la diplomacia del siglo XX. Los responsables de ese proceso de normalización fueron Henry Kissinger -que en ese momento era director de Seguridad Nacional-, y el primer ministro chino, Zhou Enlai.
Durante los tres días que estuvo en Pekín, entre el 9 y el 11 de julio de 1971, Kissinger desbrozó con Zhou Enlai los puntos críticos de las relaciones bilaterales antes de ser recibido por Mao, que se consagró a explicar los objetivos y definir las líneas rojas de esa evolución de la posición china.
Las puertas de la Ciudad Prohibida recién se abrieron después de una serie de sutiles señales enviadas por ambos países, la mediación diplomática interncional.
Todo ese proceso, que duró 15 meses, fue posible gracias a la llamada diplomacia del ping-pong que comenzó cuando el equipo norteamericano de tenis de mesa viajó a Japón para disputar el campeonato mundial.
Ese precedente histórico es comparable, en buena medida, al desfile conjunto que realizaron los atletas de las dos Coreas durante los Juegos Olímpicos de invierno.