Presentó Juan Maccise como diputado local una propuesta de exhorto al gobernador Alfredo del Mazo y autoridades responsables para la reforestación del Xinantécatl en la Comisión de Protección Ambiental y Cambio Climático, acompañado de diputadas y diputados que secundaron -en principio- el documento y agregaron sus comentarios. Uno de ellos enrutó el manuscrito; la diputada María Lorena Marín pidió estudiar, considerar y agregar que los árboles plantados en el Nevado de Toluca sean endémicos, naturales del lugar, propios para la recuperación y conservación del ecosistema afectado, regresarlo a su estado original y no llevar árboles frutales y plantas que no correspondan a los que fueron talados para construir casas, sembrar papas, avena forrajera u otros cultivos. Hacerlo dañaría el equilibrio de la flora y fauna superviviente.
Y ya, platicando del Nevado, me sorprendió escuchar –espero no sea verdad- que hay camionetas que por 50 pesos lo suben a uno al cráter, convirtiendo en negocio la necesidad del ser humano de apreciar y convivir con la naturaleza. Todo se convierte en negocio y llegar al campo es un lujo.
Recuerdo esos años en que recorría las faldas del volcán. Hacia abajo había una represa que parecía haber sido construida hace más de 70 años y que sirve para el riego. Hoy por los cercados que aparecieron con el cambio del estatus jurídico del Xinantécatl, es difícil llegar.
Cuántos jóvenes nos aventuramos en las escapadas de la prepa o la facultad para recorrer sus faldas, deslizarnos en la alfombra blanca, jugar guerritas con bolas de nieve, charlar, ascender caminando, observar sus flores espinosas y hasta asar una carne a la orilla de la laguna, sintiendo correr el viento sobre la piel o subir los 3 picos del cráter para recibir el reconocimiento de Caballero Águila. Por alguna razón, aunque la emoción de las nevadas nos hacía subir en multitud, no había extraviados y los accidentados eran pocos. Actualmente las personas se pierden más y accidentan más o quizá no nos enterábamos.
Llegué a dormir en el refugio acompañado de aventureros del entonces Distrito Federal y vecinos de todo el Estado de México. Un tambo grande era nuestra chimenea, para no helarnos y salíamos en medio del frío de la noche para admirar las luces de Toluca, Zinacantepec, San Juan de las Huertas, Cacalomacán y hasta el pálido reflejo de la Ciudad de México. El caminar de las estrellas embelesaba y podía observarse hipnóticamente.
Lo confieso, admiraba el Nevado y hoy lo admiro más por su resistencia a las acciones destructoras del hombre que se suicida lentamente y condena a las generaciones futuras a padecer, carencia de agua, pérdida de suelos fértiles, clima extremo y la oportunidad de reencontrarse con la naturaleza, con el espacio del mundo que habitamos y que Dios nos prestó, para cuidarlo.
Presidente de Proyecto Jord Lu'um A. C.
Licenciado en Comunicación egresado de la UAEM
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