/ domingo 6 de mayo de 2018

#Especial || Conflictos vecinales, pérdida de valores e incremento de la cultura de la violencia

Advierten especialistas en la necesidad de educar con valores a las nuevas generaciones y reeducar a jóvenes y adultos

La convivencia social en los municipios de Toluca, Ecatepec y Nezahualcóyotl refleja signos de descomposición.

Por ejemplo, los problemas con vecinos en Toluca registran una incidencia de 34.4%, Ecatepec 17.3% y Nezahualcóyotl 19.5%.

Mientras que los conflictos con desconocidos en la calle es una problemática que en Toluca alcanza el 36.8%, en Ecatepec 40% y en Nezahualcóyotl 28.6%.

Esto según la percepción de adultos de 18 años y más que participaron en la Encuesta Nacional de Seguridad Urbana (ENSU), que se aplicó en 17 mil 400 viviendas de 55 ciudades en las 32 entidades federativas del país.

Derivado de esta percepción ciudadana, destaca que los principales conflictos se enfrentan con vecinos y desconocidos en la calle.

También se observa ineficacia de los gobiernos para atender estas problemáticas en porcentajes que van del 90.2% al 71.8%, respectivamente.

Especialistas en Sociología, Criminología, y Psicología, coinciden en que en la pérdida de valores éticos y morales, así como en la cultura de violencia que invade a la sociedad, radica la razón de los que cada vez más frecuentes conflictos vecinales, luego de que el INEGI publicara los resultados.

El sociólogo Juan Luis Ramírez Torres, investigador y catedrático de la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEM), señala que los conflictos vecinales han existido toda la vida y recuerda la experiencia de vivir en espacios colectivos donde la constante era el vecino de al lado que hacía ruido y llegaba con los amigos de madrugada a poner música a todo volumen, o dejar la basura en la entrada del otro, o con el incremento en el uso del vehículo se propicia la invasión de los espacios de estacionamiento con la consecuente molestia para el otro.

Además, esta cultura de la violencia hace que unos tengan que dominar sobre otros y con ello, se ha perdido hasta el pudor o la precaución que antes tenían quienes consumían alcohol o drogas, pues buscaban espacios más o menos privados, en cambio hoy hay quienes lo hacen en los espacios de uso común de los fraccionamientos, condominios y hasta en la vía pública, porque piensan que “con ello voy a demostrar mi poder y me voy a imponer sobre los demás y me van a temer”.

Pero el llegar a niveles donde aparece la violencia podría atribuirse, a por lo menos, dos factores: de una parte la cultura de la violencia que nos ha invadido, en el pasado se buscaba hablar y llegar a un acuerdo, incluso cuando dos jóvenes trataban de llegar a un acuerdo sin lograrlo y empezaban a levantar la voz aparecía la abuelita, la mamá y decían “a ver, cálmense muchachos, deja que yo hable con la mamá del otro”; entonces se alcanzaban acuerdos, pero hoy en día hasta la abuelita puede participar en el conflicto y pasamos de una confrontación a golpear a que alguien saque un arma y mate al de enfrente.

Y del otro lado no tenemos una instancia legitimada, política, social y moralmente que pueda lidiar con estos conflictos, prácticamente a nadie se le ocurre ir con un juez de paz a dirimir el conflicto, por una instancia legal. También a muy poca gente se le ocurriría llamar a la patrulla, porque sería involucrarse en la posibilidad de corrupción, de mayores influyentismos y donde no van a remediar nada, entonces la gente va por la vía directa, a resolver las cosas de manera violenta.

De esta manera, el ambiente de inseguridad que estamos viviendo se potencia ante un conflicto que siempre ha existido, los conflictos intervecinales, pero que ahora no cuenta con alguien que tenga autoridad moral para encontrar alternativas de solución, entonces, por una bolsa de basura la gente se mata.


El punto de vista criminológico

“Los conflictos vecinales se derivan de la búsqueda de nuestra comodidad y de no pensar en cómo afectamos a un tercero; es decir, no logramos entender que al vivir en un núcleo social todo lo que hagamos repercute bien o mal en los demás integrantes y a la larga nos afecta a nosotros mismos, a nuestra familia, amigos, etcétera”, opinó la maestra en Criminología y Criminalística Gabriela Lucila Estrada San Juan.

Consideró que cuando las personas viven en espacios colectivos, se les olvida que con el mismo acelere con que ellos viven su vida lo hacen sus vecinos y cuando tienen más vehículos de los permitidos se les hace más fácil estacionarlos en el lugar que esté vacío, sin importar que sea el del vecino o porque es el que te permite salir más fácilmente a la mañana siguiente.

