La travesía no es sencilla. Hay que levantarse temprano, en la comunidad de El Hielo, municipio de Huixquilucan, para ubicar el lugar donde estará la vacuna, formarse durante horas y rezar para ver si les toca una dosis
La fila de abuelitos que buscan la vacuna, mide metros incalculables en la zona del conjunto médico Rosa Mística.
Formarse hasta 9 horas y sin desayunar, hasta que les invite un lunch el gobierno municipal.
Por ahí está Jaime Gaviña, un campesino que viene de la comunidad El Hielo y quien ha visto a varios amigos morir en esta pandemia. “Muchos amigos han muerto", asegura.
“No había salido de casa en todo el año, hasta hoy que vine a buscar la vacuna. Para nada salimos. Esta es nuestra primera salida y con mucho miedo"
Durante su corta plática, asegura que ha sido un año muy difícil, sobre todo para “nosotros de la tercera edad que no podemos salir, y las personas que no tenemos a nuestra familia, aquí es más difícil, afortunadamente hay mucha gente que nos ayuda. La señora de la tiendita nos lleva lo que le pedimos”, explica.
Jaime Gaviña vive con miedo.
“Hoy se enfermó un amigo, por eso me vine a vacunarme”, platica Jaime que habita en el Hielo, donde el 15% es población indígena, y el 5% de ellos habla una lengua materna, como el náhuatl.
El abuelito de 80 años está formado casi hasta al final de la cola. Antes que él hay como 150 personas y vino con su esposa Irma Cortez y con su hija. “Sí me he cuidado mucho y también he cuidado a mi esposa también. Y no nos ha dado. Ni a mis hijos”.
¿Qué ha aprendido de esta pandemia?
Protegido con un cubrebocas negro y una careta de plástico, que le regalaron, don Jaime asegura que la vida no es sencilla, “porque ya de por sí nos queda poco tiempo de vida y ahora nos la puede quitar una bacteria o un virus, asegura.
