/ miércoles 3 de enero de 2018

La fiesta taurina y el futbol, sus dos amores de Pedro Caixinha

Su padre, Juan Caixinha, fue quien le forjo el amor taurino

La fiesta taurina remonta a Pedro Caixinha a su niñez. En su casa se olía la Fiesta Brava. Su padre, Juan Caixinha, fue forcado de caras y tuvo paso por los grupos del Colegio de Tomar, Montemor y Beja. De él heredó su gusto por el toreo, su profesión por unos años.

“Viene de mi papá. Él fue forcado casi 20 años, yo lo he sido cerca de 12. Él pegó mucho más de 200 toros y yo alrededor de cien”, cuenta el hoy estratega de Cruz Azul.

Pero no fue la única herencia que le dejó Don Juan. Su padre fue también quien le metió el gusanito por el futbol, cuando le llevó de México un obsequio muy preciado. “Él estuvo en febrero del 80, pegó en la México. Yo tenía 10 años y estaba en la calle esperándolo y cuando llegó, me llevó de regalo un balón chiquito, ése fue el regalo que me llevó”, recuerda el lusitano.

La emoción que desborda al hablar de la Fiesta Brava es conmovedora. Recuerda los toros que pegó durante los dos sexenios que portó el barrete con gran valentía.

“Cuando haces las cosas con pasión es otra cosa. Greg Louganis decía en su biografía que el tiempo que tardaba en llegar a la alberca se paraba y podía describir esos tres segundos en dos horas”, explica Caixinha, amante lector de biografías de personajes del deporte. “Cuando yo me retiré de los toros tenía esa apreciación. Lo que podía tardar un minuto parecía más porque estás enfocado en tu tarea y el mundo alrededor se para. Aquí pasa lo mismo, lo que busco es estar enfocado y no percibir las distracciones”, apunta el estratega.

Su destino lo llevó al futbol, deporte que no puede evitar relacionarlo con los astados. La concentración, la planeación, el manejo del temperamento y el trabajo en conjunto son algunas de las situaciones que tienen en común ambas fiestas.

“Hay una gran relación entre los toros y los partidos de futbol. Por ejemplo, cuando el toro sale al ruedo es cuando tú estás analizando al oponente. En el futbol lo haces para preparar tu semana de trabajo y para elegir a tu equipo; en los toros sirve para elegir quién es el cara, quién es el primer ayuda, los segundos, los que van a la cola y los terceros, porque depende de las características del oponente y del animal; después tienes posiciones específicas, de cara a los terceros, es como si fuera un sistema táctico; cada uno de ellos tiene tareas especificas, como se hace en un cuadro. Por último, para parar al toro, que es lo mismo que ganar un partido, lo tienes que hacer en grupo”, compara el portugués.

La fiesta taurina remonta a Pedro Caixinha a su niñez. En su casa se olía la Fiesta Brava. Su padre, Juan Caixinha, fue forcado de caras y tuvo paso por los grupos del Colegio de Tomar, Montemor y Beja. De él heredó su gusto por el toreo, su profesión por unos años.

“Viene de mi papá. Él fue forcado casi 20 años, yo lo he sido cerca de 12. Él pegó mucho más de 200 toros y yo alrededor de cien”, cuenta el hoy estratega de Cruz Azul.

Pero no fue la única herencia que le dejó Don Juan. Su padre fue también quien le metió el gusanito por el futbol, cuando le llevó de México un obsequio muy preciado. “Él estuvo en febrero del 80, pegó en la México. Yo tenía 10 años y estaba en la calle esperándolo y cuando llegó, me llevó de regalo un balón chiquito, ése fue el regalo que me llevó”, recuerda el lusitano.

La emoción que desborda al hablar de la Fiesta Brava es conmovedora. Recuerda los toros que pegó durante los dos sexenios que portó el barrete con gran valentía.

“Cuando haces las cosas con pasión es otra cosa. Greg Louganis decía en su biografía que el tiempo que tardaba en llegar a la alberca se paraba y podía describir esos tres segundos en dos horas”, explica Caixinha, amante lector de biografías de personajes del deporte. “Cuando yo me retiré de los toros tenía esa apreciación. Lo que podía tardar un minuto parecía más porque estás enfocado en tu tarea y el mundo alrededor se para. Aquí pasa lo mismo, lo que busco es estar enfocado y no percibir las distracciones”, apunta el estratega.

Su destino lo llevó al futbol, deporte que no puede evitar relacionarlo con los astados. La concentración, la planeación, el manejo del temperamento y el trabajo en conjunto son algunas de las situaciones que tienen en común ambas fiestas.

“Hay una gran relación entre los toros y los partidos de futbol. Por ejemplo, cuando el toro sale al ruedo es cuando tú estás analizando al oponente. En el futbol lo haces para preparar tu semana de trabajo y para elegir a tu equipo; en los toros sirve para elegir quién es el cara, quién es el primer ayuda, los segundos, los que van a la cola y los terceros, porque depende de las características del oponente y del animal; después tienes posiciones específicas, de cara a los terceros, es como si fuera un sistema táctico; cada uno de ellos tiene tareas especificas, como se hace en un cuadro. Por último, para parar al toro, que es lo mismo que ganar un partido, lo tienes que hacer en grupo”, compara el portugués.

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