El hecho de no ser empático nos lleva a tener esa clase de problemas, pero después resulta hasta irrisorio que cuando nos hacen lo mismo nos molestamos y ello deriva en una problema colectivo, porque voy molesto a tocarle al vecino, sin pensar que somos nosotros mismos los que estamos dando pie a ese tipo de problemas por no saber convivir y respetar al prójimo, señala la criminóloga adscrita al Centro de Prevención y Readaptación Social de Santiaguito en Almoloya de Juárez.

Esta situación, cuando se repite constantemente, va escalando y puede llegar a convertirse en actos de vandalismo, por ejemplo, el ir a dejar la basura en la entrada del vecino y éste por hacerme la maldad me hace una fechoría en mi casa que puede ser desde tirar la basura en tu entrada hasta realizar pintas, poncharle una llanta a tu coche o rayar la carrocería.

No tenemos una inteligencia emocional para saber manejar los problemas emocionales, psicológicos y hasta económicos que tenemos que enfrentar día a día y se llega a buscar no quién te la hizo, sino quién te la paga.

Gabriela Lucila Estrada destacó la necesidad de reeducarnos como sociedad, recuperar los valores éticos y morales y promoverlos desde los primeros años hasta la adultez, e insistir mucho en el principio de que tu derecho termina donde comienza el del otro y aunque entre adultos es más difícil abandonar ideas arraigas con esfuerzo se consigue.

Explicó que cuando se permite dejar la basura sobre todo en los espacios comunes, se empieza a configurar la teoría “de las ventanas rotas”, lo cual significa que cuando se ve un lugar descuidado o abandonado pensamos que no pertenece a nadie y lejos de dejarlo como estaba o hacer el intento de cuidarlo, lo vandalizamos.


El tema psicológico derivado de los conflictos vecinales

La psicóloga Lizbeth Ángeles Salgado habló de la situación emocional que desencadenan los conflictos vecinales, pues se suscitan entre personas a quienes vemos todos los días y eso puede llegar a generar en algunas personas situaciones de estrés extremo.

Personas con tendencias a interiorizar sus emociones, de personalidad tímida y emocionalmente frágiles podrán caer en estados de depresión que los pueden llevar a tomar decisiones drásticas en contra de sí mismos cuando el conflicto vecinal tome rasgos extremos.

Otras personas se expresarán de manera agresiva y podrán responder a los conflictos vecinales con actitudes negativas que no abonarán a las soluciones y otros más, sobre todo los adolescentes tenderán a introyectar o incorporar a su estructura mental y emocional los elementos del ambiente familiar y social en el que le tocó vivir; es decir, asumen los comportamientos de otros con la convicción de que son suyos.

La psicóloga adscrita al Centro Penitenciario y de Readaptación Social de Santiaguito, estimó que cuando se vive en constante tensión emocional por este tipo de situaciones conflictivas, se puede llegar a afectar no sólo la convivencia vecinal sino también la familiar.

Coincidió también en la necesidad de recuperar valores morales y recomendó recurrir a asociaciones de la sociedad civil que se dedican a atender problemas de conducta a través de la educación y la impartición de terapias para tratar de recuperar la armonía y la buena vecindad, sobre todo porque es difícil que las personas acepten que tienen un problema de conducta que requiere la intervención de un psicológico, aunque cada día la sociedad reconoce que es una disciplina útil para todo ser humano.


Algunas sugerencias para la solución de conflictos vecinales

Para solucionar este tipo de conflictos, sobre todo cuando ya adquieren matices violentos, lo mejor es recurrir a la mediación, considera Gabriela Lucila Estrada San Juan; es decir, buscar la solución a los conflictos de una manera pacífica y con la intervención de un mediador, que debe ser ajeno a ambas partes, para que intente alcanzar una solución y dejar satisfechas, en la medida de lo posible, a las partes involucradas, evitando tener que llegar a las autoridades con denuncias.

Uno de los principales objetivos de la mediación es dialogar para que cada parte entienda cuál es el problema y cuál la mejor solución al mismo, a fin de evitar que se llegue a agresiones que pueden tener consecuencias físicas, psicológicas y hasta económicas.

La mediación es un recurso que pudiera parecer complejo, pues está basado en que las partes involucradas acepten la intervención de un tercero y estén dispuestas a recuperar la convivencia armónica y pacífica poniendo de su parte para solucionarlo, pero ha tenido buenos resultados, porque se utiliza un lenguaje especial, llamado “del yo”, en donde no se agrede a ninguna de las partes para tratar de llegar a la solución del conflicto de manera que sea benéfico para las partes.

Para el sociólogo Juan Luis Ramírez Torres, la gran responsabilidad social en cualquier comunidad radica en las autoridades y deben promover -no solamente imponer de manera coercitiva- una norma social, sino promover la educación entre las nuevas generaciones y la reeducación entre los jóvenes y adultos, empezando por sus policías, pues actualmente a poca gente se le ocurriría llamar a una patrulla o acudir a un juez de paz para dirimir el conflicto.

