/ viernes 8 de diciembre de 2023

Pensamiento Universitario | Retroceso educativo

Como era de esperar, dos hechos lamentables han incidido en el retroceso educativo del país: La pandemia mal enfrentada y un régimen enemigo de apoyar el desarrollo de la inteligencia, mediante una instrucción de calidad.

Evidencia de esto se tiene en los resultados de la prueba o examen del Programa de Evaluación Internacional de Estudiantes (PISA, por sus siglas en inglés), publicados hace unos días. Dicho examen fue aplicado en 2022 por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), a alumnos de 15 años.

Lo reportado es decepcionante, confirma nuestro gran atraso y exhibe el pésimo trabajo de un sistema de educación fallido, simulador e irresponsable, que daña severamente el presente y el futuro de millones de niños y jóvenes mexicanos. Al compararnos con otras culturas el rezago es enorme, y seguramente aumentará si persiste la maligna intención de no reconocer en el estudio, en la capacitación intelectual, la mejor manera de lograr el progreso personal, familiar y social.

El diseño de la llamada prueba PISA permite identificar las competencias de los educandos; esto es, las habilidades y aptitudes, enfocadas a analizar, comprender y resolver problemas, manejar información, conocer los avances tecnológicos y enfrentar situaciones de la vida cotidiana. Se concentra en las asignaturas de comprensión lectora, matemáticas y ciencia, ésta en lo relativo a su naturaleza, alcances y limitaciones.

El proyecto ofrece información detallada y suficiente, a partir de la cual los países miembros de la OCDE pueden adoptar las decisiones y políticas públicas necesarias, a fin de elevar los desempeños escolares.

La respuesta local muestra ahora una triste realidad, al obtener las y los alumnos evaluados puntajes inferiores a los logrados en 2018: 14 menos en matemáticas y 9 en ciencias, si bien conservaron casi lo mismo en lectura. Asimismo, el desastre se puede inferir de los siguientes datos: mientras en México las cifras promedio alcanzadas en matemáticas fueron de 395, en ciencias de 410 y en comprensión lectora de 415, en Singapur se presumen las de, 575, 561 y 543, respectivamente. En particular, el nivel de excelencia en matemáticas (5 o 6) lo consiguió aquí el 0.2 por ciento, en tanto los chicos del territorio asiático suman el 41 por ciento.

A pesar de las ridículas y mentirosas justificaciones del oficialismo, lo cierto es que, según los números, la crisis en la etapa básica de los aprendizajes nos ubica por debajo de la media en el informe de la OCDE, y las calificaciones son similares a las observadas en 2002 o 2006, es decir, hace 20 años.

Obviamente, será muy difícil erradicar la tragedia, sobre todo si desde el poder se continúa estimulando el atraso, con decisiones absurdas al estilo de la nueva escuela morenista, cuyos efectos pronto habrán de traducirse en una peor caída.

Por eso, el cambio de rumbo no debe posponerse, pues la obligación de una sociedad consciente es pugnar por reformas radicales, no sólo en cuanto a los planes y programas, en fortalecer el compromiso de docentes, autoridades y padres de familia, y en la gestión de mayores recursos, sino también en la tarea de liberarla de gobernantes mediocres, aferrados en hacer de la ignorancia y sumisión de la gente su gran legado.

El objetivo de construir una mejor nación demanda ir en contra de cualquier resistencia retrógrada y acomplejada, y proporcionarle a la juventud una preparación académica e intelectual a la altura de las exigencias del mundo moderno, además de una escala restaurada de valores y principios.

Ingeniero civil, profesor de tiempo completo en la UAEM.

juancuencadiaz@hotmail.com

Como era de esperar, dos hechos lamentables han incidido en el retroceso educativo del país: La pandemia mal enfrentada y un régimen enemigo de apoyar el desarrollo de la inteligencia, mediante una instrucción de calidad.

Evidencia de esto se tiene en los resultados de la prueba o examen del Programa de Evaluación Internacional de Estudiantes (PISA, por sus siglas en inglés), publicados hace unos días. Dicho examen fue aplicado en 2022 por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), a alumnos de 15 años.

Lo reportado es decepcionante, confirma nuestro gran atraso y exhibe el pésimo trabajo de un sistema de educación fallido, simulador e irresponsable, que daña severamente el presente y el futuro de millones de niños y jóvenes mexicanos. Al compararnos con otras culturas el rezago es enorme, y seguramente aumentará si persiste la maligna intención de no reconocer en el estudio, en la capacitación intelectual, la mejor manera de lograr el progreso personal, familiar y social.

El diseño de la llamada prueba PISA permite identificar las competencias de los educandos; esto es, las habilidades y aptitudes, enfocadas a analizar, comprender y resolver problemas, manejar información, conocer los avances tecnológicos y enfrentar situaciones de la vida cotidiana. Se concentra en las asignaturas de comprensión lectora, matemáticas y ciencia, ésta en lo relativo a su naturaleza, alcances y limitaciones.

El proyecto ofrece información detallada y suficiente, a partir de la cual los países miembros de la OCDE pueden adoptar las decisiones y políticas públicas necesarias, a fin de elevar los desempeños escolares.

La respuesta local muestra ahora una triste realidad, al obtener las y los alumnos evaluados puntajes inferiores a los logrados en 2018: 14 menos en matemáticas y 9 en ciencias, si bien conservaron casi lo mismo en lectura. Asimismo, el desastre se puede inferir de los siguientes datos: mientras en México las cifras promedio alcanzadas en matemáticas fueron de 395, en ciencias de 410 y en comprensión lectora de 415, en Singapur se presumen las de, 575, 561 y 543, respectivamente. En particular, el nivel de excelencia en matemáticas (5 o 6) lo consiguió aquí el 0.2 por ciento, en tanto los chicos del territorio asiático suman el 41 por ciento.

A pesar de las ridículas y mentirosas justificaciones del oficialismo, lo cierto es que, según los números, la crisis en la etapa básica de los aprendizajes nos ubica por debajo de la media en el informe de la OCDE, y las calificaciones son similares a las observadas en 2002 o 2006, es decir, hace 20 años.

Obviamente, será muy difícil erradicar la tragedia, sobre todo si desde el poder se continúa estimulando el atraso, con decisiones absurdas al estilo de la nueva escuela morenista, cuyos efectos pronto habrán de traducirse en una peor caída.

Por eso, el cambio de rumbo no debe posponerse, pues la obligación de una sociedad consciente es pugnar por reformas radicales, no sólo en cuanto a los planes y programas, en fortalecer el compromiso de docentes, autoridades y padres de familia, y en la gestión de mayores recursos, sino también en la tarea de liberarla de gobernantes mediocres, aferrados en hacer de la ignorancia y sumisión de la gente su gran legado.

El objetivo de construir una mejor nación demanda ir en contra de cualquier resistencia retrógrada y acomplejada, y proporcionarle a la juventud una preparación académica e intelectual a la altura de las exigencias del mundo moderno, además de una escala restaurada de valores y principios.

Ingeniero civil, profesor de tiempo completo en la UAEM.

juancuencadiaz@hotmail.com