/ viernes 6 de julio de 2018

Preocupa a artesanos la tragedia en Tultepec; en Tlalchichilpan hay tristeza

Este pequeño pueblo del Valle de Toluca, teme que las ventas caigan y las revisiones se agudicen.

Almoloya, México.- Las faldas del cerro del Molcajete, se miran solitarias. Los polvorines en esta temporada del año suelen estar cerrados y pocos cohetones cimbran el cielo a manera de pruebas, que es común en esta parte de Almoloya de Juárez. Los artesanos que se mantienen activos, dicen tener zozobra tras la otra tragedia ocurrida en Tultepec que dejó 24 muertos.


"Ya no tardan en venirse las revisiones de la Sedena y Protección Civil", augura Víctor, un joven productor de pirotecnia de San Mateo Tlalchichilpan.

La última explosión que recuerdan, ocurrió hace dos años, pero aún así toman sus precauciones y siguen al pie los protocolos, explica Dolores Romero, padre de Víctor.

Foto: Daniel Camacho.

En su experiencia como artesanos, aseguran que los accidentes ocurren porque no hay un buen manejo del material.

"Cuando se trabaja con juguetes es más peligroso, porque llevan clorato, eso causa muchas explosiones", revela el artesano.

Tras las explosiones de dos polvorines el jueves en el municipio de Tultepec, donde que fallecieron 24 personas, la Coordinación de Protección Civil del país, informó operativos exhaustivos para identificar talleres clandestinos y reforzar las revisiones en las regiones del estado de México donde hay producción de pirotecnia.

Sobre la desviación a la cabecera de Almoloya, junto al cerro conocido como el Molcajete, se asienta el pequeño pueblo de la pirotecnia, menos famoso que Tultepec pero donde la totalidad de sus habitantes viven de la producción de castillos, cohetes, juguetes y otros artefactos. Por eso, hay temor en que la temporada fuerte de diciembre venga a la baja tras la tragedia en Tultepec.

Unos 50 polvorines dominan a las afueras del pueblo. Todo en San Mateo es silencio, sin embargo cuenta Víctor, en diciembre esa tranquilidad se interrumpe con los cohetes que suben al cielo a cada minuto por las pruebas que se hacen.

En diciembre es cuando todos estamos activos y hay más revisiones”, apunta.

En el taller de la familia Romero, hay tres cuartos en los que se trabaja la pólvora, y se tiene almacenado el polvo explosivo en pequeños barriles. Las tres habitaciones lucen imágenes pegadas sobre la pared del Señor de los Milagros y la Virgen de Guadalupe. También una capilla en la que celebran misas para pedir protección.

Cada año le hacemos una misa al cristito, es para que nos vaya bien y no nos toque una explosión”, explica Dolores.

Los protocolos que les obliga la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), son mantener una distancia mínima de 100 metros de otro polvorín, también tener sus cuartos aislados de hierba y por lo menos dos extinguidores. Aunque Dolores asegura que cuando la pólvora explota, dichas medidas sirven de poco.

Foto: Daniel Camacho.

Eso no sirve de nada si esto explota, lo mejor es no trabajar si la pólvora está tibia o no dejar maniobrar a alguien que no sabe”, argumenta el artesano.

El taller actualmente se encuentra enmallado porque la Sedena se los obliga, pero Víctor revela que los cuartos no los han encerrado, pese a que saben que burlan la norma, lo hacen por su seguridad.

“Nos piden que tengamos enmallados los cuartos pero si lo hacemos, nos quedamos encerrados y ni cómo escapar de una explosión”, sostiene el productor de pirotecnia.

Foto: Daniel Camacho.

En el centro del pueblo, la preocupación por las disposiciones y revisiones que conlleve la tragedia en Tultepec, también preocupa. En Tlalchichilpan se vive de la pólvora y no hay de otra.

"La gente se asusta y ya no viene a comprar, y de esto vivimos, es una cadenita de producción”, comenta Irma Martínez, una pequeña distribuidora de materia prima de la pirotecnia.

En su local se ofertan cartuchos, toritos artesanales de cartón, varas para cohetes, canastillas, hilo para mechas y bolsas para la pólvora.

Foto: Daniel Camacho.

La línea de producción en Tlalchichilan, así funciona, y pese al peligro y las malas experiencias, los artesanos aseguran no abandonar su trabajo.

Si el gobierno dice que va impedir producir y vender pirotecnia, va a dejar a todo el pueblo sin trabajo”, argumenta Irma.

La zozobra de lo que viene es palpable, pero de alguna forma lo han normalizado con el paso de los años, el peligro de maniobrar con la pólvora en Tlalchichilpan, es como dedicarse a cualquier otra actividad para sus pobladores.

Foto: Daniel Camacho.


NUMERALIA

Unos 50 polvorines hay Tlalchichilpan

Unos 20 locales ofertan material en el pueblo

Un promedio de 8 personas trabajan en un taller

Cada 4 meses se hacen revisiones


FRASE

"Ya no tardan en venirse las revisiones de la Sedena y Protección Civil".



