/ sábado 24 de agosto de 2019

Vox populi | Democracia en crisis

En el contexto de la sociedad de la información, Pippa Norris, de la Universidad de Harvard, señala que la baja credibilidad en la democracia se debe a tres variables: crecientes expectativas no cumplidas, viralización de noticias negativas sobre políticos y gobiernos, así como mayor cantidad y calidad de información para evaluar los resultados de los gobiernos. Esto ha generado una suerte de cóctel de recursos que ha jugado en contra de la democracia.

En México, el presidente Andrés Manuel López Obrador compitió como un outsider de la política, abanderando la lucha contra la corrupción, arrasó en la elección presidencial de 2018. A pesar de registrar una caída importante en los últimos meses, continúa gozando de altos niveles de aprobación y legitimidad (66% de aprobación presidencial). Llama la atención que de forma paralela, partidos políticos registran bajos niveles de legitimidad, particularmente de identificación partidista, y recientemente revelan signos de división interna y desgaste en la renovación de las dirigencias partidistas.

El aplastante triunfo del 2018 posicionó a Morena como una mayoría sólida en el congreso, sin embargo, la falta de institucionalidad y reglas internas como partido político pueden ser un serio obstáculo para su consolidación. Morena nació en 2015 y parece más un movimiento anclado en la credibilidad de López Obrador que un partido político con reglas claras para dirimir sus diferencias. Pugnas internas rumbo a la renovación de la dirigencia partidista revelan una crisis existencial de cara a su renovación.

Por otro, lado la oposición del PAN, PRI, PRD se encuentra desacreditada y debilitada. La baja credibilidad de la oposición partidista puede ser la antesala de una profunda crisis de los partidos políticos y de la democracia en México. Esta situación es muy delicada para la vida democrática del país, ya que la ausencia de una oposición critica, y por otro lado, signos de división en el partido gobernante pueden abonar al fortalecimiento de un presidencialismo sin contrapesos.

La reciente sucesión en la dirigencia nacional del PRI, en la que resultó triunfador Alejandro Moreno, exgobernador de Campeche, no estuvo exenta de cuestionamientos a la transparencia y equidad del proceso de los contendientes, que dejó un saldo de dos renuncias a la militancia. El exsecretario de salud José Narro y la exgobernadora de Yucatán Ivonne Ortega renunciaron a su militancia luego de cuestionar la equidad y validez de la contienda. Con bajos niveles de identificación partidista, el PRI vive históricamente uno de sus peores momentos.

La reciente pugna por la mesa directiva del Senado, en la que el senador Martí Batres señaló la falta de equidad y claridad en el proceso, descalificando a su rival Ricardo Monreal es la punta del iceberg de la renovación de la dirigencia de Morena el próximo 20 de noviembre, en la que la izquierda mexicana tendrá una dura prueba de institucionalidad para continuar unida. Al final del día, lo más probable es que esas diferencias terminen siendo consensuadas al viejo estilo en el que el presidente daba un golpe sobre la mesa para poner en paz a sus militantes en discordia.

Estos pasajes de divisiones internas revelan una crisis no sólo de los partidos políticos, sino principalmente de la democracia mexicana, por la falta de contrapesos institucionales al presidencialismo.

paul.valdes@gmail.com

En el contexto de la sociedad de la información, Pippa Norris, de la Universidad de Harvard, señala que la baja credibilidad en la democracia se debe a tres variables: crecientes expectativas no cumplidas, viralización de noticias negativas sobre políticos y gobiernos, así como mayor cantidad y calidad de información para evaluar los resultados de los gobiernos. Esto ha generado una suerte de cóctel de recursos que ha jugado en contra de la democracia.

En México, el presidente Andrés Manuel López Obrador compitió como un outsider de la política, abanderando la lucha contra la corrupción, arrasó en la elección presidencial de 2018. A pesar de registrar una caída importante en los últimos meses, continúa gozando de altos niveles de aprobación y legitimidad (66% de aprobación presidencial). Llama la atención que de forma paralela, partidos políticos registran bajos niveles de legitimidad, particularmente de identificación partidista, y recientemente revelan signos de división interna y desgaste en la renovación de las dirigencias partidistas.

El aplastante triunfo del 2018 posicionó a Morena como una mayoría sólida en el congreso, sin embargo, la falta de institucionalidad y reglas internas como partido político pueden ser un serio obstáculo para su consolidación. Morena nació en 2015 y parece más un movimiento anclado en la credibilidad de López Obrador que un partido político con reglas claras para dirimir sus diferencias. Pugnas internas rumbo a la renovación de la dirigencia partidista revelan una crisis existencial de cara a su renovación.

Por otro, lado la oposición del PAN, PRI, PRD se encuentra desacreditada y debilitada. La baja credibilidad de la oposición partidista puede ser la antesala de una profunda crisis de los partidos políticos y de la democracia en México. Esta situación es muy delicada para la vida democrática del país, ya que la ausencia de una oposición critica, y por otro lado, signos de división en el partido gobernante pueden abonar al fortalecimiento de un presidencialismo sin contrapesos.

La reciente sucesión en la dirigencia nacional del PRI, en la que resultó triunfador Alejandro Moreno, exgobernador de Campeche, no estuvo exenta de cuestionamientos a la transparencia y equidad del proceso de los contendientes, que dejó un saldo de dos renuncias a la militancia. El exsecretario de salud José Narro y la exgobernadora de Yucatán Ivonne Ortega renunciaron a su militancia luego de cuestionar la equidad y validez de la contienda. Con bajos niveles de identificación partidista, el PRI vive históricamente uno de sus peores momentos.

La reciente pugna por la mesa directiva del Senado, en la que el senador Martí Batres señaló la falta de equidad y claridad en el proceso, descalificando a su rival Ricardo Monreal es la punta del iceberg de la renovación de la dirigencia de Morena el próximo 20 de noviembre, en la que la izquierda mexicana tendrá una dura prueba de institucionalidad para continuar unida. Al final del día, lo más probable es que esas diferencias terminen siendo consensuadas al viejo estilo en el que el presidente daba un golpe sobre la mesa para poner en paz a sus militantes en discordia.

Estos pasajes de divisiones internas revelan una crisis no sólo de los partidos políticos, sino principalmente de la democracia mexicana, por la falta de contrapesos institucionales al presidencialismo.

paul.valdes@gmail.com