Ana Karen Guzmán Fuentes, licenciada en Nutrición egresada de la UNITEC señaló que ha resultado difícil que los menores abandonen los malos hábitos alimenticios que adoptaron durante el confinamiento por el virus de la Covid-19.
La nutrióloga, en entrevista señaló que con el tiempo que las personas permanecieron en sus casas por la alerta sanitaria, aumentaron los casos de sobrepeso y obesidad en toda la población especialmente en las niñas y niños. Indicó que ahora con el regreso a la normalidad, ha resultado difícil que los menores aprendan de nueva cuenta a comer de manera saludable.
La especialista señaló que durante el confinamiento los problemas de obesidad y sobrepeso se agudizaron. Se elevó demasiado el consumo de bebidas azucaradas y alimentos altos en azúcar (postres, dulces), apuntó que sin duda los más afectados fueron los estudiantes de kínder y primaria.
“Muchos de los niños durante el encierro en sus casas se dedicaban a ver la televisión, donde todo el tiempo están literalmente bombardeados de anuncios de comida chatarra, refrescos, postres y golosinas. Esto condiciona al cerebro a que le da antojo de algo, es como un hambre emocional porque la gente busca solo comer algo para pasar el rato, no porque en realidad lo necesite”, explicó.
Ana Karen apuntó que con el retorno a la normalidad y la reapertura en las escuelas resulta muy difícil que los niños consuman alimentos saludables y nutritivos, debido a la gran cantidad de puestos afuera de las escuelas que venden comida chatarra. Añadió que diversas áreas de salud, entre estas la de nutrición han buscado políticas para que se regule lo que venden tanto dentro como fuera de las escuelas.
Otro problema, dijo son las fiestas y festivales infantiles donde a la mayoría de los infantes les regalan bolsitas de dulces conformadas de 10 a 15 productos, que la mayoría de ocasiones los menores ingieren en un solo día todos los caramelos, que equivalen a aproximadamente 800 calorías.
Refirió que los niños de 6 a 8 años requieren un total de mil 400 calorías por día, mientras que los de 9 a 11 años requieren mil 750, los cuales deben provenir de los diferentes grupos de alimentos.
“Estaría bien que cambien desde los alimentos que se ofrecen dentro de las cafeterías, por ejemplo que ya no vendan papas o que estas por lo menos sean en menor cantidad", dijo.
La nutrióloga explicó que los niños al salir de la escuela, perciben los olores, los colores de los alimentos que ven que los otros niños traen (frituras, refrescos, helados, caramelos) que les llama la atención y enseguida exigen a quienes los acompañan les compren.
“No se trata de prohibir el consumo, pero es muy importante moderarlo y enseñar a los menores que existen otras opciones de comida más saludable incluso al salir de la escuela, como las frutas. Desafortunadamente no se puede controlar lo que se vende por fuera y lo que ingieren los niños es responsabilidad de sus padres”; concluyó.