/ domingo 27 de febrero de 2022

Marchan en Almoloya del Río para pedir justicia por Lefni

Luego de su desaparición se activó una alerta en la Fiscalía Mexiquense para buscarla. Dos días después su cadáver fue hallado en el basurero de Santiago Tianguistenco


Las jóvenes gritan y sus gargantas se revientan y ellas vuelven a tomar agua para soportar otra consigna. Luego sus ojos se cristalizan cuando escuchan el mensaje de Rosa, la madre de Lefni, quien toma el micrófono y agradece a las jovencitas de marchar por su hija.

"Aquí veo a mi hija, con ustedes, muchas gracias por estar aquí", les deseo explaya la mujer soltando en llanto y los ojos hinchados.

Este domingo hubo marcha en el centro de Almoloya del Río. Y desde el viernes hay luto. Lo dicen los monos negros pegados frente a la casa del Colín Martínez, las ventanillas de los coches a los que les pintaron el nombre de Lefni y lo dicen también los ojos de las Jovencitas que marcharon.

"Aquí todas somos una", gritan las mujeres que pareciera tienen rostro de niñas. Es el mismo rostro de niña como el de Lefni, quien aparece en las copias fotostáticas y las lonas.

DESAPARICIÓN

El pasado 22 de febrero alrededor de las 15:00 horas, Lefni debió salir del local de maquinitas de juegos rumbo a su casa. Era un tramo de pocos minutos. "Debió tomar por la calle del Conalep", conjeturó su tía. Incluso ya miraron las grabaciones del negocio y se observa a Lefni salir del lugar.

Yo digo que ya la esperaban, ya lo habían planeado y la subieron a un vehículo.

Luego de la desaparición se activó una alerta en la Fiscalía Mexiquense para buscarla. Dos días después su cadáver fue hallado envuelta en plástico en el basurero de Santiago Tianguistenco.

"Aquí es donde uno pide que las fichas se difundan", reclamó doña Rosa María, madre de Lefni.

ALTAR

Este domingo comienzan los novenarios en el domicilio de la familia Colín Martínez, y doña Rosa solo ha tenido tiempo de salir a dar un mensaje a los jóvenes que se unieron a la marcha.

Las cartulinas del horario para el velorio y el sepelio aún están pegados frente a la casa. Una cartulina sobre la reja color blanco. En la primera habitación está un altar: afuera docenas de veladoras consumidas sobre el suelo, y adentro, en la habitación, hay flores y tres cuadros con fotos.

Este es de cuando salió de la primaria, tenía doce.

El rostro de Lefni pareciera que no cambió de los 12 a los 18 años. Al menos es la sensación que reflejan las fotos posadas en el altar en esa habitación, que ahora es de luto.

"Está foto es la más reciente", explica la tía. "La tomamos antes de irnos a Acapulco", añade la mujer y es espontáneo pensar en una estampa en la memoria: Lefni se mira feliz en la foto y ahora que su tía cuenta la anécdota, es entendible.

MARCHAN

Entre el tumulto de jovencitas que marcharon este domingo, había quienes no conocieron a Lefni, y la conocen ahora solo mediante las fotos. Eso no ha sido obstáculo para empatizar.

"No la conocí pero aquí estoy, para que todas podamos salir sin miedo", explaya una jovencita que sostiene una cartulina con trazos morados y fotocopias de Lefni en blanco y negro.

No solo hay jovencitas, también están otras familias, como la de Leonardo, quien cumplió un año y cuatro meses de haber sido asesinada. Asimismo, hay hombres que reparten agua en jarras a los grupos y de mezclan entre las cartulinas y las consignas.


Las jóvenes gritan y sus gargantas se revientan y ellas vuelven a tomar agua para soportar otra consigna. Luego sus ojos se cristalizan cuando escuchan el mensaje de Rosa, la madre de Lefni, quien toma el micrófono y agradece a las jovencitas de marchar por su hija.

"Aquí veo a mi hija, con ustedes, muchas gracias por estar aquí", les deseo explaya la mujer soltando en llanto y los ojos hinchados.

Este domingo hubo marcha en el centro de Almoloya del Río. Y desde el viernes hay luto. Lo dicen los monos negros pegados frente a la casa del Colín Martínez, las ventanillas de los coches a los que les pintaron el nombre de Lefni y lo dicen también los ojos de las Jovencitas que marcharon.

"Aquí todas somos una", gritan las mujeres que pareciera tienen rostro de niñas. Es el mismo rostro de niña como el de Lefni, quien aparece en las copias fotostáticas y las lonas.

DESAPARICIÓN

El pasado 22 de febrero alrededor de las 15:00 horas, Lefni debió salir del local de maquinitas de juegos rumbo a su casa. Era un tramo de pocos minutos. "Debió tomar por la calle del Conalep", conjeturó su tía. Incluso ya miraron las grabaciones del negocio y se observa a Lefni salir del lugar.

Yo digo que ya la esperaban, ya lo habían planeado y la subieron a un vehículo.

Luego de la desaparición se activó una alerta en la Fiscalía Mexiquense para buscarla. Dos días después su cadáver fue hallado envuelta en plástico en el basurero de Santiago Tianguistenco.

"Aquí es donde uno pide que las fichas se difundan", reclamó doña Rosa María, madre de Lefni.

ALTAR

Este domingo comienzan los novenarios en el domicilio de la familia Colín Martínez, y doña Rosa solo ha tenido tiempo de salir a dar un mensaje a los jóvenes que se unieron a la marcha.

Las cartulinas del horario para el velorio y el sepelio aún están pegados frente a la casa. Una cartulina sobre la reja color blanco. En la primera habitación está un altar: afuera docenas de veladoras consumidas sobre el suelo, y adentro, en la habitación, hay flores y tres cuadros con fotos.

Este es de cuando salió de la primaria, tenía doce.

El rostro de Lefni pareciera que no cambió de los 12 a los 18 años. Al menos es la sensación que reflejan las fotos posadas en el altar en esa habitación, que ahora es de luto.

"Está foto es la más reciente", explica la tía. "La tomamos antes de irnos a Acapulco", añade la mujer y es espontáneo pensar en una estampa en la memoria: Lefni se mira feliz en la foto y ahora que su tía cuenta la anécdota, es entendible.

MARCHAN

Entre el tumulto de jovencitas que marcharon este domingo, había quienes no conocieron a Lefni, y la conocen ahora solo mediante las fotos. Eso no ha sido obstáculo para empatizar.

"No la conocí pero aquí estoy, para que todas podamos salir sin miedo", explaya una jovencita que sostiene una cartulina con trazos morados y fotocopias de Lefni en blanco y negro.

No solo hay jovencitas, también están otras familias, como la de Leonardo, quien cumplió un año y cuatro meses de haber sido asesinada. Asimismo, hay hombres que reparten agua en jarras a los grupos y de mezclan entre las cartulinas y las consignas.

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