/ martes 1 de febrero de 2022

Rescate Tierra | Agoniza la laguna de Ojuelos 

Allá por 2006, platiqué con las autoridades de Zinacantepec, para sanear la Laguna de Ojuelos, que en su nacimiento contenía metales pesados. Faltaban estudios y en su caso, estrategias y acciones de recuperación, en los lugares donde brotaba el agua.

Ayer pase al lado de ella y vi con tristeza que no había agua, sólo quedaba muerte donde antes fuera emblemático lugar de la colonia la Joya, entre los límites de Toluca y Zinacantepec.

Al parecer, la Laguna nacía de un ojo de agua por el que corría liquido de los ríos subterráneos del Nevado de Toluca, que ante la tala y la urbanización descontroladas se han ido secando, amenazando con dejar sin agua al Valle de Toluca en veinte años.

Solucionar el problema requeriría de acciones coordinadas, reforestando las zonas donde se alimentaban los afluentes.

Sin embargo, no sólo Ojuelos se seca, las lagunas del Xinantécatl, bajan de nivel, sin que se vea forma de controlar su descenso y las que proveían de agua al Lerma, también han dado de si.

Usar menos volúmenes de agua no reduce el problema de la desertificación, porque la alimentación de los mantos freáticos tiene déficit del 70 por ciento, dado que las zonas de recarga han sido ocupadas por fraccionamientos, en donde, de cada 10 litros que usamos sólo se recuperan 3 y en promedio cada persona usa 200 litros diarios repartidos entre baño, cocina, consumo y limpieza.

Es importante hacer buen uso del agua que tenemos, pero es mas importante encontrar la manera de recargar los depósitos naturales del agua para que no solo las generaciones del 2030 al 2050, tengan acceso al vital líquido, sino todos los habitantes del hermoso Valle de Toluca y de México, porque el agua generada aquí, llega a las cuencas del Balsas y Lerma, recorriendo cerca de 200 km en el Estado de México, antes de pasar a Querétaro, Guanajuato y Jalisco e incluso llega a la Ciudad de México, por el Sistema Cutzamala y las zonas de bombeo de Lerma.

Recordar como era este Valle, hace 60 años, la laguna de Chignahuapan, que cubría el espacio entre San Mateo Atenco, Ocoyoacac, Almoloya del Rio y Lerma con Tultepec en un islote, adonde llegaron los supervivientes del pueblo Azteca para formar el primer pueblo hospital con Vasco de Quiroga. Poblados en los que había embarcaderos, para que los habitantes pudieran trasladarse, bañarse y pescar. Donde para llegar a Toluca de la ciudad de México se transitaba por una carretera de dos carriles antes de pasar por el derruido y descuidado puente colonial de Lerma, en medio de las aguas que lo rodeaban.

Recargar, restaurar, rescatar nuestra riqueza hídrica debe ser parte de la misión de los próximos 30 años. Hasta la próxima.


Allá por 2006, platiqué con las autoridades de Zinacantepec, para sanear la Laguna de Ojuelos, que en su nacimiento contenía metales pesados. Faltaban estudios y en su caso, estrategias y acciones de recuperación, en los lugares donde brotaba el agua.

Ayer pase al lado de ella y vi con tristeza que no había agua, sólo quedaba muerte donde antes fuera emblemático lugar de la colonia la Joya, entre los límites de Toluca y Zinacantepec.

Al parecer, la Laguna nacía de un ojo de agua por el que corría liquido de los ríos subterráneos del Nevado de Toluca, que ante la tala y la urbanización descontroladas se han ido secando, amenazando con dejar sin agua al Valle de Toluca en veinte años.

Solucionar el problema requeriría de acciones coordinadas, reforestando las zonas donde se alimentaban los afluentes.

Sin embargo, no sólo Ojuelos se seca, las lagunas del Xinantécatl, bajan de nivel, sin que se vea forma de controlar su descenso y las que proveían de agua al Lerma, también han dado de si.

Usar menos volúmenes de agua no reduce el problema de la desertificación, porque la alimentación de los mantos freáticos tiene déficit del 70 por ciento, dado que las zonas de recarga han sido ocupadas por fraccionamientos, en donde, de cada 10 litros que usamos sólo se recuperan 3 y en promedio cada persona usa 200 litros diarios repartidos entre baño, cocina, consumo y limpieza.

Es importante hacer buen uso del agua que tenemos, pero es mas importante encontrar la manera de recargar los depósitos naturales del agua para que no solo las generaciones del 2030 al 2050, tengan acceso al vital líquido, sino todos los habitantes del hermoso Valle de Toluca y de México, porque el agua generada aquí, llega a las cuencas del Balsas y Lerma, recorriendo cerca de 200 km en el Estado de México, antes de pasar a Querétaro, Guanajuato y Jalisco e incluso llega a la Ciudad de México, por el Sistema Cutzamala y las zonas de bombeo de Lerma.

Recordar como era este Valle, hace 60 años, la laguna de Chignahuapan, que cubría el espacio entre San Mateo Atenco, Ocoyoacac, Almoloya del Rio y Lerma con Tultepec en un islote, adonde llegaron los supervivientes del pueblo Azteca para formar el primer pueblo hospital con Vasco de Quiroga. Poblados en los que había embarcaderos, para que los habitantes pudieran trasladarse, bañarse y pescar. Donde para llegar a Toluca de la ciudad de México se transitaba por una carretera de dos carriles antes de pasar por el derruido y descuidado puente colonial de Lerma, en medio de las aguas que lo rodeaban.

Recargar, restaurar, rescatar nuestra riqueza hídrica debe ser parte de la misión de los próximos 30 años. Hasta la próxima.