La convivencia social en los municipios de Toluca, Ecatepec y Nezahualcóyotl refleja signos de descomposición.

Por ejemplo, los problemas con vecinos en Toluca registran una incidencia de 34.4%, Ecatepec 17.3% y Nezahualcóyotl 19.5%.

Mientras que los conflictos con desconocidos en la calle es una problemática que en Toluca alcanza el 36.8%, en Ecatepec 40% y en Nezahualcóyotl 28.6%.

Esto según la percepción de adultos de 18 años y más que participaron en la Encuesta Nacional de Seguridad Urbana (ENSU), que se aplicó en 17 mil 400 viviendas de 55 ciudades en las 32 entidades federativas del país.

Derivado de esta percepción ciudadana, destaca que los principales conflictos se enfrentan con vecinos y desconocidos en la calle.

También se observa ineficacia de los gobiernos para atender estas problemáticas en porcentajes que van del 90.2% al 71.8%, respectivamente.

Especialistas en Sociología, Criminología, y Psicología, coinciden en que en la pérdida de valores éticos y morales, así como en la cultura de violencia que invade a la sociedad, radica la razón de los que cada vez más frecuentes conflictos vecinales, luego de que el INEGI publicara los resultados.

El sociólogo Juan Luis Ramírez Torres, investigador y catedrático de la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEM), señala que los conflictos vecinales han existido toda la vida y recuerda la experiencia de vivir en espacios colectivos donde la constante era el vecino de al lado que hacía ruido y llegaba con los amigos de madrugada a poner música a todo volumen, o dejar la basura en la entrada del otro, o con el incremento en el uso del vehículo se propicia la invasión de los espacios de estacionamiento con la consecuente molestia para el otro.

Además, esta cultura de la violencia hace que unos tengan que dominar sobre otros y con ello, se ha perdido hasta el pudor o la precaución que antes tenían quienes consumían alcohol o drogas, pues buscaban espacios más o menos privados, en cambio hoy hay quienes lo hacen en los espacios de uso común de los fraccionamientos, condominios y hasta en la vía pública, porque piensan que “con ello voy a demostrar mi poder y me voy a imponer sobre los demás y me van a temer”.

Pero el llegar a niveles donde aparece la violencia podría atribuirse, a por lo menos, dos factores: de una parte la cultura de la violencia que nos ha invadido, en el pasado se buscaba hablar y llegar a un acuerdo, incluso cuando dos jóvenes trataban de llegar a un acuerdo sin lograrlo y empezaban a levantar la voz aparecía la abuelita, la mamá y decían “a ver, cálmense muchachos, deja que yo hable con la mamá del otro”; entonces se alcanzaban acuerdos, pero hoy en día hasta la abuelita puede participar en el conflicto y pasamos de una confrontación a golpear a que alguien saque un arma y mate al de enfrente.

Y del otro lado no tenemos una instancia legitimada, política, social y moralmente que pueda lidiar con estos conflictos, prácticamente a nadie se le ocurre ir con un juez de paz a dirimir el conflicto, por una instancia legal. También a muy poca gente se le ocurriría llamar a la patrulla, porque sería involucrarse en la posibilidad de corrupción, de mayores influyentismos y donde no van a remediar nada, entonces la gente va por la vía directa, a resolver las cosas de manera violenta.

De esta manera, el ambiente de inseguridad que estamos viviendo se potencia ante un conflicto que siempre ha existido, los conflictos intervecinales, pero que ahora no cuenta con alguien que tenga autoridad moral para encontrar alternativas de solución, entonces, por una bolsa de basura la gente se mata.


El punto de vista criminológico

“Los conflictos vecinales se derivan de la búsqueda de nuestra comodidad y de no pensar en cómo afectamos a un tercero; es decir, no logramos entender que al vivir en un núcleo social todo lo que hagamos repercute bien o mal en los demás integrantes y a la larga nos afecta a nosotros mismos, a nuestra familia, amigos, etcétera”, opinó la maestra en Criminología y Criminalística Gabriela Lucila Estrada San Juan.

Consideró que cuando las personas viven en espacios colectivos, se les olvida que con el mismo acelere con que ellos viven su vida lo hacen sus vecinos y cuando tienen más vehículos de los permitidos se les hace más fácil estacionarlos en el lugar que esté vacío, sin importar que sea el del vecino o porque es el que te permite salir más fácilmente a la mañana siguiente.

El hecho de no ser empático nos lleva a tener esa clase de problemas, pero después resulta hasta irrisorio que cuando nos hacen lo mismo nos molestamos y ello deriva en una problema colectivo, porque voy molesto a tocarle al vecino, sin pensar que somos nosotros mismos los que estamos dando pie a ese tipo de problemas por no saber convivir y respetar al prójimo, señala la criminóloga adscrita al Centro de Prevención y Readaptación Social de Santiaguito en Almoloya de Juárez.

