/ sábado 23 de septiembre de 2023

El tianguis de la Ocho Cedros, una tradición familiar que perdura a pesar del tiempo

Cada sábado llegan cientos de familias a este lugar en donde, además de hacer su mandado, también aprovechan el momento para comer una pancita, unos tacos o unas papas caseras

Al tianguis de la Ocho Cedros se adentra por la esquina de Eduardo Hernández Cházaro y Lago Tanganica, donde abren mercado los puestos de chorizo, elotes, los puestos ambulantes de jarcería y los polleros. El tianguis de vuelve un pasillo estrecho al que le sobran las opciones para surtir la canasta familiar: cebolla, jitomate, limón, papas, chiles serranos y de guajillo manzanos.

Cada semana una cuadra de puestos son el corazón de la colonia Ocho Cedros y allí llegan las familias a almorzar una pancita, o tacos placeros de chicharrón y queso. Un cóctel de marisco y de botana una bolsa de papas fritas de las que vende la familia García.

"Aquí estamos cada ocho días, a veces vamos a otros mercados y ya tenemos veinte años haciendo papas", pero coloca don Héctor González.

Su puesto de papas está en una esquina donde enciende su cazo y al lado instalan unas tarimas con las bolsas de 25 y 30 pesos. Copeteadas, como le gustan a sus clientes y de pilón unas rajas de salchichas.

"Hay le va joven, van de pilón unas salchichas", dice doña Rosa mientras despacha.

Y en su puesto mientras está sentando, don Héctor llega a pelar hasta 200 kilos de papa, de la más buena y grande que se cultiva en los campos de Sinaloa.

Casi frente al puesto de los García, está José y su abuelita despachando jitomate, aguacate, chiles, cebollas y acelgas. Todo a buen precio, o al menos, mejor que en las tiendas comerciales.

"Venimos desde Almoloya de Alquisiras, de allá salimos en la madrugada, porque el puesto ya debe estar instalado a las siete de la mañana", explica el joven comerciante de tianguis.

Y José es toda astucia para atraer a sus clientes, sin importar que el limón esté caro, él vende.

Según la temporada es lo que vendemos, a veces los precios están más altos y a veces muy bajos.

En el pasillo estrecho del tianguis de la Ocho Cedros lo que más cabe son los puestos de fruta y verdura. Los de ajos, los que pelan nopales al ritmo en que pasa la gente.

En un sentido del callejón están los que pelan nopales y del otro, el señor que ofrece truchas y mojarras en su carretilla. También un grupo de chavos que improvisa piezas musicales con unas congas. Por eso el tianguis semanal de la Ocho Cedros es una amalgama cultural y de los pocos que subsisten.

Antes del mediodía las familias ya van saliendo jalando los diablitos con las bolsas de mandado. Así el tianguis cumple su función y las familias esperan que retorne la siguiente semana para volver a surtirse.

Al tianguis de la Ocho Cedros se adentra por la esquina de Eduardo Hernández Cházaro y Lago Tanganica, donde abren mercado los puestos de chorizo, elotes, los puestos ambulantes de jarcería y los polleros. El tianguis de vuelve un pasillo estrecho al que le sobran las opciones para surtir la canasta familiar: cebolla, jitomate, limón, papas, chiles serranos y de guajillo manzanos.

Cada semana una cuadra de puestos son el corazón de la colonia Ocho Cedros y allí llegan las familias a almorzar una pancita, o tacos placeros de chicharrón y queso. Un cóctel de marisco y de botana una bolsa de papas fritas de las que vende la familia García.

"Aquí estamos cada ocho días, a veces vamos a otros mercados y ya tenemos veinte años haciendo papas", pero coloca don Héctor González.

Su puesto de papas está en una esquina donde enciende su cazo y al lado instalan unas tarimas con las bolsas de 25 y 30 pesos. Copeteadas, como le gustan a sus clientes y de pilón unas rajas de salchichas.

"Hay le va joven, van de pilón unas salchichas", dice doña Rosa mientras despacha.

Y en su puesto mientras está sentando, don Héctor llega a pelar hasta 200 kilos de papa, de la más buena y grande que se cultiva en los campos de Sinaloa.

Casi frente al puesto de los García, está José y su abuelita despachando jitomate, aguacate, chiles, cebollas y acelgas. Todo a buen precio, o al menos, mejor que en las tiendas comerciales.

"Venimos desde Almoloya de Alquisiras, de allá salimos en la madrugada, porque el puesto ya debe estar instalado a las siete de la mañana", explica el joven comerciante de tianguis.

Y José es toda astucia para atraer a sus clientes, sin importar que el limón esté caro, él vende.

Según la temporada es lo que vendemos, a veces los precios están más altos y a veces muy bajos.

En el pasillo estrecho del tianguis de la Ocho Cedros lo que más cabe son los puestos de fruta y verdura. Los de ajos, los que pelan nopales al ritmo en que pasa la gente.

En un sentido del callejón están los que pelan nopales y del otro, el señor que ofrece truchas y mojarras en su carretilla. También un grupo de chavos que improvisa piezas musicales con unas congas. Por eso el tianguis semanal de la Ocho Cedros es una amalgama cultural y de los pocos que subsisten.

Antes del mediodía las familias ya van saliendo jalando los diablitos con las bolsas de mandado. Así el tianguis cumple su función y las familias esperan que retorne la siguiente semana para volver a surtirse.

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