/ viernes 6 de octubre de 2023

Pensamiento Universitario | La maldad del gobernante

En el actual sexenio la transformación de México está marcada por una serie de decisiones erróneas, causantes de retroceso, derroche, destrucción y dolor.

La gran mayoría de la población sufre las consecuencias de seguir un rumbo equivocado, y del muy amplio conjunto de calamidades se pueden mencionar el abuso y manejo irracional del erario; los daños a la educación y al ambiente; los miles de homicidios dolosos, feminicidios y desapariciones, y la cancelación del seguro popular, el desabasto de medicinas, la escasez de inmunizantes y el cruel manejo de la pandemia, cuya última cifra de personas fallecidas se estima en más de 800 mil.

Precisamente en este tema, una resolución tomada en días pasados corrobora un actuar poco responsable y nada empático, al anunciar el gobierno la próxima etapa de vacunación contra el Covid-19, a casi 24 millones y medio de un sector vulnerable. Además de ser un número de dosis insuficiente, el problema es que sólo se aplicarán los antígenos Abdala y Sputnik, de origen cubano y ruso, respectivamente, los cuales no han sido avalados por la Organización Mundial de la Salud y tampoco se han aprobado como refuerzo, pues ambos fueron desarrollados con el virus original.

En cambio, la Asociación Mexicana de Vacunología y otros organismos pediátricos han solicitado a las autoridades sanitarias incluir los biológicos actualizados, capaces de proteger contra las nuevas variantes. Pidieron también imitar el ejemplo de Estados Unidos, y vacunar a los menores a partir de los seis meses, y no desde los 5 años.

Desde luego, lo mejor es invertir lo suficiente en medicamentos de comprobada efectividad y proceder a su distribución, en lugar de guiarse por ideologías tóxicas y continuar apoyando con dinero de los mexicanos a las peores dictaduras. Incluso, al estar en riesgo la salud y la vida de miles o quizá millones de seres, lo obligado es cumplir lo ofrecido en el discurso, en el sentido de autorizar a laboratorios y empresas farmacéuticas su importación y libre venta, a quienes tengan la posibilidad de adquirirlos.

Obviamente, el escenario plantea un contraste entre lo deseable y la realidad, cuando se trata de diferenciar entre dos tipos de gobernantes: por una parte, los que se caracterizan por ser líderes honorables y sensatos, es decir, prudentes, cuerdos y de buen juicio, comprometidos y preocupados por el bienestar de la población. Por otra, aquellos en cuyas acciones se manifiesta la intención de ejercer un control totalitario, y de hacer cualquier cosa con tal de imponer su voluntad.

Ante el efecto enloquecedor del poder asociado a la ignorancia, lo benéfico sería tener una rigurosa legislación electoral, encauzada a calificar los comportamientos de los aspirantes a ocupar un cargo público, mediante la aplicación de pruebas psicológicas y psiquiátricas.

Al respecto, un equipo de psicólogos de Alemania y Dinamarca realizó una interesante investigación, orientada a reconocer la maldad humana. Obtuvieron así el llamado factor D, conformado por los siguientes nueve rasgos: egoísmo; maquiavelismo (manipulativo, frialdad emocional); ausencia de ética y sentido moral; narcisismo; derecho psicológico (convicción de merecer más que los otros); psicopatía (déficit afectivo, baja empatía, insensibilidad, impulsivo y mentiroso); sadismo; interés social y material (búsqueda constante de lucro y de alabanzas), y malevolencia (preferencia por hacer el mal).

Si bien es fácil identificar la figura de un malvado, lo absurdo del asunto es que llegue a gozar de idolatría y fanatismo.

Ingeniero civil, profesor de tiempo completo en la UAEM.

juancuencadiaz@hotmail.com


En el actual sexenio la transformación de México está marcada por una serie de decisiones erróneas, causantes de retroceso, derroche, destrucción y dolor.

La gran mayoría de la población sufre las consecuencias de seguir un rumbo equivocado, y del muy amplio conjunto de calamidades se pueden mencionar el abuso y manejo irracional del erario; los daños a la educación y al ambiente; los miles de homicidios dolosos, feminicidios y desapariciones, y la cancelación del seguro popular, el desabasto de medicinas, la escasez de inmunizantes y el cruel manejo de la pandemia, cuya última cifra de personas fallecidas se estima en más de 800 mil.

Precisamente en este tema, una resolución tomada en días pasados corrobora un actuar poco responsable y nada empático, al anunciar el gobierno la próxima etapa de vacunación contra el Covid-19, a casi 24 millones y medio de un sector vulnerable. Además de ser un número de dosis insuficiente, el problema es que sólo se aplicarán los antígenos Abdala y Sputnik, de origen cubano y ruso, respectivamente, los cuales no han sido avalados por la Organización Mundial de la Salud y tampoco se han aprobado como refuerzo, pues ambos fueron desarrollados con el virus original.

En cambio, la Asociación Mexicana de Vacunología y otros organismos pediátricos han solicitado a las autoridades sanitarias incluir los biológicos actualizados, capaces de proteger contra las nuevas variantes. Pidieron también imitar el ejemplo de Estados Unidos, y vacunar a los menores a partir de los seis meses, y no desde los 5 años.

Desde luego, lo mejor es invertir lo suficiente en medicamentos de comprobada efectividad y proceder a su distribución, en lugar de guiarse por ideologías tóxicas y continuar apoyando con dinero de los mexicanos a las peores dictaduras. Incluso, al estar en riesgo la salud y la vida de miles o quizá millones de seres, lo obligado es cumplir lo ofrecido en el discurso, en el sentido de autorizar a laboratorios y empresas farmacéuticas su importación y libre venta, a quienes tengan la posibilidad de adquirirlos.

Obviamente, el escenario plantea un contraste entre lo deseable y la realidad, cuando se trata de diferenciar entre dos tipos de gobernantes: por una parte, los que se caracterizan por ser líderes honorables y sensatos, es decir, prudentes, cuerdos y de buen juicio, comprometidos y preocupados por el bienestar de la población. Por otra, aquellos en cuyas acciones se manifiesta la intención de ejercer un control totalitario, y de hacer cualquier cosa con tal de imponer su voluntad.

Ante el efecto enloquecedor del poder asociado a la ignorancia, lo benéfico sería tener una rigurosa legislación electoral, encauzada a calificar los comportamientos de los aspirantes a ocupar un cargo público, mediante la aplicación de pruebas psicológicas y psiquiátricas.

Al respecto, un equipo de psicólogos de Alemania y Dinamarca realizó una interesante investigación, orientada a reconocer la maldad humana. Obtuvieron así el llamado factor D, conformado por los siguientes nueve rasgos: egoísmo; maquiavelismo (manipulativo, frialdad emocional); ausencia de ética y sentido moral; narcisismo; derecho psicológico (convicción de merecer más que los otros); psicopatía (déficit afectivo, baja empatía, insensibilidad, impulsivo y mentiroso); sadismo; interés social y material (búsqueda constante de lucro y de alabanzas), y malevolencia (preferencia por hacer el mal).

Si bien es fácil identificar la figura de un malvado, lo absurdo del asunto es que llegue a gozar de idolatría y fanatismo.

Ingeniero civil, profesor de tiempo completo en la UAEM.

juancuencadiaz@hotmail.com