/ jueves 6 de febrero de 2020

Comentarios y algo más... | Muerte anunciada de una laguna


La de Chignahuapan, del pueblo de Almoloya del Río desde 1856 a 1872, estuvo condenada a morir. Un proyecto, del gobernador del estado Mariano Riva Palacio, pretendía destruirla.

Un hallazgo puso en mis manos un libro en el que la historiadora Gloria Camacho Pichardo, reseña ese entontecimiento.

“ Atendiendo -escribe-a la Ley de 25 de junio de l856, que desamortizó bienes de las corporaciones civiles y eclesiásticas, el gobernador Riva Palacio, hizo una propuesta: desecar las lagunas del Alto Lerma, para aumentar la riqueza pública del estado.

El objetivo principal era desecar las aguas estancadas en la zona cenagosa del inicio del río Lerma, para propiciar un mayor potencial agrícola en el valle con la utilización de los terrenos incultos ocupados por la ciénaga”.

¿Cual era esa zona? La de los nueve manantiales que dieron caudal la laguna de Almoloya,y al famoso río Lerma.

“El gobernador,- anota-con apoyo de los jefes políticos de Toluca, Lerma y Tenango, que como vicepresidentes formarían parte de La Junta Menor Directiva, encargada de vigilar los trabajos de desecación. Las haciendas de doña Rosa, Atizapán, Alta Empresa, Atenco, Santín, San Nicolás Peralta y Texcalenco. Como vocales actuarían los presidentes municipales de Almoloya del Río, Capulhuac, Lerma, Metepec, Ocoyoacac, San Mateo Texcalyacac, San Antonio de la Isla y Tenango; pueblos serían beneficiados.

La mayoría estuvo de acuerdo. Almoloya del Río y San Pedro Tultepec, no.

A ese primer encuentro de 1857, asistieron los señores Eugenio Eduardo, presidente municipal y M. Jerónimo, sindico de Almoloya del Río, y los representantes de San Pedro Tultepec. Ambos, expusieron “ que se mantienen los vecinos de dichos pueblos de la pesca, tule y otros productos de la laguna y que hacían esta manifestación para que se tuviera presente el perjuicio que resultaba de la desecación”.

La autora transcribe el desacuerdo. “Sin duda la razón que expusieron estos pueblos evidenciaba su inconformidad por los escasos beneficios que podría obtener con el desarrollo de una economía (comercial) de la que se consideraban ajenos,dado que sus actividades económicas estaban relacionadas, con el corte de tule y la pesca en la laguna”.

Esos quehaceres vincularon la antigua isla de san Pedro, con Almoloya, pueblo lacustre, con caudales de agua, chinampas y verdes sauces llores y ahuejotes.

En esos años decimononos las nueve aguas se salvaron. Cuarenta y dos años después desaparecían para siempre.

Los almoloyenses del siglo XX, en la recordada “Placita”, a mañana y tarde mercaban pescado fresco, acociles, ajolotes, carpas, o verduras cultivadas en sus vegas flotantes.

De esa laguna solo quedan recuerdos. Evitar reciba descargas de aguas turbias, la han convertido en bandera de lucha. Noble será la iniciativa sino se politiza.

Me siguen llegando convocatorias, a reuniones.¿Con quién? no lo precisan. Pareciera que hay demasiados líderes que desdeñan los canales institucionales, propios para el arreglo del problema.

Hace años se construyó una laguna de oxidación. Ni el municipio, ni los ciudadanos la cuidaron.

La consumación de su proyecto de desecación no lo vería el gobernador Riva Palacio. Otro, en el siglo XX, convertiría a Chignahuapan en un páramo.

CRONISTA / selata@hotmail.com


La de Chignahuapan, del pueblo de Almoloya del Río desde 1856 a 1872, estuvo condenada a morir. Un proyecto, del gobernador del estado Mariano Riva Palacio, pretendía destruirla.

Un hallazgo puso en mis manos un libro en el que la historiadora Gloria Camacho Pichardo, reseña ese entontecimiento.

“ Atendiendo -escribe-a la Ley de 25 de junio de l856, que desamortizó bienes de las corporaciones civiles y eclesiásticas, el gobernador Riva Palacio, hizo una propuesta: desecar las lagunas del Alto Lerma, para aumentar la riqueza pública del estado.

El objetivo principal era desecar las aguas estancadas en la zona cenagosa del inicio del río Lerma, para propiciar un mayor potencial agrícola en el valle con la utilización de los terrenos incultos ocupados por la ciénaga”.

¿Cual era esa zona? La de los nueve manantiales que dieron caudal la laguna de Almoloya,y al famoso río Lerma.

“El gobernador,- anota-con apoyo de los jefes políticos de Toluca, Lerma y Tenango, que como vicepresidentes formarían parte de La Junta Menor Directiva, encargada de vigilar los trabajos de desecación. Las haciendas de doña Rosa, Atizapán, Alta Empresa, Atenco, Santín, San Nicolás Peralta y Texcalenco. Como vocales actuarían los presidentes municipales de Almoloya del Río, Capulhuac, Lerma, Metepec, Ocoyoacac, San Mateo Texcalyacac, San Antonio de la Isla y Tenango; pueblos serían beneficiados.

La mayoría estuvo de acuerdo. Almoloya del Río y San Pedro Tultepec, no.

A ese primer encuentro de 1857, asistieron los señores Eugenio Eduardo, presidente municipal y M. Jerónimo, sindico de Almoloya del Río, y los representantes de San Pedro Tultepec. Ambos, expusieron “ que se mantienen los vecinos de dichos pueblos de la pesca, tule y otros productos de la laguna y que hacían esta manifestación para que se tuviera presente el perjuicio que resultaba de la desecación”.

La autora transcribe el desacuerdo. “Sin duda la razón que expusieron estos pueblos evidenciaba su inconformidad por los escasos beneficios que podría obtener con el desarrollo de una economía (comercial) de la que se consideraban ajenos,dado que sus actividades económicas estaban relacionadas, con el corte de tule y la pesca en la laguna”.

Esos quehaceres vincularon la antigua isla de san Pedro, con Almoloya, pueblo lacustre, con caudales de agua, chinampas y verdes sauces llores y ahuejotes.

En esos años decimononos las nueve aguas se salvaron. Cuarenta y dos años después desaparecían para siempre.

Los almoloyenses del siglo XX, en la recordada “Placita”, a mañana y tarde mercaban pescado fresco, acociles, ajolotes, carpas, o verduras cultivadas en sus vegas flotantes.

De esa laguna solo quedan recuerdos. Evitar reciba descargas de aguas turbias, la han convertido en bandera de lucha. Noble será la iniciativa sino se politiza.

Me siguen llegando convocatorias, a reuniones.¿Con quién? no lo precisan. Pareciera que hay demasiados líderes que desdeñan los canales institucionales, propios para el arreglo del problema.

Hace años se construyó una laguna de oxidación. Ni el municipio, ni los ciudadanos la cuidaron.

La consumación de su proyecto de desecación no lo vería el gobernador Riva Palacio. Otro, en el siglo XX, convertiría a Chignahuapan en un páramo.

CRONISTA / selata@hotmail.com

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