Desde la narrativa de AMLO, los órganos autonómos como el Instituto Federal de Telecomunicaciones, el INE, la Comisión Federal de Competencia e incluso instituciones educativas públicas como la UNAM y el CIDE han sido cómplices de los gobiernos neoliberales y la corrupción. En una visión simplista, estas instituciones son juzgadas como ineficientes y operar con privilegios. Nuevamente somos testigos de un diagnóstico incompleto como en el caso de la cancelación del NAIM, de las guarderías, o las medicinas para niños con cáncer.
La función de los órganos autónomos es garantizar y ampliar derechos y libertades ciudadanas como el derecho y respeto al voto, la búsqueda de información pública, la disponibilidad de estadísticas poblacionales asi como generar oportunidades de movilidad social a partir de la educación. La mayoría de ellos nacieron hace dos o tres décadas, y su debilitamiento representa un duro golpe al desarrollo institucional y democrático del país. A la luz de la narrativa populista no dan resultados, y han sido cómplices de los gobiernos neoliberales del pasado.
A falta de contrapesos, lo más probable es que los vacíos institucionales se llenen con más centralización del poder, cerrazón al diálogo y restricciones a las libertades públicas. El gobierno ha advertido que puede absorber las funciones de estos. El diagnóstico luce incompleto y equivocado, y peor aún la operación se hace con machete, en lugar de bisturí.
AMLO tiene a su favor, el peso de la opinión pública que desconoce el valor y función de los órganos autónomos, situación de la que es responsable la clase política en general. La resistencia se encuentra en una minoría de opinadores especializados, una parte de la clase media y algunos medios que perciben este ataque como una forma de centralizar el poder. Por su lado, la oposición partidista ha sido incapaz de generar una narrativa alterna que genere apoyos para detener el ataque y la reducción de su presupuesto.
Uno de los afectados es el INE. Luego de una tensa relación, la reducción de presupuesto parece una dulce venganza de la 4T, que pone de rodillas la operación del organismo electoral.
Otra institución que experimenta un ajuste a la baja que afectara su operación es el CIDE, una institución educativa de excelencia académica que por décadas ha representado una oportunidad de movilidad para jóvenes que no tienen recursos para pagar educación del más alto nivel académico. La purga del CIDE esta alineada en un sentido similar al de los órganos autónomos, es acusado de ser reducto del pensamiento neoliberal.
La falta de recursos terminará por erosionar dichas instituciones. Poco a poco, se esta ejecutando con machete en mano, una operación ideológica y de venganzas políticas para centralizar el poder. Brilla por su ausencia una narrativa alterna para defender el ataque a los órganos autónomos así como diagnósticos precisos para ayudar a mejorar, y a continuar garantizando el acceso a la información pública, la competencia electoral y económica del país.
