/ martes 17 de octubre de 2023

Rescate Tierra | Historia de guerra y muerte

El reciente ataque de Hamas a Israel, volvió a prender las alertas globales por la posibilidad de una nueva guerra mundial. El ataque de Rusia a Ucrania, también preocupo y lo sigue haciendo. Quizá el temor a usar palabras claras sobre el evento tienda a usar palabras como conflicto, confralgración o escalada, pero será una guerra que implicará muertos en las familias, entre hermanos, amigos, amantes, vecinos, desconocidos, destrucción de bienes y daño a los suministros y servicios de las naciones.

Varios países, tienen guerras internas tan mortíferas como las que ocurren entre las naciones. México tiene puntos de conflicto interno que no terminan de solucionarse y mantiene a varios estados en alerta, aunque los ciudadanos han aprendido a soportar las tensiones, auyentar el miedo y dolor ante la amenaza y los seres perdidos.

La guerra normaliza la muerte, algo inevitable, pero no deseable y en un conflicto, la violencia que desatan las partes tienen como componente la amenaza del dolor, la mutilación, el daño permanente al cuerpo y la lucha por la supervivencia.

Estudiosos de los conflictos dicen que generan progreso, por los inventos, por la ciencia, por la medicina, porque la compra de armas impulsa la economía de algunos, pero, quien quita el dolor.

Hablar de guerra es tan importante que hay libros sobre el arte de la guerra y su aplicación en la vida diaria, pero sólo los enfermos del espíritu, quieren la guerra en la cotidianeidad de su vida.

Imagine las personas que vieron a los terroristas de Hamas, romper el cerco, llegar a ellos, golpearlos, ver morir a los compañeros de fiesta mientras convivían por la paz o las madres que vieron degollar a sus hijos o los torturados por estar en el lugar y momento equivocados. El miedo de saber que no hay paz y seguridad, que no hay mas tranquilidad y que la misma paz, es un engaño.

Dicen que lo único seguro en la vida, es la muerte. Nadie escapa de ella y cuando llega, llega. Pero, no hay que apresurarla.

Quienes han estado al borde de la muerte y han sobrevivido, dicen que aprendieron a apreciar la vida y no desean desperdiciar ni un segundo.

A los terroristas les gusta provocar dolor, disfrutan del olor a miedo, imaginan a la muerte y a los muertos y se creen la parca, prodigando la muerte que no respeta a nadie y sin embargo en la tradición judeo-cristiana, la misma parca termina en un lugar de olvido y muerteá de donde no regresará.

La contra parte de la muerte, es la vida. La conciencia que viene al abrir los ojos por la mañana, respirar, mirar el sol, sentir el viento, tocar la piel del ser amado y respirar su aliento. Ver los ojos sonrientes o tristes de quienes nos acompañan una parte del trayecto de nuestro espacio en el mundo en donde las experiencias serán únicas, nadie las apreciará más o menos que nosotros. Ni comprenderá el contexto de nuestra experiencia, qué nos hace felices, qué nos entristece, adonde queremos llegar, cuales son nuestras metas, con quién compartimos nuestra experiencia y conocimientos en el breve espacio de una vida.

Tal vez de allí provenga la mezquindad de la guerra que nos roba ese espacio de tiempo que llamamos vida y que no siempre disfrutamos.

La guerra nos roba el tiempo de la vida, llenándola de muerte, la inexistencia, en el intento egoísta de obligar a otros para que vivan o mueran en un espacio de tiempo, que no es el suyo.

Pedro_gomez77@hotmail.com

Licenciado en comunicación por UAEM

Maestrando por Escuela de Periodismo Carlos Septién García

El reciente ataque de Hamas a Israel, volvió a prender las alertas globales por la posibilidad de una nueva guerra mundial. El ataque de Rusia a Ucrania, también preocupo y lo sigue haciendo. Quizá el temor a usar palabras claras sobre el evento tienda a usar palabras como conflicto, confralgración o escalada, pero será una guerra que implicará muertos en las familias, entre hermanos, amigos, amantes, vecinos, desconocidos, destrucción de bienes y daño a los suministros y servicios de las naciones.

Varios países, tienen guerras internas tan mortíferas como las que ocurren entre las naciones. México tiene puntos de conflicto interno que no terminan de solucionarse y mantiene a varios estados en alerta, aunque los ciudadanos han aprendido a soportar las tensiones, auyentar el miedo y dolor ante la amenaza y los seres perdidos.

La guerra normaliza la muerte, algo inevitable, pero no deseable y en un conflicto, la violencia que desatan las partes tienen como componente la amenaza del dolor, la mutilación, el daño permanente al cuerpo y la lucha por la supervivencia.

Estudiosos de los conflictos dicen que generan progreso, por los inventos, por la ciencia, por la medicina, porque la compra de armas impulsa la economía de algunos, pero, quien quita el dolor.

Hablar de guerra es tan importante que hay libros sobre el arte de la guerra y su aplicación en la vida diaria, pero sólo los enfermos del espíritu, quieren la guerra en la cotidianeidad de su vida.

Imagine las personas que vieron a los terroristas de Hamas, romper el cerco, llegar a ellos, golpearlos, ver morir a los compañeros de fiesta mientras convivían por la paz o las madres que vieron degollar a sus hijos o los torturados por estar en el lugar y momento equivocados. El miedo de saber que no hay paz y seguridad, que no hay mas tranquilidad y que la misma paz, es un engaño.

Dicen que lo único seguro en la vida, es la muerte. Nadie escapa de ella y cuando llega, llega. Pero, no hay que apresurarla.

Quienes han estado al borde de la muerte y han sobrevivido, dicen que aprendieron a apreciar la vida y no desean desperdiciar ni un segundo.

A los terroristas les gusta provocar dolor, disfrutan del olor a miedo, imaginan a la muerte y a los muertos y se creen la parca, prodigando la muerte que no respeta a nadie y sin embargo en la tradición judeo-cristiana, la misma parca termina en un lugar de olvido y muerteá de donde no regresará.

La contra parte de la muerte, es la vida. La conciencia que viene al abrir los ojos por la mañana, respirar, mirar el sol, sentir el viento, tocar la piel del ser amado y respirar su aliento. Ver los ojos sonrientes o tristes de quienes nos acompañan una parte del trayecto de nuestro espacio en el mundo en donde las experiencias serán únicas, nadie las apreciará más o menos que nosotros. Ni comprenderá el contexto de nuestra experiencia, qué nos hace felices, qué nos entristece, adonde queremos llegar, cuales son nuestras metas, con quién compartimos nuestra experiencia y conocimientos en el breve espacio de una vida.

Tal vez de allí provenga la mezquindad de la guerra que nos roba ese espacio de tiempo que llamamos vida y que no siempre disfrutamos.

La guerra nos roba el tiempo de la vida, llenándola de muerte, la inexistencia, en el intento egoísta de obligar a otros para que vivan o mueran en un espacio de tiempo, que no es el suyo.

Pedro_gomez77@hotmail.com

Licenciado en comunicación por UAEM

Maestrando por Escuela de Periodismo Carlos Septién García