Ni la música revolucionaria, ni la sonrisa de Karl Marx de "El Capital", ni los muros con pintas negras exigiendo una búsqueda infinita provocaron la llamarada estudiantil en aras de recordar aquella matanza de Tlatelolco ocurrida hace 55 años.
Ni perdón ni olvido!!!, refería la convocatoria que hizo la Comunidad Estudiantil Organizada que citó a los estudiantes a acudir a la Ágora de Céñide ubicada en Ciudad Universitaria, a un costado de la facultad de Humanidades de la UAEMex.
A la cita marcada a las 12: horas llegaron pocos, tal y como se escuchaba en la estrofa de una canción: “Solo el valor de unos cuantos” se hizo presente en este espacio.
En una de las tribunas, el rostro de Kant, la mirada retadora de Descartes, el retrato destructor de Nietzsche y el lucido busto de Platón, solo presenciaron en silencio la falta de quórum para recordar aquella sangre derramada en la plaza Tlatelolco.
Pasó el medio día y nada, solo el canto amoroso y rebelde de Mercedes Sosa alentaba el paso constante de estudiantes que se negaban a recordar aquel momento histórico en México.
En la Facultad de Humanidades solo un poco de movimiento, pues el aire movía cada una de las hojas colgadas en un tendedero que recuerda a los 43 estudiantes de Ayotzinapa.
Una revista portada por un alumno en la plaza central de la facultad, donde se mostraba la memoria gráfica del 68, se abría paso entre los estudiantes. No más.
La frase escrita en la ágora: “Amor y rebeldía van enyuntados, quien no es rebelde no ama ni ha amado”, despedía un olor profundo de olvido, sin duda, un desamor al hecho ocurrido.
Un tendedero de fotografía social, una intervención musical, una mercadita, una rodada y un micrófono abierto que en esta ocasión no escuchó grito de los estudiantes, fue la remembranza de aquella lluvia de represión convertida en masacre. Hoy, el 2 de Octubre, ¿sí se olvida?