Esta situación, cuando se repite constantemente, va escalando y puede llegar a convertirse en actos de vandalismo, por ejemplo, el ir a dejar la basura en la entrada del vecino y éste por hacerme la maldad me hace una fechoría en mi casa que puede ser desde tirar la basura en tu entrada hasta realizar pintas, poncharle una llanta a tu coche o rayar la carrocería.

No tenemos una inteligencia emocional para saber manejar los problemas emocionales, psicológicos y hasta económicos que tenemos que enfrentar día a día y se llega a buscar no quién te la hizo, sino quién te la paga.

Gabriela Lucila Estrada destacó la necesidad de reeducarnos como sociedad, recuperar los valores éticos y morales y promoverlos desde los primeros años hasta la adultez, e insistir mucho en el principio de que tu derecho termina donde comienza el del otro y aunque entre adultos es más difícil abandonar ideas arraigas con esfuerzo se consigue.

Explicó que cuando se permite dejar la basura sobre todo en los espacios comunes, se empieza a configurar la teoría “de las ventanas rotas”, lo cual significa que cuando se ve un lugar descuidado o abandonado pensamos que no pertenece a nadie y lejos de dejarlo como estaba o hacer el intento de cuidarlo, lo vandalizamos.


El tema psicológico derivado de los conflictos vecinales

La psicóloga Lizbeth Ángeles Salgado habló de la situación emocional que desencadenan los conflictos vecinales, pues se suscitan entre personas a quienes vemos todos los días y eso puede llegar a generar en algunas personas situaciones de estrés extremo.

Personas con tendencias a interiorizar sus emociones, de personalidad tímida y emocionalmente frágiles podrán caer en estados de depresión que los pueden llevar a tomar decisiones drásticas en contra de sí mismos cuando el conflicto vecinal tome rasgos extremos.

Otras personas se expresarán de manera agresiva y podrán responder a los conflictos vecinales con actitudes negativas que no abonarán a las soluciones y otros más, sobre todo los adolescentes tenderán a introyectar o incorporar a su estructura mental y emocional los elementos del ambiente familiar y social en el que le tocó vivir; es decir, asumen los comportamientos de otros con la convicción de que son suyos.

La psicóloga adscrita al Centro Penitenciario y de Readaptación Social de Santiaguito, estimó que cuando se vive en constante tensión emocional por este tipo de situaciones conflictivas, se puede llegar a afectar no sólo la convivencia vecinal sino también la familiar.

Coincidió también en la necesidad de recuperar valores morales y recomendó recurrir a asociaciones de la sociedad civil que se dedican a atender problemas de conducta a través de la educación y la impartición de terapias para tratar de recuperar la armonía y la buena vecindad, sobre todo porque es difícil que las personas acepten que tienen un problema de conducta que requiere la intervención de un psicológico, aunque cada día la sociedad reconoce que es una disciplina útil para todo ser humano.


Algunas sugerencias para la solución de conflictos vecinales

Para solucionar este tipo de conflictos, sobre todo cuando ya adquieren matices violentos, lo mejor es recurrir a la mediación, considera Gabriela Lucila Estrada San Juan; es decir, buscar la solución a los conflictos de una manera pacífica y con la intervención de un mediador, que debe ser ajeno a ambas partes, para que intente alcanzar una solución y dejar satisfechas, en la medida de lo posible, a las partes involucradas, evitando tener que llegar a las autoridades con denuncias.

Uno de los principales objetivos de la mediación es dialogar para que cada parte entienda cuál es el problema y cuál la mejor solución al mismo, a fin de evitar que se llegue a agresiones que pueden tener consecuencias físicas, psicológicas y hasta económicas.

La mediación es un recurso que pudiera parecer complejo, pues está basado en que las partes involucradas acepten la intervención de un tercero y estén dispuestas a recuperar la convivencia armónica y pacífica poniendo de su parte para solucionarlo, pero ha tenido buenos resultados, porque se utiliza un lenguaje especial, llamado “del yo”, en donde no se agrede a ninguna de las partes para tratar de llegar a la solución del conflicto de manera que sea benéfico para las partes.

Para el sociólogo Juan Luis Ramírez Torres, la gran responsabilidad social en cualquier comunidad radica en las autoridades y deben promover -no solamente imponer de manera coercitiva- una norma social, sino promover la educación entre las nuevas generaciones y la reeducación entre los jóvenes y adultos, empezando por sus policías, pues actualmente a poca gente se le ocurriría llamar a una patrulla o acudir a un juez de paz para dirimir el conflicto.

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