/ sábado 27 de abril de 2019

Resignificado de los Derechos Humanos


El trabajo decente, un derecho humano

El trabajo es una actividad esencial para desarrollar el talento y potencial de las personas, es la herramienta que fortalece a las familias y a las comunidades; trabajar y poder beneficiarse integralmente de ello, abre la puerta al disfrute de otros derechos humanos.

Para ello, el trabajo o empleo tiene que ser digno, y en palabras de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) −la agencia que reúne a empleadores, trabajadores y empresas−, debe ser un buen trabajo, es decir, que pueda ofertarse y desarrollarse con pleno respeto a los derechos humanos y, específicamente, a los derechos laborales como el de obtener un salario justo y proporcional al esfuerzo realizado, acceder a la protección social (prestaciones, servicio médico, licencias por enfermedad, maternidad o paternidad, vacaciones, promociones…), y que quien lo desempeñe pueda ejecutar las funciones de acuerdo a su responsabilidad sin hostigamiento ni acoso ni discriminación, tal como lo establece el derecho positivo mexicano y el derecho internacional.

Los empleadores y las instituciones del Estado son responsables de proveer y vigilar el acceso de todas y todos a un empleo digno, hombres y mujeres, personas adultas mayores, con discapacidad, de cualquier cultura, raza o preferencia sexual, y emprender los ajustes necesarios a fin de crear las condiciones para que por medio del empleo las personas puedan lograr sus propósitos.

El trabajo decente es un concepto integrador “debe constituir una meta, un marco para la definición y la actuación de políticas, un método de organización de actividades y programas, y una plataforma para la asociación con otras entidades” (OIT, 2000).

Un trabajo decente dignifica a la persona, es la llave que le permite acceder a una buena alimentación, vestido, a la educación, a la recreación, a la cultura, a la vivienda, al crecimiento personal y profesional; por ello, la política laboral debe tener como centro la visión de respeto a los derechos humanos.

Al mismo tiempo, es importante tener en cuenta que un trabajo digno requiere de las y los trabajadores el cumplimento cabal de sus deberes: actuar con profesionalismo, eficiencia, eficacia, honestidad, honradez, decoro, en estricto apego a la legalidad, respetar la jornada laboral, ceñirse a sus funciones y a las leyes y reglamentos internos de su organización. Cuando cumplimos con nuestros deberes también dignificamos el empleo, y la vida misma.


El trabajo decente, un derecho humano

El trabajo es una actividad esencial para desarrollar el talento y potencial de las personas, es la herramienta que fortalece a las familias y a las comunidades; trabajar y poder beneficiarse integralmente de ello, abre la puerta al disfrute de otros derechos humanos.

Para ello, el trabajo o empleo tiene que ser digno, y en palabras de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) −la agencia que reúne a empleadores, trabajadores y empresas−, debe ser un buen trabajo, es decir, que pueda ofertarse y desarrollarse con pleno respeto a los derechos humanos y, específicamente, a los derechos laborales como el de obtener un salario justo y proporcional al esfuerzo realizado, acceder a la protección social (prestaciones, servicio médico, licencias por enfermedad, maternidad o paternidad, vacaciones, promociones…), y que quien lo desempeñe pueda ejecutar las funciones de acuerdo a su responsabilidad sin hostigamiento ni acoso ni discriminación, tal como lo establece el derecho positivo mexicano y el derecho internacional.

Los empleadores y las instituciones del Estado son responsables de proveer y vigilar el acceso de todas y todos a un empleo digno, hombres y mujeres, personas adultas mayores, con discapacidad, de cualquier cultura, raza o preferencia sexual, y emprender los ajustes necesarios a fin de crear las condiciones para que por medio del empleo las personas puedan lograr sus propósitos.

El trabajo decente es un concepto integrador “debe constituir una meta, un marco para la definición y la actuación de políticas, un método de organización de actividades y programas, y una plataforma para la asociación con otras entidades” (OIT, 2000).

Un trabajo decente dignifica a la persona, es la llave que le permite acceder a una buena alimentación, vestido, a la educación, a la recreación, a la cultura, a la vivienda, al crecimiento personal y profesional; por ello, la política laboral debe tener como centro la visión de respeto a los derechos humanos.

Al mismo tiempo, es importante tener en cuenta que un trabajo digno requiere de las y los trabajadores el cumplimento cabal de sus deberes: actuar con profesionalismo, eficiencia, eficacia, honestidad, honradez, decoro, en estricto apego a la legalidad, respetar la jornada laboral, ceñirse a sus funciones y a las leyes y reglamentos internos de su organización. Cuando cumplimos con nuestros deberes también dignificamos el empleo, y la vida misma.

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