/ lunes 1 de marzo de 2021

Mirada Empresarial | Sanciones y cambios

La importancia de cualquier empresa que se nos venga a la mente, radica en generar ingresos y que estos recursos que se producen, se distribuyan hacia los bolsillos de los colaboradores a fin de que la empresa cumpla con su labor social.

En segundo término, la empresa, sin importar el giro, debe de cumplir con ciertas metas y objetivos de acuerdo a lo que los directivos y en algunos casos, las mesas directivas, establecen; y en caso de que las metas no se cumplan, los directores generales son los primeros responsables por la reducción de las metas fijadas.

En el sector privado, las primeras “cabezas que ruedan” son las de los Directores Generales quienes se responsabilizan de las fallas que se cometieron desde los puestos más generales hasta los que tienen mayor poder de decisión y ejecución.

Sin embargo, esta lógica de trabajo que hace eficiente la generación de riqueza y bienestar por parte de las empresas del sector privado, está lejos de ejecutarse dentro del gobierno federal; que ante las constantes, graves y profundas pérdidas que las 2 mayores empresas paraestatales han manifestado, el gobierno ha ignorado el problema y mantenido en sus puestos a sus directivos.

Hablamos de los casos de la CFE y PEMEX, paraestatales que durante 2020 registraron pérdidas por 78 mil 920 millones de pesos y 480 mil 966 millones de pesos, respectivamente. Sin embargo, los puestos de mando se mantienen en las mismas condiciones ¿Por qué el gobierno federal permite operar con pérdidas a estas empresas, siendo que son empresas nacionales?

En el caso de PEMEX, su Director General justifica los saldos negativos de su mayor crisis a causa de la pandemia y por la caída de los precios del petróleo a escala global que impactó a todas las petroleras del mundo. Situación que es comprensible, pero que no ofrece ningún programa de acción para revertir esta caída que afecta a todos los mexicanos.

En el caso de la CFE, su Director General atribuyó el resultado negativo a los efectos de la pandemia de Covid-19 y a la menor demanda de energéticos por parte del sector privado, nuevamente justificaciones sin ideas de cambio o estrategia.

Cuando una empresa es paraestatal y no privada, se les otorgan muchas concesiones a sus dirigentes puesto que no tiene que rendir cuentas de los malos manejos y los saldos negativos, en otras palabras, jamás se ponen en riesgo sus empleos pese a que las pérdidas sean altas.

En la Iniciativa Privada al operar con pérdidas, se realizan despidos y cambios en la administración al no cumplir con las metas y no contar con el perfil adecuado al puesto.

Ante una pérdida conjunta de más de 500 mil millones de pesos entre ambas paraestatales, es indispensable revertir la situación y realizar cambios desde las oficinas centrales. Cómo país, no estamos en condiciones de permitir este tipo de concesiones, la salud financiera es una prioridad en tiempos de prosperidad y en tiempos de crisis.

La importancia de cualquier empresa que se nos venga a la mente, radica en generar ingresos y que estos recursos que se producen, se distribuyan hacia los bolsillos de los colaboradores a fin de que la empresa cumpla con su labor social.

En segundo término, la empresa, sin importar el giro, debe de cumplir con ciertas metas y objetivos de acuerdo a lo que los directivos y en algunos casos, las mesas directivas, establecen; y en caso de que las metas no se cumplan, los directores generales son los primeros responsables por la reducción de las metas fijadas.

En el sector privado, las primeras “cabezas que ruedan” son las de los Directores Generales quienes se responsabilizan de las fallas que se cometieron desde los puestos más generales hasta los que tienen mayor poder de decisión y ejecución.

Sin embargo, esta lógica de trabajo que hace eficiente la generación de riqueza y bienestar por parte de las empresas del sector privado, está lejos de ejecutarse dentro del gobierno federal; que ante las constantes, graves y profundas pérdidas que las 2 mayores empresas paraestatales han manifestado, el gobierno ha ignorado el problema y mantenido en sus puestos a sus directivos.

Hablamos de los casos de la CFE y PEMEX, paraestatales que durante 2020 registraron pérdidas por 78 mil 920 millones de pesos y 480 mil 966 millones de pesos, respectivamente. Sin embargo, los puestos de mando se mantienen en las mismas condiciones ¿Por qué el gobierno federal permite operar con pérdidas a estas empresas, siendo que son empresas nacionales?

En el caso de PEMEX, su Director General justifica los saldos negativos de su mayor crisis a causa de la pandemia y por la caída de los precios del petróleo a escala global que impactó a todas las petroleras del mundo. Situación que es comprensible, pero que no ofrece ningún programa de acción para revertir esta caída que afecta a todos los mexicanos.

En el caso de la CFE, su Director General atribuyó el resultado negativo a los efectos de la pandemia de Covid-19 y a la menor demanda de energéticos por parte del sector privado, nuevamente justificaciones sin ideas de cambio o estrategia.

Cuando una empresa es paraestatal y no privada, se les otorgan muchas concesiones a sus dirigentes puesto que no tiene que rendir cuentas de los malos manejos y los saldos negativos, en otras palabras, jamás se ponen en riesgo sus empleos pese a que las pérdidas sean altas.

En la Iniciativa Privada al operar con pérdidas, se realizan despidos y cambios en la administración al no cumplir con las metas y no contar con el perfil adecuado al puesto.

Ante una pérdida conjunta de más de 500 mil millones de pesos entre ambas paraestatales, es indispensable revertir la situación y realizar cambios desde las oficinas centrales. Cómo país, no estamos en condiciones de permitir este tipo de concesiones, la salud financiera es una prioridad en tiempos de prosperidad y en tiempos de crisis.

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