A lo largo de la historia, el ser humano ha necesitado de la naturaleza para satisfacer sus necesidades y prosperar como especie, sin embargo, actualmente es un hecho que la acción humana ha generado una acumulación exagerada de residuos, lo que impacta negativamente al medio ambiente.
Cada año se generan toneladas de desperdicio que no es tan fácil degradar, por lo tanto, una de las vías que puede resultar efectiva es la inclusión de microorganismos como actores principales para temas ambientales.
Para esta ocasión toca reconocer el trabajo que hacen los microorganismos como colaboradores para establecer mecanismos que disminuyan problemas ambientales y generen energía limpia.
En ese sentido, el rol que tiene la biotecnología gris en el quehacer científico es crear soluciones tecnológicas sustentables que ayuden a proteger al medio ambiente a través del uso de microorganismos.
Entre los principales beneficios que proporciona este tipo de biotecnología se encuentran:
Eliminación de contaminante
A raíz de prácticas humanas imprudentes e irresponsables respecto al manejo de residuos, sobre todo en años pasados cuando no existía alguna regulación, se contaminaron de manera desproporcional sueños y acuíferos, principalmente por hidrocarburos, pesticidas y metales pesados.
La biorremediación como una técnica biotecnológica usa a los microorganismos para que degraden los contaminantes. Esto quiere decir que a ciertas especies de microorganismos les gusta “comer” algunos compuestos químicos que son tóxicos para la naturaleza, como en los derrames de petróleo al mar. Cuando se da la degradación completa el hidrocarburo se convierte en compuestos menos dañinos como agua y dióxido de carbono.
Para que los microorganismos puedan “comer” eficientemente el compuesto y degradarlo es necesario que se cumplan ciertas condiciones, una de ellas es que la temperatura debe ser la adecuada, debe de existir una cantidad adecuada de nutrientes y la cantidad de oxígeno suficiente (para microorganismos aerobios). Estas condiciones permiten que los microorganismos crezcan y se multipliquen y entonces requieren mayor cantidad de sustancias químicas para comer, así la biodegradación es más eficiente.
Gestión de residuos
En los últimos años, se han descubierto aplicaciones de microorganismos como bacterias, hongos y algas para la gestión y degradación de residuos municipales. Las técnicas recientes también traen el concepto de bacterias que pueden degradar el plástico. Los científicos han descubierto recientemente una cepa de bacterias que literalmente puede comerse el plástico y están trabajando para que funcione más rápido.
En 2016, un equipo de Japón estudió varias bacterias de una planta de reciclaje de botellas. Descubrieron que la bacteria llamada Ideonella sakaiensis 201-F6 puede digerir el plástico, que se utiliza para fabricar botellas de bebidas de un solo uso. El componente empleado en el plástico llamado tereftalato de polietileno (PET) se digiere por una enzima (una proteína que acelera las reacciones químicas) secretada conocida como PETasa.
PETasa divide algunos enlaces químicos en PET para convertirlo en moléculas más pequeñas. Luego, la bacteria emplea el carbono que contiene como fuente de alimento.
Biocombustibles
Los biocombustibles se refieren a los combustibles generados a través de procesos biológicos o derivados de la biomasa de organismos vivos, tales como microalgas, plantas y bacterias. Como parte de este tipo de combustibles se encuentran el biodiésel y bioetanol.
Los biocombustibles son una alternativa, ya disponible, a los combustibles fósiles, además de ser los principales contribuyentes a la reducción de emisiones en sectores difíciles de descarbonizar como el marítimo y el aéreo. Por ello, en los próximos años tendrán un papel clave en la movilidad sostenible.
Sin embargo, hoy en día existe controversia respecto a estos productos, pues, aunque países como Estados Unidos y Brasil cuentan con una alta producción de bioetanol, la mayoría provienen de la siembra de maíz, un recurso que podría destinarse hacia la producción de alimentos.
Por otro lado, aún es necesaria más investigación para consolidarse como una fuente de energía estable, pues considerando todos los costes de producción estos combustibles presentan balances energéticos negativos, es decir, para producirlos se necesita invertir más energía de la que se obtiene.
Como conclusión, a medida que nos convertimos en una sociedad más consciente respecto a las consecuencias de nuestras actividades para el medio ambiente comienzan a aparecer señales de una revolución en cuanto a cómo producir y manejar residuos, por lo tanto, debemos ser responsables de la forma en que nuestros desechos son depositados.