/ martes 19 de noviembre de 2019

Nuestro México | El ahorro, un buen fin


El ahorro es un comportamiento que permite a las personas, sociedades y países enteros, aprovechar los recursos para resolver problemas y enfrentar situaciones inesperadas o planeadas pero costosas. En Francia, por ejemplo, el ahorro ocupó un papel muy importante después de la Segunda Guerra Mundial, pues estos recursos ayudaron a la reconstrucción posterior del país

Cuando una sociedad ahorra y los gobiernos se interesan en proteger el dinero de las personas, se logran beneficios individuales y colectivos. Por eso, en países desarrollados los gobiernos diseñan políticas públicas para incentivar el ahorro, premiar a quienes más ahorran, apoyar a jóvenes que inician proyectos de ahorro, disminuir impuestos cuando el dinero ahorrado se invierte en ciertos proyectos.

En México el ahorro es muy escaso y no está arraigado en la sociedad. Según la Comisión Nacional para la Protección y Defensa de los Usuarios de Servicios Financieros (Condusef), solamente el 40% de los mexicanos ahorra. Pero de ese 40% casi el 50% lo hace de manera informal (tandas o lo guarda en la casa). Esto corresponde con el porcentaje de personas que no utilizan los servicios financieros (tarjetas de crédito o ahorro, pagos con tarjetas, transferencias, etcétera).

No existe lo que podría denorminarse “cultura del ahorro” entendida como un comportamiento y prácticas orientadas a reservar una parte del dinero que se gana. Diversos son los factores que explican este hecho, pero uno fundamental es la desinformación sobre las posibilidades de ahorro, aún en personas que cuentan con estudios y, como se dijo antes, la informalidad en el uso del dinero.

Otro problema es que, según la Condusef, los mexicanos que ahorran lo hacen para satisfacer necesidades inmediatas, de corto plazo, y no así con una visión de futuro. Por ejemplo, se guarda dinero para comprar “algo” o tomarse unas vacaciones, pero no se considera el ahorro para la jubilación o la vejez. De acuerdo con estudios presentados por esta institución, los mexicanos consideran que no es nece-sario ahorrar para la vejez, puesto que los hijos se harán cargo de los padres.

La mayoría de las personas argumenta que no ahorra porque sus ingresos no “alcanzan” para hacerlo. Sin embargo, cualquiera que efectivamente gane muy poco, podría ahorrar de 5 a 10 pesos diarios, lo que al mes daría hasta 300 pesos y al año 3,600 pesos. Esto podría ser incentivado si además los gobiernos promovieran que los bancos beneficiaran con buenas tasas de interés a quienes iniciaran estas formas de ahorro, sin retirarlos frecuentemente.

El ahorro es más que una forma de “guardar” dinero, es una manera de enfrentar las situaciones de futuro que ofrecerían mejores condiciones a las personas. Planear el futuro, reducir gastos y ahorrar en mecanismos formales puede ser un buen fin para los ingresos recibidos.


El ahorro es un comportamiento que permite a las personas, sociedades y países enteros, aprovechar los recursos para resolver problemas y enfrentar situaciones inesperadas o planeadas pero costosas. En Francia, por ejemplo, el ahorro ocupó un papel muy importante después de la Segunda Guerra Mundial, pues estos recursos ayudaron a la reconstrucción posterior del país

Cuando una sociedad ahorra y los gobiernos se interesan en proteger el dinero de las personas, se logran beneficios individuales y colectivos. Por eso, en países desarrollados los gobiernos diseñan políticas públicas para incentivar el ahorro, premiar a quienes más ahorran, apoyar a jóvenes que inician proyectos de ahorro, disminuir impuestos cuando el dinero ahorrado se invierte en ciertos proyectos.

En México el ahorro es muy escaso y no está arraigado en la sociedad. Según la Comisión Nacional para la Protección y Defensa de los Usuarios de Servicios Financieros (Condusef), solamente el 40% de los mexicanos ahorra. Pero de ese 40% casi el 50% lo hace de manera informal (tandas o lo guarda en la casa). Esto corresponde con el porcentaje de personas que no utilizan los servicios financieros (tarjetas de crédito o ahorro, pagos con tarjetas, transferencias, etcétera).

No existe lo que podría denorminarse “cultura del ahorro” entendida como un comportamiento y prácticas orientadas a reservar una parte del dinero que se gana. Diversos son los factores que explican este hecho, pero uno fundamental es la desinformación sobre las posibilidades de ahorro, aún en personas que cuentan con estudios y, como se dijo antes, la informalidad en el uso del dinero.

Otro problema es que, según la Condusef, los mexicanos que ahorran lo hacen para satisfacer necesidades inmediatas, de corto plazo, y no así con una visión de futuro. Por ejemplo, se guarda dinero para comprar “algo” o tomarse unas vacaciones, pero no se considera el ahorro para la jubilación o la vejez. De acuerdo con estudios presentados por esta institución, los mexicanos consideran que no es nece-sario ahorrar para la vejez, puesto que los hijos se harán cargo de los padres.

La mayoría de las personas argumenta que no ahorra porque sus ingresos no “alcanzan” para hacerlo. Sin embargo, cualquiera que efectivamente gane muy poco, podría ahorrar de 5 a 10 pesos diarios, lo que al mes daría hasta 300 pesos y al año 3,600 pesos. Esto podría ser incentivado si además los gobiernos promovieran que los bancos beneficiaran con buenas tasas de interés a quienes iniciaran estas formas de ahorro, sin retirarlos frecuentemente.

El ahorro es más que una forma de “guardar” dinero, es una manera de enfrentar las situaciones de futuro que ofrecerían mejores condiciones a las personas. Planear el futuro, reducir gastos y ahorrar en mecanismos formales puede ser un buen fin para los ingresos recibidos.

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