/ martes 30 de julio de 2019

Rescate Tierra / El ejercicio del poder


Ideología y apatía van de la mano en el ejercicio del poder. La primera influye en las decisiones que tomamos. La segunda es resultado del hartazgo de ser engañados y hace que a las personas no les importe quién, que, como o cuando gobierna, ni adónde vamos. Ganar el poder hegemónico e influir en las personas, supuestamente parten de dos emociones, el miedo y la esperanza. Quién gobierna o aspira al gobierno, promueve la percepción de estas dos ideas para ejercer influencia y obtener resultados.

Todos tenemos esperanza de vivir en mejores condiciones, tener paz, dinero suficiente, poder estudiar, dar de comer a la familia, un país próspero, seguro. Y ese deseo, lo trasladamos hacía quienes nos representan en el gobierno y toman decisiones por nosotros.

El miedo, también está presente en ese ejercicio. El miedo al cambio nos hace permanecer en el error o cambiar por miedo a una posición de supervivencia, más que de esperanza. Miedo a perder el trabajo a no poder pagar la renta, la comida, la colegiatura de los hijos, a la violencia, a ser robados, secuestrados.

Actualmente en México, convivimos 3 generaciones en edad de tomar decisiones, con diferentes formas de percibir la realidad, interactuar con el presente y transformar el futuro. Quienes de manera oral aprendimos a comunicarnos con otras personas, leemos todavía diarios y libros impresos en papel, creemos en los valores, la vida, la familia, el amor, el trabajo y adquirimos una identidad como mexicanos que nos hace amar nuestras fronteras y cultura. Luego están, aquellos que vivieron al conformación de bloques económicos, en medio de una estabilidad mundial que ante la caída de las fronteras, el internet y la globalización de las ideas, políticas, finanzas, cultura, reproducción, comercio, industria, contaminación, tuvieron que comenzar a construir mecanismos de defensa en el escenario de una realidad que se transforma a una velocidad mayor que la capacidad de razonar sus beneficios y perjuicios, cuyas consecuencias son difíciles de frenar. Quizá por ello la crisis económica es global y la fragilidad financiera de las naciones depende de las relaciones queman tiene con sus socios comerciales, más que por los bienes y riqueza propia, que tienen.

El tercer grupo, es una generación que utiliza la tecnología para comunicarse. Chatean, se enamoran, socializan, compran, se informan, aconsejan, hacen política, por medio de dispositivos electrónicos, redes sociales y aplicaciones, hacen amigos por Facebook o Tinder, ven imágenes en Instagram, compran boletos de cine o vuelos por apps, se enteran de noticias falsas en sus redes sociales, sustituyen la posibilidad de contacto presente por un mensaje que elimina el contacto, la vista, la voz y el aprecio.

Continuará…


Ideología y apatía van de la mano en el ejercicio del poder. La primera influye en las decisiones que tomamos. La segunda es resultado del hartazgo de ser engañados y hace que a las personas no les importe quién, que, como o cuando gobierna, ni adónde vamos. Ganar el poder hegemónico e influir en las personas, supuestamente parten de dos emociones, el miedo y la esperanza. Quién gobierna o aspira al gobierno, promueve la percepción de estas dos ideas para ejercer influencia y obtener resultados.

Todos tenemos esperanza de vivir en mejores condiciones, tener paz, dinero suficiente, poder estudiar, dar de comer a la familia, un país próspero, seguro. Y ese deseo, lo trasladamos hacía quienes nos representan en el gobierno y toman decisiones por nosotros.

El miedo, también está presente en ese ejercicio. El miedo al cambio nos hace permanecer en el error o cambiar por miedo a una posición de supervivencia, más que de esperanza. Miedo a perder el trabajo a no poder pagar la renta, la comida, la colegiatura de los hijos, a la violencia, a ser robados, secuestrados.

Actualmente en México, convivimos 3 generaciones en edad de tomar decisiones, con diferentes formas de percibir la realidad, interactuar con el presente y transformar el futuro. Quienes de manera oral aprendimos a comunicarnos con otras personas, leemos todavía diarios y libros impresos en papel, creemos en los valores, la vida, la familia, el amor, el trabajo y adquirimos una identidad como mexicanos que nos hace amar nuestras fronteras y cultura. Luego están, aquellos que vivieron al conformación de bloques económicos, en medio de una estabilidad mundial que ante la caída de las fronteras, el internet y la globalización de las ideas, políticas, finanzas, cultura, reproducción, comercio, industria, contaminación, tuvieron que comenzar a construir mecanismos de defensa en el escenario de una realidad que se transforma a una velocidad mayor que la capacidad de razonar sus beneficios y perjuicios, cuyas consecuencias son difíciles de frenar. Quizá por ello la crisis económica es global y la fragilidad financiera de las naciones depende de las relaciones queman tiene con sus socios comerciales, más que por los bienes y riqueza propia, que tienen.

El tercer grupo, es una generación que utiliza la tecnología para comunicarse. Chatean, se enamoran, socializan, compran, se informan, aconsejan, hacen política, por medio de dispositivos electrónicos, redes sociales y aplicaciones, hacen amigos por Facebook o Tinder, ven imágenes en Instagram, compran boletos de cine o vuelos por apps, se enteran de noticias falsas en sus redes sociales, sustituyen la posibilidad de contacto presente por un mensaje que elimina el contacto, la vista, la voz y el aprecio.

Continuará…