Víctor Romero, productor de pirotecnia de San Mateo Tlalchichilpan








Almoloya, México.- Las faldas del cerro del Molcajete, se miran solitarias. Los polvorines en esta temporada del año suelen estar cerrados y pocos cohetones cimbran el cielo a manera de pruebas, que es común en esta parte de Almoloya de Juárez. Los artesanos que se mantienen activos, dicen tener zozobra tras la otra tragedia ocurrida en Tultepec que dejó 24 muertos.


"Ya no tardan en venirse las revisiones de la Sedena y Protección Civil", augura Víctor, un joven productor de pirotecnia de San Mateo Tlalchichilpan.

La última explosión que recuerdan, ocurrió hace dos años, pero aún así toman sus precauciones y siguen al pie los protocolos, explica Dolores Romero, padre de Víctor.

Foto: Daniel Camacho.

En su experiencia como artesanos, aseguran que los accidentes ocurren porque no hay un buen manejo del material.

"Cuando se trabaja con juguetes es más peligroso, porque llevan clorato, eso causa muchas explosiones", revela el artesano.

Tras las explosiones de dos polvorines el jueves en el municipio de Tultepec, donde que fallecieron 24 personas, la Coordinación de Protección Civil del país, informó operativos exhaustivos para identificar talleres clandestinos y reforzar las revisiones en las regiones del estado de México donde hay producción de pirotecnia.

Sobre la desviación a la cabecera de Almoloya, junto al cerro conocido como el Molcajete, se asienta el pequeño pueblo de la pirotecnia, menos famoso que Tultepec pero donde la totalidad de sus habitantes viven de la producción de castillos, cohetes, juguetes y otros artefactos. Por eso, hay temor en que la temporada fuerte de diciembre venga a la baja tras la tragedia en Tultepec.

Unos 50 polvorines dominan a las afueras del pueblo. Todo en San Mateo es silencio, sin embargo cuenta Víctor, en diciembre esa tranquilidad se interrumpe con los cohetes que suben al cielo a cada minuto por las pruebas que se hacen.

En diciembre es cuando todos estamos activos y hay más revisiones”, apunta.

En el taller de la familia Romero, hay tres cuartos en los que se trabaja la pólvora, y se tiene almacenado el polvo explosivo en pequeños barriles. Las tres habitaciones lucen imágenes pegadas sobre la pared del Señor de los Milagros y la Virgen de Guadalupe. También una capilla en la que celebran misas para pedir protección.

Cada año le hacemos una misa al cristito, es para que nos vaya bien y no nos toque una explosión”, explica Dolores.

Los protocolos que les obliga la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), son mantener una distancia mínima de 100 metros de otro polvorín, también tener sus cuartos aislados de hierba y por lo menos dos extinguidores. Aunque Dolores asegura que cuando la pólvora explota, dichas medidas sirven de poco.

Foto: Daniel Camacho.

Eso no sirve de nada si esto explota, lo mejor es no trabajar si la pólvora está tibia o no dejar maniobrar a alguien que no sabe”, argumenta el artesano.

El taller actualmente se encuentra enmallado porque la Sedena se los obliga, pero Víctor revela que los cuartos no los han encerrado, pese a que saben que burlan la norma, lo hacen por su seguridad.

“Nos piden que tengamos enmallados los cuartos pero si lo hacemos, nos quedamos encerrados y ni cómo escapar de una explosión”, sostiene el productor de pirotecnia.

Foto: Daniel Camacho.

En el centro del pueblo, la preocupación por las disposiciones y revisiones que conlleve la tragedia en Tultepec, también preocupa. En Tlalchichilpan se vive de la pólvora y no hay de otra.

"La gente se asusta y ya no viene a comprar, y de esto vivimos, es una cadenita de producción”, comenta Irma Martínez, una pequeña distribuidora de materia prima de la pirotecnia.

En su local se ofertan cartuchos, toritos artesanales de cartón, varas para cohetes, canastillas, hilo para mechas y bolsas para la pólvora.

Foto: Daniel Camacho.

La línea de producción en Tlalchichilan, así funciona, y pese al peligro y las malas experiencias, los artesanos aseguran no abandonar su trabajo.

Si el gobierno dice que va impedir producir y vender pirotecnia, va a dejar a todo el pueblo sin trabajo”, argumenta Irma.

La zozobra de lo que viene es palpable, pero de alguna forma lo han normalizado con el paso de los años, el peligro de maniobrar con la pólvora en Tlalchichilpan, es como dedicarse a cualquier otra actividad para sus pobladores.

Foto: Daniel Camacho.


NUMERALIA

Unos 50 polvorines hay Tlalchichilpan

Unos 20 locales ofertan material en el pueblo

Un promedio de 8 personas trabajan en un taller

Cada 4 meses se hacen revisiones


FRASE

"Ya no tardan en venirse las revisiones de la Sedena y Protección Civil".



Víctor Romero, productor de pirotecnia de San Mateo Tlalchichilpan








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