/ miércoles 23 de septiembre de 2020

Dossier mexiquense | Fiebre de anuncio espectaculares


“La soberbia no es grandeza sino hinchazón; y lo que está hinchado parece grande pero no está sano”, es una frase atribuida a Agustín de Hipona, mejor conocido como San Agustín, un prolífico pensador que comenzó siendo un hombre mundano y asociado a la vida dispendiosa (en la antigua Cartago), para luego convertirse al catolicismo y escribir, justamente de está conversión en su célebre obra “La ciudad de Dios”. Así surgió una forma de concebir la vida alejada o cercana a los placeres o a la palabra de Dios, en lo que San Agustín como otros autores de la época identificaron como libre albedrío: “Voluntad no gobernada por la razón, sino por el apetito, antojo o capricho”. Así lo define la RAE, en su principal acepción, pues tal fue el sentido filosófico que expresaba el pensamiento de la época del citado Agustín de Hipona.

Lo anterior viene a colación porque cada vez es más notorio que en el valle de Toluca proliferan los espectaculares de aspirantes a candidatos para las presidencias municipales a renovarse el próximo año. Con la reforma al calendario electoral el proceso local arranca hasta enero del 2021 y serán entre febrero y marzo las internas en los Partidos Políticos, sin embargo, otra reciente reforma, otorga a los actuales representantes populares una ventaja en la exposición mediática, que el resto de los aspirantes pretende afrontar con la difusión de tremendas fotos que dicen poco de su aspiración pero que retratan sus intenciones. Las redes sociales y los propios anuncios espectaculares ofrecen escasas opciones de posicionamiento para quienes, desde fuera, de estas dos grandes formas de hacer política (los cargos de representación popular y los cargos de dirigencia partidaria), se niegan a quedar al margen del reparto del poder público. La radio y televisión abiertas son otro espacio más limitado y ciertamente también muy regulado, así es de que quien pretende ganar una candidatura, invierte dinero para que la gente los conozca. La mayoría lo hace, lastimosamente, sin una idea clara de lo que quiere el electorado, de lo que buscan en los políticos e incluso de lo que representan los personajes que se promueven, pues para quienes se anuncian, la actividad política tiene mucho más que ver con la autodefinición de sus logros personales, que de algún proyecto social que los mueva.

Es común que en esta época surjan cientos de aspirantes que subrepticiamente busca una candidatura y lo hacen de la peor forma posible; no les hablan a los electores y prefieren mandarse mensajes entre ellos.

Qué le dice a un ciudadano la foto de zutano o perengano, sea que se vistan aparentado lo que no son o pretendiendo comunicar algo que termina siendo una impostura. Mi compañero de páginas, el Dr. Ricardo Joya lo expresa con claridad; todo comunica. Y quizá lo que comunican estos personajes que invierten en espectaculares y redes sociales, no es su visión ni compromiso con la comunidad, no, lo que exhiben es la necesidad de ser reconocidos. Es un viejo modelo autoritario que cada vez tiene menos efecto entre los electores, “todo lo que invierta, lo voy a recuperar en el cargo”, parece ser el apotegma de dicha formula de promoción.

Lo cierto es que la verdadera comunicación política, tiene muchas herramientas que lograrían mejores resultados que los que arrojan sendas fotografías sin sentido de comunicación estratégica. Primero y lo más elemental de resolver, es qué representa ese personaje para la comunidad a la que intenta gobernar y a partir de ello, identificar al auditorio y su mensaje.

Primero es la estrategia y luego es el mensaje, sin ese elemental paso (la segmentación del discurso), sufriremos una saturación visual de personajes sonrientes, suspendidos en lo alto de un espectacular, pero alejados de lo que le interesa a la gente. Pensar que ellos le hablan a todos, es tan ingenuo como suponer que un espectacular los hará “más famosos”. Pero como dice San Agustín: La soberbia no es grandeza sino hinchazón…


“La soberbia no es grandeza sino hinchazón; y lo que está hinchado parece grande pero no está sano”, es una frase atribuida a Agustín de Hipona, mejor conocido como San Agustín, un prolífico pensador que comenzó siendo un hombre mundano y asociado a la vida dispendiosa (en la antigua Cartago), para luego convertirse al catolicismo y escribir, justamente de está conversión en su célebre obra “La ciudad de Dios”. Así surgió una forma de concebir la vida alejada o cercana a los placeres o a la palabra de Dios, en lo que San Agustín como otros autores de la época identificaron como libre albedrío: “Voluntad no gobernada por la razón, sino por el apetito, antojo o capricho”. Así lo define la RAE, en su principal acepción, pues tal fue el sentido filosófico que expresaba el pensamiento de la época del citado Agustín de Hipona.

Lo anterior viene a colación porque cada vez es más notorio que en el valle de Toluca proliferan los espectaculares de aspirantes a candidatos para las presidencias municipales a renovarse el próximo año. Con la reforma al calendario electoral el proceso local arranca hasta enero del 2021 y serán entre febrero y marzo las internas en los Partidos Políticos, sin embargo, otra reciente reforma, otorga a los actuales representantes populares una ventaja en la exposición mediática, que el resto de los aspirantes pretende afrontar con la difusión de tremendas fotos que dicen poco de su aspiración pero que retratan sus intenciones. Las redes sociales y los propios anuncios espectaculares ofrecen escasas opciones de posicionamiento para quienes, desde fuera, de estas dos grandes formas de hacer política (los cargos de representación popular y los cargos de dirigencia partidaria), se niegan a quedar al margen del reparto del poder público. La radio y televisión abiertas son otro espacio más limitado y ciertamente también muy regulado, así es de que quien pretende ganar una candidatura, invierte dinero para que la gente los conozca. La mayoría lo hace, lastimosamente, sin una idea clara de lo que quiere el electorado, de lo que buscan en los políticos e incluso de lo que representan los personajes que se promueven, pues para quienes se anuncian, la actividad política tiene mucho más que ver con la autodefinición de sus logros personales, que de algún proyecto social que los mueva.

Es común que en esta época surjan cientos de aspirantes que subrepticiamente busca una candidatura y lo hacen de la peor forma posible; no les hablan a los electores y prefieren mandarse mensajes entre ellos.

Qué le dice a un ciudadano la foto de zutano o perengano, sea que se vistan aparentado lo que no son o pretendiendo comunicar algo que termina siendo una impostura. Mi compañero de páginas, el Dr. Ricardo Joya lo expresa con claridad; todo comunica. Y quizá lo que comunican estos personajes que invierten en espectaculares y redes sociales, no es su visión ni compromiso con la comunidad, no, lo que exhiben es la necesidad de ser reconocidos. Es un viejo modelo autoritario que cada vez tiene menos efecto entre los electores, “todo lo que invierta, lo voy a recuperar en el cargo”, parece ser el apotegma de dicha formula de promoción.

Lo cierto es que la verdadera comunicación política, tiene muchas herramientas que lograrían mejores resultados que los que arrojan sendas fotografías sin sentido de comunicación estratégica. Primero y lo más elemental de resolver, es qué representa ese personaje para la comunidad a la que intenta gobernar y a partir de ello, identificar al auditorio y su mensaje.

Primero es la estrategia y luego es el mensaje, sin ese elemental paso (la segmentación del discurso), sufriremos una saturación visual de personajes sonrientes, suspendidos en lo alto de un espectacular, pero alejados de lo que le interesa a la gente. Pensar que ellos le hablan a todos, es tan ingenuo como suponer que un espectacular los hará “más famosos”. Pero como dice San Agustín: La soberbia no es grandeza sino hinchazón…

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