/ sábado 20 de enero de 2024

La pura onda

José Agustín es la literatura de la onda y la literatura de la onda es José Agustín. Es, también, ese eterno joven escritor lleno de ideales, transparencia e inocencia que desató en muchos el gusto por el rock, el cine y la literatura.

De escritura diáfana, clara, profunda y accesible trascendió gracias a su lenguaje sencillo y cercano. José Agustín expandió su literatura para que estuviera al alcance de cualquiera. Letras con una riqueza imaginativa que se desdobla en cada renglón para llegar a dimensiones desbordantes, delirantes, alucinantes llenas de humor e irreverencia.


¿Cuál es la onda? La onda sigue y seguirá cual expansivo bucle. Bucle que José Agustín creó desde su primera novela “La tumba” (1964). El regocijo y agilidad con que escribe el originario de Acapulco, Guerrero, es canónico por la invención de un lenguaje, que, en su momento, transgredió lo establecido. Rompió moldes a los que la sociedad mexicana estaba acostumbrada, llenos de picardía y buena onda.


Cronista, ensayista, novelista, periodista, guionista. Escritor. Escritor de los meros buenos, de los que echan volados en las esquinas, por unos merengues mengues, de los que cotorrean sabroso al son que les toquen, de los que se avientan un buen rentoy, de los que fuman y beben por gusto y lo disfrutan sin remordimientos; de esos escritores chidos que cuando los estas leyendo pareciera que están a tu lado disfrutando de la lectura contigo, riendo y llorando. Viviendo pues.


Recomiendo de José Agustín “La contracultura en México”. Texto de inigualable valor que reconoce a las manifestaciones under de nuestro país que a la fecha siguen causando escozor.


Siempre se dice que el mejor homenaje para un escritor que ya no está entre nosotros es leerlo y sí; por ello dejaré aquí el inicio de dos de sus novelas pa’ que se animen a leerlo o releerlo, si es el caso.


La tumba (1964).


Miré hacia el techo: un color liso, azul claro. Mi cuerpo se revolvía bajo las sábanas. Lindo modo de despertar, pensé, viendo un techo azul. Ya me gritaban que despertase y yo aún sentía la soñolencia acuartelada en mis piernas.

Me levanté para entrar en la regadera. El agua estaba más fría que tibia, pero no lo suficiente para despertarme del todo. Al salir, alcancé a ver, semioculto, el manojo de papeles donde había escrito el cuento que pidió el profesor de literatura. Me acerqué para hojearlo, buscando algún error, que a mi juicio no encontré. Sentí verdadera satisfacción.


De perfil (1966).


\u0009Detrás de la gran piedra y del pasto, está el mundo en que habito. Siempre vengo a esta parte del jardín por algo que no puedo explicar claramente, aunque lo comprendo. Violeta ríe mucho porque frecuento este rincón. Eso me parece normal: Violeta es mi madre y le encanta decir que no estoy del todo cuerdo. Ahora debo regresar a la casa, porque de lo contrario Violeta me llamaría y no tolero cosas así. Seguro soy desobediente por naturaleza. Por ejemplo, hace un rato Humberto me pidió que comiera con orden, sin mordiscar aquí y allá. No le hice caso, pero acepto que diga ese tipo de cosas (no por nada es mi padre).

Siempre me ha costado trabajo hacerme a la idea de que son mis padres; es tonto, he visto mi acta de nacimiento y hasta me parezco a ellos. Hoy en la mañana lo dije, pero respondieron que dejara esos asuntos y

—Deberías partir la carne en pedazos más pequeños.

Recuerdo (y me mata de risa) cuando Humberto me explicó lo del sexo. Hace siglos. Se veía muy gracioso al hablarme: partía nerviosamente su flan. Al final, el postre estaba reducido a partículas viscosas y casi no atendí.


