En el actual escenario electoral, se ha vuelto una costumbre cuestionar a los jóvenes votantes. Se afirma, de manera rotunda, que los jóvenes no votan. Que no tienen interés por la política. Que les viene guango el mundo.
Y como en las encuestas parece que hay una tendencia que favoece al partido en el gobierno, se da por hecho que si los jóvenes votaran o se interesaran por la política, la tendencia —o el resultado— podría ser distinta.
Cada proceso electoral, es la misma cantaleta. Los jóvenes esto y los jóvenes aquello. Hay algo de cierto: el porcentaje de población joven, en el rango de 19 a 39 años, que participa con su voto está en el promedio de 56 por ciento. Al menos eses es el dato correspondiente a las anteriores elecciones presidenciales. En esa misma jornada electoral del 2028, los jóvenes de 18 años —los primovotantes— tuvieron un porcentaje de participación del 64.7 por ciento, una cifra por encima del 63 por ciento de participación ciudadana de hace seis años.
De ahí que cuando se interpreta que hay desinterés por la política en este rango de edad, la conclusión no es necesariamente real. Los jóvenes participan cuando se despierta su interés. Cuando se atrapa su atención o hay un motivo correcto.
Lo que en realidad ocurre es que muchos jóvenes entienden la abstención como una forma de presión, como una expresión anti sistema. No votan porque no los convencen, porque no hay incentivos en las campañas que los lleven a las urnas. Otros, consideran que los políticos y los partidos infantilizan la política tratando de atraer a los votantes jóvenes con bailes en tiktok, con videos en redes sociales, con memes o “paternalizando”.
Algunos más, creen que la información que reciben para definir su voto es insuficiente e irrelevante.
Porque a los jóvenes les interesa la política y están tan bien informados que no son ellos quienes caen en los engaños en las redes sociales o los sistemas de mensajería.
Quienes se creen las cadenas, los memes, las fotos falsas, los videos editados o modificados son, paradójicamente, quienes les reclaman que no están informados o que no votan, es decir, los ciudadanos adultos, por lo visto, más cándidos o ingenuos.
Que, por cierto, fueron jóvenes alguna vez. Y seguramente se comportaban igual que los jóvenes de la actualidad. ¿O ya se les olvidó?
El desencanto de la juventud hacia la clase política y los procesos democráticos estriba en que creen que pueden ser mejores, más cercanos y con propuestas sobre las agendas que realmente interesan a los jóvenes: trabajo, vivienda, derechos o cambio climático, por ejemplo. Si los jóvenes no votan, es porque ni los partidos ni los candidatos y candidatas están a su altura.
Director del noticiario Así Sucede de Grupo Acir Toluca. Gerente de Meganoticias Toluca.
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