/ sábado 3 de febrero de 2024

Buñuel en Nueva York

Del 1 al 17 de febrero de este año, el MoMA (Museum of Modern Art) de Nueva York proyectará 21 películas de las 22 que Luis Buñuel (Calanda, España. 22 de febrero de 1900) filmó en México. Esto en una merecida retrospectiva en honor al cineasta universal.


Buñuel en el periodo comprendido entre 1928 – 1932 filmó sus primeras tres películas. El perro andaluz (1928-29), La edad de oro (1930) y un documental llamado Las Hurdes (1932). Son, sin duda, sus proyectos más puros que aludían al surrealismo más significativo en el que se desarrollaron imágenes icónicas para la cinematografía del propio cineasta y que en la actualidad siguen inspirando a directores de la talla de David Lynch; al que no le importa ser moderno, tampoco universal al igual que Buñuel, sin embargo, de alguna manera lo han conseguido sin proponérselo.


En el periodo de 1946 – 1965 se consolida su producción cinematográfica en México, aunque sin gran éxito comercial debido a que estos proyectos eran de un carácter más personal, pero con el tiempo se han convertido en películas de culto como El gran calavera (1949), Los olvidados (1950), La hija del engaño (1951), Subida al cielo (1951), Él (1952), Ensayo de un crimen (1955) La ilusión viaja en tranvía (1953) o Simón del Desierto (1965).


La etapa francesa de Buñuel (1966 – 1977) es en la que consigue mayor libertad con películas como Bella de día (1966), La Vía Láctea (1968), Tristana (1970), El discreto encanto de la burguesía (1972), El fantasma de la libertad (1974) o Ese obscuro objeto del deseo (1977).


Francia como escaparate mundial del universo buñueliano, que ya había demostrado su valía con creces en las producciones mexicanas gracias a imágenes que se quedan marcadas en la memoria y que hasta la fecha siguen perturbando o llamando la atención de las nuevas generaciones; como fue el caso en la gira de David Bowie de 1976, cuando el músico declara: “Buñuel y Dalí son dos grandes influencias en mi obra. De hecho, me llevé Un perro andaluz de gira en 1976. En vez de contratar a un grupo de rock cualquiera como telonero, proyectábamos la película, que encajaba con una escenografía muy brechtiana, todo en blanco y negro. Me complació comprobar que, cincuenta años después de ser rodada, el público todavía se quedaba boquiabierto con la escena del corte del ojo. ¡Algo extraordinario! Un público que creía haberlo visto todo, se asustaba. Hubo quien creyó que era una obra de algún artista punk. No sabían nada, no tenían ni idea de dónde salían esas imágenes, pero se sentían tocados por algo revolucionario”.


Todas las películas de Buñuel, sin excepción alguna, tienen un guiño surrealista por más mínimo que sea y eso lo hace un cineasta comprometido con su ideología. Esa ideología que lo acompañó hasta el final de sus días; aunque a decir verdad tuvo diferencias con Dalí, el propio Breton o Paul Éluard. Buñuel declararía en su momento el motivo por el que se separó del grupo surrealista: “En muchas cosas yo era más intransigente que ellos. Creo en la intransigencia. Cuando veía un retrato enorme de Éluard o Breton en una librería de Boulevard Raspail, me sublevaba. Ellos hacían Minotaure, una revista de gran lujo. Todo eso me empezó a molestar. Estaban dándose mucha publicidad. Antes habían combatido la publicidad; ahora caían en ella. Esa fue una de las razones que hicieron que me separara”.


Buñuel llegó a México en 1946 y a partir de ahí la cinematografía en nuestro país no volvió a ser la misma. El cine de Buñuel influyó a muchos cineastas mexicanos, incluido, para bien y para mal, Arturo Ripstein.


La merecida retrospectiva que hace el MoMa al cine mexicano de Luis Buñuel es, sin duda, un evento que a todas luces muestra la vigencia de un cineasta universal. Cine que no tiene fecha de caducidad.


