/ viernes 26 de enero de 2024

Toluca en crisis

A pesar de su gran importancia como centro político y económico, la capital mexiquense padece un marcado deterioro, los problemas estructurales se agudizan y la calidad de vida de sus habitantes de ningún modo es para presumirse.

Lamentable es ver destruida la aspiración de tener una ciudad progresista, ordenada y segura, sobre todo a causa de la corrupción e ineptitud de quienes han lucrado a costa de la tragedia de un valioso espacio urbano. La conducta deshonesta de no cumplir con las responsabilidades adquiridas ya no sólo se traduce en el caos vial cotidiano, en la destrucción de calles y avenidas, y en lo deficiente de los servicios básicos, sino también en una serie factores de gravedad creciente.

Con la mentalidad del llamado grupo Atlacomulco, los distintos gobiernos estatal y municipal quedaron lejos de dar buenos resultados, y ahora las consecuencias afectan a la población en formas e intensidades diversas. La incapacidad y la indolencia no les permitió reaccionar ante los cambios adversos, y eso se ha traducido en numerosas manifestaciones del atraso y de marcados desequilibrios sociales.

Se tiene así el tema de la inseguridad, cuya propagación en los últimos años constituyen hoy una maligna enfermedad, alentada por la absurda decisión de ofrecer abrazos a los delincuentes. Los hechos violentos y las extorsiones impiden la tranquilidad y el bienestar de las comunidades, generan un impacto negativo en la economía y son evidencia de una descomposición en aumento, que por desgracia no ha merecido la respuesta deseada, enérgica y a la alturade las circunstancias, por parte de las supuestas autoridades.

Otra muestra de incompetencia está en los elevados niveles de contaminación, es decir, en la excesiva cantidad de gases tóxicos en la atmósfera. El desacato a las leyes, la falta de medidas de prevención y de una adecuada planeación del desarrollo, han hecho de Toluca uno de los lugares del país con el aire más sucio. Sin embargo, las malas prácticas continúan, pues de manera criminal las chimeneas rodantes alteran el medio y eso repercute en el incremento de diferentes enfermedades, como son las infecciones respiratorias, infartos e hipertensión.

Pero el panorama sigue empeorando, y en estos días se le suma la prolongada escasez de agua, también derivado de la negligencia de una torpe burocracia, al no haber atendido la amenaza desde hace varios años, relativa a la disponibilidad, cantidad y calidad del vital líquido. Dentro de su soberbia y enorme ignorancia, nunca pensaron en la necesidad de construir las suficientes obras de captación y tratamiento, de mantener y renovar la infraestructura hidráulica, y mucho menos tomaron en cuenta el conjunto de condiciones desfavorables, donde destacaban el aumento de la población, el uso irracional del recurso, la sobre explotación de los acuíferos y la impune deforestación, causante de la pérdida de los ecosistemas naturales o de disminuir su capacidad para retener agua y regular el ciclo hidrológico.

Obviamente, tampoco se les ocurrió valorar los efectos del cambio climático, manifestados en la reducción y variación de las precipitaciones, y de hacer más frecuentes y severas las sequías.

Por eso, es indispensable tomar conciencia de la situación, comprender su significado y grado de peligrosidad, e impulsar trasformaciones de fondo hacia un modelo de progreso sostenible. La nueva ineptocracia no puede seguir omitiendo la catástrofe. Están obligados a dejar la demagogia y actuar con prontitud, antes de que sea demasiado tarde.

Ingeniero civil, profesor de tiempo completo en la UAEM.

juancuencadiaz@hotmail.com

A pesar de su gran importancia como centro político y económico, la capital mexiquense padece un marcado deterioro, los problemas estructurales se agudizan y la calidad de vida de sus habitantes de ningún modo es para presumirse.

Lamentable es ver destruida la aspiración de tener una ciudad progresista, ordenada y segura, sobre todo a causa de la corrupción e ineptitud de quienes han lucrado a costa de la tragedia de un valioso espacio urbano. La conducta deshonesta de no cumplir con las responsabilidades adquiridas ya no sólo se traduce en el caos vial cotidiano, en la destrucción de calles y avenidas, y en lo deficiente de los servicios básicos, sino también en una serie factores de gravedad creciente.

Con la mentalidad del llamado grupo Atlacomulco, los distintos gobiernos estatal y municipal quedaron lejos de dar buenos resultados, y ahora las consecuencias afectan a la población en formas e intensidades diversas. La incapacidad y la indolencia no les permitió reaccionar ante los cambios adversos, y eso se ha traducido en numerosas manifestaciones del atraso y de marcados desequilibrios sociales.

Se tiene así el tema de la inseguridad, cuya propagación en los últimos años constituyen hoy una maligna enfermedad, alentada por la absurda decisión de ofrecer abrazos a los delincuentes. Los hechos violentos y las extorsiones impiden la tranquilidad y el bienestar de las comunidades, generan un impacto negativo en la economía y son evidencia de una descomposición en aumento, que por desgracia no ha merecido la respuesta deseada, enérgica y a la alturade las circunstancias, por parte de las supuestas autoridades.

Otra muestra de incompetencia está en los elevados niveles de contaminación, es decir, en la excesiva cantidad de gases tóxicos en la atmósfera. El desacato a las leyes, la falta de medidas de prevención y de una adecuada planeación del desarrollo, han hecho de Toluca uno de los lugares del país con el aire más sucio. Sin embargo, las malas prácticas continúan, pues de manera criminal las chimeneas rodantes alteran el medio y eso repercute en el incremento de diferentes enfermedades, como son las infecciones respiratorias, infartos e hipertensión.

Pero el panorama sigue empeorando, y en estos días se le suma la prolongada escasez de agua, también derivado de la negligencia de una torpe burocracia, al no haber atendido la amenaza desde hace varios años, relativa a la disponibilidad, cantidad y calidad del vital líquido. Dentro de su soberbia y enorme ignorancia, nunca pensaron en la necesidad de construir las suficientes obras de captación y tratamiento, de mantener y renovar la infraestructura hidráulica, y mucho menos tomaron en cuenta el conjunto de condiciones desfavorables, donde destacaban el aumento de la población, el uso irracional del recurso, la sobre explotación de los acuíferos y la impune deforestación, causante de la pérdida de los ecosistemas naturales o de disminuir su capacidad para retener agua y regular el ciclo hidrológico.

Obviamente, tampoco se les ocurrió valorar los efectos del cambio climático, manifestados en la reducción y variación de las precipitaciones, y de hacer más frecuentes y severas las sequías.

Por eso, es indispensable tomar conciencia de la situación, comprender su significado y grado de peligrosidad, e impulsar trasformaciones de fondo hacia un modelo de progreso sostenible. La nueva ineptocracia no puede seguir omitiendo la catástrofe. Están obligados a dejar la demagogia y actuar con prontitud, antes de que sea demasiado tarde.

Ingeniero civil, profesor de tiempo completo en la UAEM.

juancuencadiaz@hotmail.com