En México el comer tamales, sin duda es un capricho gastronómico que se degusta sin importar el día de la semana tampoco la hora, puede ser muy temprano por el frío o de noche pero que se acentúa durante las posadas y especialmente el 2 de febrero cuando celebra el “Día de la Candelaría”.
Sin embargo existen mitos y leyendas que se le atribuye al proceso de cocción de este singular alimento, llamado por los mexicanos: la vitamina “T”.
En las calles de la mayoría de lo municipios del Estado de México es común por las mañanas escuchar a través de una bocina el singular grito de: “Venga y pida sus ricos y esquivos tamales. Hay tamales de salsa verde, mole rojo y de dulce”.
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Pedro, desde hace más de 30 años se levanta desde las 4 de la mañana y comienza a preparar los ingredientes y la masa para preparar los 100 tamales que vende todos los días.
Durante las más de dos horas que tarda la cocción prepara el atole y en punto de las 08:00 horas, acompañado por su pequeño hijo se monta en su triciclo al que le adaptó una motocicleta y sale a vender.
Pedro sabe de leyendas y mitos acerca de la cocción de los tamales que ha escuchado por generaciones y que más de alguna vez le tocó comprobar si eran ciertas o mentiras. Relata que su madre, tías y abuela siempre le recomendaron preparar los tamales con amor, con devoción y cuando se está contento sobre todo evitar hacerlo enojado ya que no se cuecen y salen “pintos”.
“Un día, mis tamales llevan más de 4 horas y nomas no se cocían, entonces le hable a mi compadre que también es tamalero. "Oye compa, ya llevan cuatro horas los tamales y nomas no se cocen”, le dije. Me preguntó si estábamos enojados, a lo que le contesté que no. Me aconsejó que tomara un puño de chiles serranos, abrir el bote y aventarlos con coraje y todo tipo de groserías hasta con mentadas de madre y que en 20 minutos ya se cocían”, relató.
Aseguró que efectivamente luego de 20 minutos los tamales terminaron de cocerse, hecho que no le atribuye a la preparación tal vez muy líquida de la masa, demasiada humedad en el relleno o incluso a que tal vez los acomodó mal, Pedro sostiene que el mito es real.
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Indicó que durante el proceso de cocción por ningún motivo se debe abrir la vaporera porque los tamales se encelan y pueden quedar pintos. Recomienda colocar una moneda en el fondo de la olla para que cuando ésta empiece a hacer ruido, se sepa que el agua está hirviendo. Así evitar que se quemen.
Agregó que también cuando se están preparando tamales y cerca hay una mujer embarazada en caso de tener antojo, tampoco se cuece la masa y es necesario de acuerdo a lo que sus familiares le transmitieron por años, que se debe realizar con la misma masa una carita de bebé en el bote para que se concluya exitosamente la cocción.
Otras creencias que Pedro conoce pero que asegura no ha puesto en práctica son el bailarle a la vaporera, que solo una persona se dedique a batir y hasta poner un arete a la olla para que no escuche los chismes de quien cocina, cantarles y darles la bendición.
“Mi abuela decía, ponerles sus aretes a una hoja de tamal para que no anden de chismosas y hagan su trabajo, que en este en este caso, pues es cocer los tamalitos”, dijo.
Refirió que actualmente la venta de los tamales por pedido disminuyó, por el alza de los insumos principalmente por la hoja y la gente prefiere hacerlos ya que piensan que los tamaleros se quieren aprovechar, reconoció que si hay tamaleros que lo hacen.
“Antes de comenzaran a subir la hoja, tenía pedidos de 300, 500 y hasta mil tamales para las posadas y principalmente para el 2 de febrero que se festeja el “Día de la Candelaria” para aquellos que tienen que pagar que les haya salido el “Niño Dios” en la Rosca de Reyes.
"Ahora ya los pedidos más grandes son de 50 tamales y uno que otro de 100 por familia. Ya las familias empiezan a hacer sus cuentas y dicen un pedido de 100 tamales en las posadas son como mil 500 pesos, muchos prefieren hacer otra cosa que les resulte más económico como tortas”, dijo.
Finalmente precisó que los pedidos varían de la zona, ya que hay colonias donde viven familias chicas. Añadió que los tamaleros de la zona tienen fe que con la llegada del “Día de la Candelaría” las empresas les vuelvan a hacer pedidos de hasta mil tamales como en antaño para compartir con sus empleados.