Austera e íntima fue la celebración de la Virgen de San Juan de los Lagos en el barrio de Otumba de Valle de Bravo; sin juegos mecánicos, como tradicionalmente se hace y con algunos puestos de comida, ropa y pan, se conmemoró a la Virgen de túnicas blancas y manto azul cielo, este 2 de febrero.
En el interior de la capilla de Otumba, un arreglo floral y papel picado adornaban el altar de la Virgen, quien es homenajeada en el Día de la Candelaria por habitantes de este Pueblo Mágico sureño.
Afuera, continuaron acomodadas las sillas de la misa que se ofreció a las 8:00 horas, cumpliendo con el homenaje religioso a esta imagen que se venera en el mismo día que el niño Jesús fue presentado al templo.
“Bendición ya no va a haber, solo hubo misa de alba, temprano, ni a los niños Dios se van a bendecir en esta ocasión”, se escuchaba pronunciar a uno de los mayordomos de la festividad católica.
En una cuadra fueron colocados los puestos semifijos que ofrecían tamales, antojitos mexicanos y mole, a quienes acudían al templo a agradecer a la Virgen por las bendiciones que ha dado durante todo el año.
Un trampolín adaptado era el que se encargó de dar alegría a los pocos niños y niñas que asistieron al lugar, pues el temor por contagiarse de Covid-19 sigue presente.
A pesar de ser tan recatado el festejo de la Señora de San Juan de los Lagos, volvió a efectuarse dos años después de que se diera la última fiesta patronal en el Pueblo Mágico.
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El 2 de febrero de 2020 fue la última fiesta de la religión católica que se realizó sin cubrebocas ni medidas de seguridad en Valle de Bravo, pues el virus SARS-CoV-2 parecía un mito lejano.
“Este año Dios dio licencia de que al menos pudiéramos vender algo, pero hace un año estaba bien fuerte el Covid, bueno ahorita también, pero ahora sí nos dejaron vender, hace un año nada de eso”, dijo una vendedora de tamales, mientras despachaba a sus clientes.
Todos pensaban que este año sería diferente la celebración. Desde el mes de diciembre de 2021, la mayordomía de la capilla salía cada fin de semana a recolectar una cooperación entre los vecinos de Otumba para realizar la fiesta.
Pero el incremento de casos Covid-19, durante esta cuarta ola de contagios masivos, mermó el festejo, el cual tuvo que ser mesurado ante la exigencia sanitaria que se está viviendo.
Ni peregrinación para la bendición del Niño Dios hubo, ni quema de fuegos pirotécnicos o misas. Pero tampoco pasó desapercibido el festejo religioso para los creyentes vallesanos.