X: @GastonPedraza

IG: @gastonpedraza

FB: gaston.pedrazamunoz


José Agustín es la literatura de la onda y la literatura de la onda es José Agustín. Es, también, ese eterno joven escritor lleno de ideales, transparencia e inocencia que desató en muchos el gusto por el rock, el cine y la literatura.

De escritura diáfana, clara, profunda y accesible trascendió gracias a su lenguaje sencillo y cercano. José Agustín expandió su literatura para que estuviera al alcance de cualquiera. Letras con una riqueza imaginativa que se desdobla en cada renglón para llegar a dimensiones desbordantes, delirantes, alucinantes llenas de humor e irreverencia.


¿Cuál es la onda? La onda sigue y seguirá cual expansivo bucle. Bucle que José Agustín creó desde su primera novela “La tumba” (1964). El regocijo y agilidad con que escribe el originario de Acapulco, Guerrero, es canónico por la invención de un lenguaje, que, en su momento, transgredió lo establecido. Rompió moldes a los que la sociedad mexicana estaba acostumbrada, llenos de picardía y buena onda.


Cronista, ensayista, novelista, periodista, guionista. Escritor. Escritor de los meros buenos, de los que echan volados en las esquinas, por unos merengues mengues, de los que cotorrean sabroso al son que les toquen, de los que se avientan un buen rentoy, de los que fuman y beben por gusto y lo disfrutan sin remordimientos; de esos escritores chidos que cuando los estas leyendo pareciera que están a tu lado disfrutando de la lectura contigo, riendo y llorando. Viviendo pues.


Recomiendo de José Agustín “La contracultura en México”. Texto de inigualable valor que reconoce a las manifestaciones under de nuestro país que a la fecha siguen causando escozor.


Siempre se dice que el mejor homenaje para un escritor que ya no está entre nosotros es leerlo y sí; por ello dejaré aquí el inicio de dos de sus novelas pa’ que se animen a leerlo o releerlo, si es el caso.


La tumba (1964).


Miré hacia el techo: un color liso, azul claro. Mi cuerpo se revolvía bajo las sábanas. Lindo modo de despertar, pensé, viendo un techo azul. Ya me gritaban que despertase y yo aún sentía la soñolencia acuartelada en mis piernas.

Me levanté para entrar en la regadera. El agua estaba más fría que tibia, pero no lo suficiente para despertarme del todo. Al salir, alcancé a ver, semioculto, el manojo de papeles donde había escrito el cuento que pidió el profesor de literatura. Me acerqué para hojearlo, buscando algún error, que a mi juicio no encontré. Sentí verdadera satisfacción.


De perfil (1966).


\u0009Detrás de la gran piedra y del pasto, está el mundo en que habito. Siempre vengo a esta parte del jardín por algo que no puedo explicar claramente, aunque lo comprendo. Violeta ríe mucho porque frecuento este rincón. Eso me parece normal: Violeta es mi madre y le encanta decir que no estoy del todo cuerdo. Ahora debo regresar a la casa, porque de lo contrario Violeta me llamaría y no tolero cosas así. Seguro soy desobediente por naturaleza. Por ejemplo, hace un rato Humberto me pidió que comiera con orden, sin mordiscar aquí y allá. No le hice caso, pero acepto que diga ese tipo de cosas (no por nada es mi padre).

Siempre me ha costado trabajo hacerme a la idea de que son mis padres; es tonto, he visto mi acta de nacimiento y hasta me parezco a ellos. Hoy en la mañana lo dije, pero respondieron que dejara esos asuntos y

—Deberías partir la carne en pedazos más pequeños.

Recuerdo (y me mata de risa) cuando Humberto me explicó lo del sexo. Hace siglos. Se veía muy gracioso al hablarme: partía nerviosamente su flan. Al final, el postre estaba reducido a partículas viscosas y casi no atendí.


X: @GastonPedraza

IG: @gastonpedraza

FB: gaston.pedrazamunoz


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