Desde el sábado, el cerro de La Verónica está en llamas. El incendio, presumen, fue provocado y el fuego rápidamente se propagó. Para evitar que el daño sea mayor, los comuneros de la región se organizaron para realizar brechas cortafuego.
Pese a que las brigadas de Conafor y Probosque trabajan en el lugar, debido al difícil acceso, es necesario un helicóptero que arroje descargas de agua, pero reconocieron que no hay en la zona.
Así que los pobladores han visto arder el cerro que para ellos es místico y parte del Bosque de Agua Otomí. También han sido testigos de cómo las águilas y las lechuzas, los reptiles, las ardillas, los conejos y hasta los gatos de monte han muerto, algunos quemados, otros sofocados por el intenso humo.
Para José Cleto, la tragedia es que sólo pueden hacer brechas para que no se extienda la zona afectada y esperar a que el material combustible se consuma, no queda más.
Aunque el panorama no es alentador, trabajan día y noche para proteger un cerro devastado por los incendios y la tala.
“Ese día (el sábado 9 de marzo) el incendio comenzó como a las 06:00 de la mañana, sospechamos de un sujeto que fue visto por varias personas en la zona, lo vieron de lejos y después inició el fuego que se extendió a otras zonas del cerro y ha sido difícil controlarlo”.
- También puedes leer: Valle de México registra dos incendios en las últimas horas
Sin datos sobre la afectación
Pese a que los días pasan, determinar el perímetro afectado no ha sido posible debido a las condiciones del terreno, incluso la Protectora de Bosques (Probosque) señaló que será hasta este miércoles que comiencen las labores para determinar los daños en la región.
Pero un metro cuadrado es importante, señaló Pepe Cleto, quien destacó que el cerro de La Verónica alberga a más comunidades de Santa María Tlalmimilolpan, San Francisco Xochicuautla, Huitzizilapan y una parte de Santiago Analco.
“Nuestro cerro es sagrado, es un lugar de ofrenda, de culto a nuestros antepasados. Por eso, desde que se detectó el incendio, se comenzó a trabajar, muchos están reforzando las brechas cortafuego”.
A la zona han llegado brigadas de la Probosque y la Comisión Nacional Forestal (Conafor), pero las manos son insuficientes, por lo que los comisariados han organizado a voluntarios para apoyar en las labores de control del siniestro.
“Con la experiencia que tenemos, tenemos varios años trabajando en esto y de manera voluntaria, hemos aplicado nuestra experiencia ahí. Se hacen las brechas, pero hay zonas en las que no se puede atacar el fuego directamente, en especial por el calor de la mañana y los vientos que soplan por las tardes”.
Sequías y fuego amenazan al Bosque Otomí
El Bosque Otomí, enclavado entre el Valle de Toluca y la Ciudad de México, se ha convertido en zona de resistencia progreso debido a que, defienden sus comuneros, es un pulmón de la zona centro del país y generador de agua.
La última vez que lo vieron devorado por el fuego fue hace 30 años, por lo que temen a los estragos de los incendios.
“Nos vamos todo el día, incluso el miércoles en la noche nos organizamos, estamos orgullosos de que llegaron mujeres voluntarias. Subimos 25 y bajamos alrededor de las 04:00 de la mañana”, añadió Pepe Cleto, quien recalcó que los voluntarios llegan por sus propios medios, sin paga de por medio y con las herramientas que tienen en casa.
Con la creación de brechas cortafuego esperan poder focalizar los daños y con ello, salvar a las especies que habitan la zona, no sólo los árboles o arbustos, sino también a los animales pues lamentan que incluso el canto de las aves es triste ante el panorama de la devastación.
El llamado de los voluntarios es a que se intensifiquen las labores de prevención y atención a los incendios que devoran bosques que tardan años en recuperarse de un evento de este tipo, tanto por parte de los tres órdenes de gobierno como de los brigadistas voluntarios, pues el incendio está lejos de ser liquidado.
