/ viernes 29 de abril de 2022

Video | "Queremos a nuestros desaparecidos": la protesta que no puede desaparecer el Estado

Las familias se han volcado al asfalto, han puesto vallas humanas, le han gritado a los automovilistas, les han llorado allí de frente, con sus cartulinas y las fotos de sus hijos desaparecidos

Y de allí no se movieron, aunque el sol y los automovilistas pareciera que los digieren y luego los escupían. Han decidido marchar y bloquear unidos, porque por separado ya han buscado en recónditos lugares y no hay ningún cuerpo, ningún peritaje final que les diga si sus hijos e hijas están vivos o muertos.

“Hemos buscado en recónditos lugares y nadie nos hace caso”, explaya una de las madres que está detrás del bloqueo y contesta a los automovilistas que le gritan que se quite.

Este viernes, fue el día de protesta de las familias que han buscado por separado a sus hijas e hijos, víctimas de desaparición forzada en el estado de México. Algo no hecho antes, no vivido, aunque ellos, las familias de los desaparecidos, a diario lo viven.

Teresa Enríquez y Silvestre Reynoso, tienen en común haber hecho sus propias búsquedas, tienen en común haber sido ignorados por las autoridades, antes de llegar al extremo de bloquear una autopista para encontrar a sus hijos.

Teresa es madre de Ivone Alonso, de 16 años y desaparecida en Jocotitlán y Silvestre, es padre de Jorge Reynoso, joven trailero de 28 años desaparecido en Ciudad del Carmen, Campeche, pero oriundo de Temascalcingo.

Crisis de empatía

"A ti solo te afecta en tu día de trabajo, a mí me afecta en que no sé dónde y quién tiene a mi hija", le grita a un grupo de automovilistas la madre de Laura, joven desaparecida desde el 2016 en San Mateo Atenco. Luego la mujer se repliega hacia atrás, porque en el bloqueo no hay casi nada de empatía. A todos les urge salir del infierno vial.

Las familias se han volcado al asfalto, han puesto vallas humanas, le han gritado a los automovilistas, les han llorado con sus cartulinas y las fotos de sus hijos desaparecidos para que les permitan seguir protestando. Pero la empatía de los otros tiene poco lugar en las discusiones acaloradas.

Un susurro

Allí en uno de los bloqueos, la madre de Jorge Reynoso susurra: "que nos regresen a Chiquillo", y no deja de sostener una cartulina con la foto de su hijo pegada en el papel al lado del nombre que dice: “Jorge Reynoso Gutiérrez, desaparecido en Ciudad del Carmen, Campeche, es trailero y es de Temascalcingo".

Siempre lo mismo

“Siempre es lo mismo, uno va a la Fiscalía y te dicen que ya merito”, reclama Domitila Hernández, madre de Laura Heras Hernández, desaparecida el 5 de enero de 2016 en San Mateo Atenco.

“Mi hija iba rumbo a su trabajo y de la carretera se la llevó un taxi de ahí no se supo nada”, recuerda Domitila casi resignada. Llegó sola al bloqueo con una cartulina que tiene pegadas dos fotos de su hija. Y Laura luce de 20 años, pero dice Domitila que ya habría cumplido los 26 años.

Unidos

Con dos fichas odiseas de su hija, pegadas en su pecho y a su espalda, Concepción Rivera Guerrero, grita al tumulto de automovilistas que les cuestionan por bloquear. Concepción les grita al resto de familias que están unidos y no desistan.

“Mi hija era activista, médico legista y recogía a niños de la calle”, explica la madre de Grisell Pérez Rivera, de 38 años y desaparecida hace un año y cuatro meses en Tlalmanalco.


Y de allí no se movieron, aunque el sol y los automovilistas pareciera que los digieren y luego los escupían. Han decidido marchar y bloquear unidos, porque por separado ya han buscado en recónditos lugares y no hay ningún cuerpo, ningún peritaje final que les diga si sus hijos e hijas están vivos o muertos.

“Hemos buscado en recónditos lugares y nadie nos hace caso”, explaya una de las madres que está detrás del bloqueo y contesta a los automovilistas que le gritan que se quite.

Este viernes, fue el día de protesta de las familias que han buscado por separado a sus hijas e hijos, víctimas de desaparición forzada en el estado de México. Algo no hecho antes, no vivido, aunque ellos, las familias de los desaparecidos, a diario lo viven.

Teresa Enríquez y Silvestre Reynoso, tienen en común haber hecho sus propias búsquedas, tienen en común haber sido ignorados por las autoridades, antes de llegar al extremo de bloquear una autopista para encontrar a sus hijos.

Teresa es madre de Ivone Alonso, de 16 años y desaparecida en Jocotitlán y Silvestre, es padre de Jorge Reynoso, joven trailero de 28 años desaparecido en Ciudad del Carmen, Campeche, pero oriundo de Temascalcingo.

Crisis de empatía

"A ti solo te afecta en tu día de trabajo, a mí me afecta en que no sé dónde y quién tiene a mi hija", le grita a un grupo de automovilistas la madre de Laura, joven desaparecida desde el 2016 en San Mateo Atenco. Luego la mujer se repliega hacia atrás, porque en el bloqueo no hay casi nada de empatía. A todos les urge salir del infierno vial.

Las familias se han volcado al asfalto, han puesto vallas humanas, le han gritado a los automovilistas, les han llorado con sus cartulinas y las fotos de sus hijos desaparecidos para que les permitan seguir protestando. Pero la empatía de los otros tiene poco lugar en las discusiones acaloradas.

Un susurro

Allí en uno de los bloqueos, la madre de Jorge Reynoso susurra: "que nos regresen a Chiquillo", y no deja de sostener una cartulina con la foto de su hijo pegada en el papel al lado del nombre que dice: “Jorge Reynoso Gutiérrez, desaparecido en Ciudad del Carmen, Campeche, es trailero y es de Temascalcingo".

Siempre lo mismo

“Siempre es lo mismo, uno va a la Fiscalía y te dicen que ya merito”, reclama Domitila Hernández, madre de Laura Heras Hernández, desaparecida el 5 de enero de 2016 en San Mateo Atenco.

“Mi hija iba rumbo a su trabajo y de la carretera se la llevó un taxi de ahí no se supo nada”, recuerda Domitila casi resignada. Llegó sola al bloqueo con una cartulina que tiene pegadas dos fotos de su hija. Y Laura luce de 20 años, pero dice Domitila que ya habría cumplido los 26 años.

Unidos

Con dos fichas odiseas de su hija, pegadas en su pecho y a su espalda, Concepción Rivera Guerrero, grita al tumulto de automovilistas que les cuestionan por bloquear. Concepción les grita al resto de familias que están unidos y no desistan.

“Mi hija era activista, médico legista y recogía a niños de la calle”, explica la madre de Grisell Pérez Rivera, de 38 años y desaparecida hace un año y cuatro meses en Tlalmanalco.


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