X: @GastonPedraza

IG: @gastonpedraza

FB: gaston.pedrazamunoz

Del 1 al 17 de febrero de este año, el MoMA (Museum of Modern Art) de Nueva York proyectará 21 películas de las 22 que Luis Buñuel (Calanda, España. 22 de febrero de 1900) filmó en México. Esto en una merecida retrospectiva en honor al cineasta universal.


Buñuel en el periodo comprendido entre 1928 – 1932 filmó sus primeras tres películas. El perro andaluz (1928-29), La edad de oro (1930) y un documental llamado Las Hurdes (1932). Son, sin duda, sus proyectos más puros que aludían al surrealismo más significativo en el que se desarrollaron imágenes icónicas para la cinematografía del propio cineasta y que en la actualidad siguen inspirando a directores de la talla de David Lynch; al que no le importa ser moderno, tampoco universal al igual que Buñuel, sin embargo, de alguna manera lo han conseguido sin proponérselo.


En el periodo de 1946 – 1965 se consolida su producción cinematográfica en México, aunque sin gran éxito comercial debido a que estos proyectos eran de un carácter más personal, pero con el tiempo se han convertido en películas de culto como El gran calavera (1949), Los olvidados (1950), La hija del engaño (1951), Subida al cielo (1951), Él (1952), Ensayo de un crimen (1955) La ilusión viaja en tranvía (1953) o Simón del Desierto (1965).


La etapa francesa de Buñuel (1966 – 1977) es en la que consigue mayor libertad con películas como Bella de día (1966), La Vía Láctea (1968), Tristana (1970), El discreto encanto de la burguesía (1972), El fantasma de la libertad (1974) o Ese obscuro objeto del deseo (1977).


Francia como escaparate mundial del universo buñueliano, que ya había demostrado su valía con creces en las producciones mexicanas gracias a imágenes que se quedan marcadas en la memoria y que hasta la fecha siguen perturbando o llamando la atención de las nuevas generaciones; como fue el caso en la gira de David Bowie de 1976, cuando el músico declara: “Buñuel y Dalí son dos grandes influencias en mi obra. De hecho, me llevé Un perro andaluz de gira en 1976. En vez de contratar a un grupo de rock cualquiera como telonero, proyectábamos la película, que encajaba con una escenografía muy brechtiana, todo en blanco y negro. Me complació comprobar que, cincuenta años después de ser rodada, el público todavía se quedaba boquiabierto con la escena del corte del ojo. ¡Algo extraordinario! Un público que creía haberlo visto todo, se asustaba. Hubo quien creyó que era una obra de algún artista punk. No sabían nada, no tenían ni idea de dónde salían esas imágenes, pero se sentían tocados por algo revolucionario”.


Todas las películas de Buñuel, sin excepción alguna, tienen un guiño surrealista por más mínimo que sea y eso lo hace un cineasta comprometido con su ideología. Esa ideología que lo acompañó hasta el final de sus días; aunque a decir verdad tuvo diferencias con Dalí, el propio Breton o Paul Éluard. Buñuel declararía en su momento el motivo por el que se separó del grupo surrealista: “En muchas cosas yo era más intransigente que ellos. Creo en la intransigencia. Cuando veía un retrato enorme de Éluard o Breton en una librería de Boulevard Raspail, me sublevaba. Ellos hacían Minotaure, una revista de gran lujo. Todo eso me empezó a molestar. Estaban dándose mucha publicidad. Antes habían combatido la publicidad; ahora caían en ella. Esa fue una de las razones que hicieron que me separara”.


Buñuel llegó a México en 1946 y a partir de ahí la cinematografía en nuestro país no volvió a ser la misma. El cine de Buñuel influyó a muchos cineastas mexicanos, incluido, para bien y para mal, Arturo Ripstein.


La merecida retrospectiva que hace el MoMa al cine mexicano de Luis Buñuel es, sin duda, un evento que a todas luces muestra la vigencia de un cineasta universal. Cine que no tiene fecha de caducidad.


X: @GastonPedraza

IG: @gastonpedraza

FB: gaston.pedrazamunoz

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