/ sábado 23 de marzo de 2024

César Vallejo, Poeta de la cena miserable

El poeta César Vallejo (Santiago de Chuco, Perú, 16 de marzo 1892-París, 15 de abril 1938) cumpliría este 16 de marzo 132 años lo que resultaría casi imposible; sin embargo, su poesía continúa vigente al paso de los años.

Vallejo logró con su lírica un desgarramiento sobrecogedor que representa mucho del sentir latinoamericano; a su vez y para su época, sus versos revolucionaron su entorno gracias a su técnica innovadora y gratamente moderna. El simbolismo en su poesía se transforma y cambia la lógica de lo que se tenía acostumbrado en su momento.

Las metáforas con las que trabaja Vallejo son de una innovación reconfortante gracias a su lenguaje renovado dando lugar a paisajes literarios de una vanguardia literaria sin igual.

Ante el dolor propio, Vallejo enfrenta con valentía y solidaridad la vida y la muerte. Nos traslada a lugares inabarcables con una poética libertaria cercana a la justicia sin nunca olvidar sus orígenes mestizos.

En su poemario Los heraldos negros (1918) el autor se sumerge en escritos sobre la mujer, la religión y la infancia. Con este, su primer poemario, se da un distanciamiento con los poetas modernos y se entrega al arrebato visceral y a lo coloquial, a lo cercano, a lo inmediato, para así llegar a un lector que pudiera entender esas metáforas, si bien es cierto rebuscadas, pero también llenas de empatía.

AMOR PROHIBIDO

Subes centelleante de labios y ojeras!

Por tus venas subo, como un can herido

que busca el refugio de blandas arenas.


Amor, en el mundo tú eres un pecado!

Mi beso es la punta chispeante del cuerno

del diablo; mi beso que es credo sagrado.


Espíritu es el horópter que pasa

¡puro en su blasfemia!

¡el corazón engendra al cerebro!

que pasa hacia el tuyo, por mi barro triste.

Platónico estambre

que existe en el cáliz donde tu alma existe!


¿Algún penitente silencio siniestro?

¿Tú acaso lo escuchas? Inocente flor!

… Y saber que donde no hay un Padrenuestro,

el Amor es un Cristo pecador!


En su poemario Trilce (1922), que Vallejo escribió en prisión, hay un desdoblamiento natural para romper con lo ya establecido en lo que a la poética latinoamericana se refiere. Se atreve con la irreverencia y la creación de neologismos. Como todo poeta marginal, en su momento no fue bien visto por sus contemporáneos, pero con el paso de los años se ha convertido en uno de los poetas más influyentes de muchas generaciones. El mejor homenaje que se le puede rendir a Vallejo es leerlo.

LXXVII

Graniza tanto, como para que yo recuerde

y acreciente las perlas

que he recogido del hocico mismo

de cada tempestad.


No se vaya a secar esta lluvia.

A menos que me fuese dado

caer ahora para ella, o que me enterrasen

mojado en el agua

que surtiera de todos los fuegos.


¿Hasta dónde me alcanzará esta lluvia?

Temo me quede con algún flanco seco;

temo que ella se vaya, sin haberme probado

en las sequías de increíbles cuerdas vocales,

por las que,

para dar armonía,

hay siempre que subir ¡nunca bajar!

¿No subimos acaso para bajar?

Canta lluvia, en la costa aún sin mar!

X: @GastonPedraza

IG: @gastonpedraza

FB: gaston.pedrazamunoz

El poeta César Vallejo (Santiago de Chuco, Perú, 16 de marzo 1892-París, 15 de abril 1938) cumpliría este 16 de marzo 132 años lo que resultaría casi imposible; sin embargo, su poesía continúa vigente al paso de los años.

Vallejo logró con su lírica un desgarramiento sobrecogedor que representa mucho del sentir latinoamericano; a su vez y para su época, sus versos revolucionaron su entorno gracias a su técnica innovadora y gratamente moderna. El simbolismo en su poesía se transforma y cambia la lógica de lo que se tenía acostumbrado en su momento.

Las metáforas con las que trabaja Vallejo son de una innovación reconfortante gracias a su lenguaje renovado dando lugar a paisajes literarios de una vanguardia literaria sin igual.

Ante el dolor propio, Vallejo enfrenta con valentía y solidaridad la vida y la muerte. Nos traslada a lugares inabarcables con una poética libertaria cercana a la justicia sin nunca olvidar sus orígenes mestizos.

En su poemario Los heraldos negros (1918) el autor se sumerge en escritos sobre la mujer, la religión y la infancia. Con este, su primer poemario, se da un distanciamiento con los poetas modernos y se entrega al arrebato visceral y a lo coloquial, a lo cercano, a lo inmediato, para así llegar a un lector que pudiera entender esas metáforas, si bien es cierto rebuscadas, pero también llenas de empatía.

AMOR PROHIBIDO

Subes centelleante de labios y ojeras!

Por tus venas subo, como un can herido

que busca el refugio de blandas arenas.


Amor, en el mundo tú eres un pecado!

Mi beso es la punta chispeante del cuerno

del diablo; mi beso que es credo sagrado.


Espíritu es el horópter que pasa

¡puro en su blasfemia!

¡el corazón engendra al cerebro!

que pasa hacia el tuyo, por mi barro triste.

Platónico estambre

que existe en el cáliz donde tu alma existe!


¿Algún penitente silencio siniestro?

¿Tú acaso lo escuchas? Inocente flor!

… Y saber que donde no hay un Padrenuestro,

el Amor es un Cristo pecador!


En su poemario Trilce (1922), que Vallejo escribió en prisión, hay un desdoblamiento natural para romper con lo ya establecido en lo que a la poética latinoamericana se refiere. Se atreve con la irreverencia y la creación de neologismos. Como todo poeta marginal, en su momento no fue bien visto por sus contemporáneos, pero con el paso de los años se ha convertido en uno de los poetas más influyentes de muchas generaciones. El mejor homenaje que se le puede rendir a Vallejo es leerlo.

LXXVII

Graniza tanto, como para que yo recuerde

y acreciente las perlas

que he recogido del hocico mismo

de cada tempestad.


No se vaya a secar esta lluvia.

A menos que me fuese dado

caer ahora para ella, o que me enterrasen

mojado en el agua

que surtiera de todos los fuegos.


¿Hasta dónde me alcanzará esta lluvia?

Temo me quede con algún flanco seco;

temo que ella se vaya, sin haberme probado

en las sequías de increíbles cuerdas vocales,

por las que,

para dar armonía,

hay siempre que subir ¡nunca bajar!

¿No subimos acaso para bajar?

Canta lluvia, en la costa aún sin mar!

X: @GastonPedraza

IG: @gastonpedraza

FB: gaston.pedrazamunoz

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