/ martes 3 de septiembre de 2019

Nuestro México / La Nueva Escuela Mexicana y literacidad


Uno de los grandes problemas en México es el bajo nivel de lectura que existe en la sociedad, según cifras del INEGI de este año, más de la mitad de la población de 18 años y más no leé ni un libro al año. Este dato es revelador de la falta de hábitos de lectura que tenemos los mexicanos, hábito que se adquiere, en la mayoría de los casos, en los niveles básicos de educación y en la familia. La lectura repercute en nuestra forma de entender el mundo, estructura el pensamiento y nos permite tener una forma de expresión, oral y escrita, más ordenada.

En el ciclo escolar que empezó el pasado 26 de agosto, entró en vigor el nuevo modelo educativo que tiene como base la llamada Nueva Escuela Mexicana (NEM). Anular la anterior reforma fue una promesa de campaña del nuevo gobierno. El pasado 15 de mayo se publicó el decreto que modificó el artículo 3 de la Constitución.

La nueva reforma y su modelo no se ha conocido pues hacen falta las reformas reglamentarias que deberían explicar con todo detalle no solamente en qué consiste, sino de qué forma va a ser implementada, con qué recursos y sobre todo cómo será involucrado el personal docente en este cambio. La incertidumbre por falta de reglas claras todavía prevalece.

Lo que se sabe es que la NEM es una propuesta pedagógica curricular que tiene como filosofía ampliar la educación humanista para la vida, que pretende una formación integral de los alumnos para la cual incluye fomentar cultura de la paz, civismo e inclusión, actividad física, deporte, arte y música. También pretende tener una visión regionalizadora e incluir la perspectiva de género.

Un aspecto relevante es que se incorpora la denominada literacidad que en realidad es enseñar la lectura y escritura con un enfoque sociocultural. Más allá de cómo se denomine este aspecto, es tomar en cuenta la buena decisión de dedicar una parte amplia de la NEM al tema de la lectura. El problema es que con la falta de claridad en el contenido no se sabe hasta ahora cómo se implementará, pues impulsar un proyecto implica un cambio en la cultura que necesita empezar por los docentes. Nos preguntamos si esta pieza clave del sistema educativo ha recibido la capacitación necesaria (y la motivación, pues la lectura no es sólo un problema de aplicación técnica), si saben cómo trabajarán para transmitir el interés (sabiendo que muchos docentes pertenecen a ese más de 50% de la población que no leé ni un libro al año), cómo se evaluarán los resultados y en cuánto tiempo.

Para que este y los otros cambios que se plantea la NEM lleguen a las aulas, hace falta claridad y difusión del contenido de las nuevas reglas. Saber cómo se implantará, pues las buenas intenciones pueden fracasar si no hay claridad por quienes serán responsables de aplicarlas.

Profesora-investigadora de El Colegio Mexiquense, A.C.


Uno de los grandes problemas en México es el bajo nivel de lectura que existe en la sociedad, según cifras del INEGI de este año, más de la mitad de la población de 18 años y más no leé ni un libro al año. Este dato es revelador de la falta de hábitos de lectura que tenemos los mexicanos, hábito que se adquiere, en la mayoría de los casos, en los niveles básicos de educación y en la familia. La lectura repercute en nuestra forma de entender el mundo, estructura el pensamiento y nos permite tener una forma de expresión, oral y escrita, más ordenada.

En el ciclo escolar que empezó el pasado 26 de agosto, entró en vigor el nuevo modelo educativo que tiene como base la llamada Nueva Escuela Mexicana (NEM). Anular la anterior reforma fue una promesa de campaña del nuevo gobierno. El pasado 15 de mayo se publicó el decreto que modificó el artículo 3 de la Constitución.

La nueva reforma y su modelo no se ha conocido pues hacen falta las reformas reglamentarias que deberían explicar con todo detalle no solamente en qué consiste, sino de qué forma va a ser implementada, con qué recursos y sobre todo cómo será involucrado el personal docente en este cambio. La incertidumbre por falta de reglas claras todavía prevalece.

Lo que se sabe es que la NEM es una propuesta pedagógica curricular que tiene como filosofía ampliar la educación humanista para la vida, que pretende una formación integral de los alumnos para la cual incluye fomentar cultura de la paz, civismo e inclusión, actividad física, deporte, arte y música. También pretende tener una visión regionalizadora e incluir la perspectiva de género.

Un aspecto relevante es que se incorpora la denominada literacidad que en realidad es enseñar la lectura y escritura con un enfoque sociocultural. Más allá de cómo se denomine este aspecto, es tomar en cuenta la buena decisión de dedicar una parte amplia de la NEM al tema de la lectura. El problema es que con la falta de claridad en el contenido no se sabe hasta ahora cómo se implementará, pues impulsar un proyecto implica un cambio en la cultura que necesita empezar por los docentes. Nos preguntamos si esta pieza clave del sistema educativo ha recibido la capacitación necesaria (y la motivación, pues la lectura no es sólo un problema de aplicación técnica), si saben cómo trabajarán para transmitir el interés (sabiendo que muchos docentes pertenecen a ese más de 50% de la población que no leé ni un libro al año), cómo se evaluarán los resultados y en cuánto tiempo.

Para que este y los otros cambios que se plantea la NEM lleguen a las aulas, hace falta claridad y difusión del contenido de las nuevas reglas. Saber cómo se implantará, pues las buenas intenciones pueden fracasar si no hay claridad por quienes serán responsables de aplicarlas.

Profesora-investigadora de El Colegio Mexiquense, A.C.

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