El agradecimiento de una persona por ayudarle a preservar su vida es la mayor recompensa que un paramédico puede recibir, señaló David Espinosa, paramédico por 43 años en el Sistema de Urgencias del Estado de México (SUEM), instancia que este miércoles festejó sus 47 años de vida al servicio de la comunidad mexiquense.
Los 47 años de surgimiento de este sistema de urgencias consistieron en una celebración religiosa de acción de gracias y una convivencia realizada en sus instalaciones, con la presencia del personal operativo y administrativo.
El SUEM actualmente es considerado un pilar fundamental del sistema médico de emergencias, además de un vínculo entre la atención pre hospitalaria y los servicios de urgencias de los hospitales del sector salud.
Su propósito radica en proporcionar a lesionados y personas con enfermedades súbitas, una atención oportuna, rápida, certera y con habilidad, a fin de preservar la vida, función y estética, sin mencionar que asume la responsabilidad de determinar las prioridades de la emergencia, la disposición de recursos y la estrategia de acción para el rescate y la atención de damnificados.
Actualmente el Sistema de Urgencias del Estado de México (SUEM) ofrece atención prehospitalaria a personas accidentadas o con enfermedades súbitas, apoyo a las unidades de la red hospitalaria del Estado de México en el traslado de pacientes, rescate de montaña, urbano y acuático, así como operativos específicos en desastres, vacaciones y zonas de riesgo como los volcanes Xinantécatl y Popocatépetl.
"Estoy aquí porque usted me salvó la vida"
David Espinosa, paramédico por 43 años dentro del Sistema de Urgencias del Estado de México (SUEM), explicó que la mejor recompensa que puede tener un paramédico es recibir el agradecimiento de aquellas personas a las que ayudaste.
“Son muchas las experiencias, pero en una ocasión me encontré a una persona en el supermercado, me saludó y me preguntó que si no me acordaba de él, -ambos acompañados por la familia-, le contesté que no y me contestó: Estoy aquí porque usted me salvó la vida”, narró.
Dentro de esas experiencias, platicó, también hubo malas y entre ellas destacan el ver morir a pacientes sin poder hacer algo por evitarlo.
“Un ejemplo de estas malas experiencias me sucedió en un accidente ocurrido en Tollocan, donde una pareja chocó y el auto se incendió. Llegamos muy rápido al lugar, pero no pudimos hacer nada por salvarles la vida, sólo escuchamos sus gritos de dolor y así los vimos morir”, agregó.
Consideró que los paramédicos son una parte importante de una cadena que tiene que amortiguar los daños que causa el mismo hombre, es decir, enfatizó un enlace en la cadena de sobrevivencia de un paciente.
A 47 años de existencia, finalizó, el SUEM no tiene lo que merece, no sólo por la falta de apoyo que siempre será insuficiente, sino también por la falta de personal con espíritu de servicio y de un compromiso social, como el que hace años existía, concluyó.
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