/ martes 30 de enero de 2024

Juan Villoro se inspira en Lou Reed para escribir “La Guerra Fría”

A partir del disco Berlín de Lou Reed, el escritor y dramaturgo Juan Villoro, habla sobre las relaciones de pareja  combinando la vida pública con la historia íntima en la obra de teatro “La Guerra Fría”

El rock ha puesto ritmo a la obra de Juan Villoro. “Ha sido muy importante para mí, cuando yo tenía unos 10 o 12 años descubrí la música rock donde yo vivía, en la Colonia Del Valle, y para mí cambió el sentido de la vida, porque en aquel momento el rock incluía a los jóvenes de una manera radical que proponía un cambio de comportamiento decisivo”, comentó el escritor y dramaturgo en entrevista con El Sol de México.

“Los jóvenes hasta los años 60 habían sido una categoría biológica y a partir de allí se convirtieron en una categoría cultural. La contracultura permitió que hubiera formas específicamente juveniles de vestirse, intoxicarse, hablar y amar. Esta transformación me deslumbró, me encantó la música en sí misma, pero también me fascinó el cambio de comportamiento”, dijo.

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La música ha sido desde su juventud un fiel aliado para formar su literatura. Inspirado en “Berlín”, disco que Lou Reed lanzó en 1973, Villoro escribió la obra “La Guerra Fría”, que llega al Teatro Estefanía Chavéz Barragán de la Facultad de Arquitectura de la UNAM.

“Cuando murió Lou Reed a mí se me ocurrió recuperar el tema, la Guerrea Fría, Berlín, donde yo viví. De allí retomé el caso de dos artistas mexicanos que están viviendo sin pagar renta, algo muy habitual en aquella época, y entonces reproducir un poco el esquema de la relación intensa, desgarradora, de una pareja pero tratando de encontrarle otro desenlace”, comentó Juan Villoro.

De esta manera, la puesta en escena dirigida por Mariana Giménez, narra la historia de una pareja, “El Gato” y “Carolina”, un rockero en decadencia y una actriz desempleada cuya profesión se ve limitada por el contexto en el que vive. Él va rumbo a Berlín contagiado por el nicho creativo que representa la capital alemana, mientras ella lo sigue por amor. Ambos viven en su bunker-okupa, donde el LSD y el ritmo de “Sad song” están presentes.

Villoro, quien escribió el texto inspirándose en su estadía en la ciudad europea en 1981 y 1984, explica cómo se define la metáfora de esta relación y un muro que divide a una ciudad, que por su tensión en ese lapso histórico fue muy “estimulante para el arte”.

“Una de las paradojas de la búsqueda existencial es que a veces tienes que ir muy lejos para encontrarte a ti mismo, como si tu verdadera esencia estuviera en otro lado, entonces ellos van a esta ciudad. Es el momento de la Guerra Fría entre las dos potencias que dominan el mundo, pero la verdadera Guerra Fría es la que se establece entre la pareja en las tensiones de dos personas que se quieren y por eso amenazan en destruirse”, explicó el autor.

“Quise combinar la vida pública con la historia íntima, de qué manera lo que puede pasar en el mundo, en este caso una conflagración nuclear, ese mundo amenazante, se parece bastante a la historia íntima de una pareja, dos personas distintas que se pueden complementar pero también aniquilar. Es un tema eterno, ¿por qué te puede destruir algo que te gusta tanto?”, añadió.

Montaje con sentido

En el montaje, que tiene como elenco a Mariana Gajá, Bernardo Gamboa y Jacobo Lieberman, la producción integra en la escenografía a la pieza “Autoconstrucción”, realizada en un taller de alumnos de la Facultad de Arquitectura, la licenciatura en Escenografía de la ENAT y la Facultad de Arte y Diseño, todos coordinados por el artista Abraham Cruzvillegas. Para que la pieza pudiera ser creada, se rescataron materiales de las calles de la Ciudad de México.

“Es un artista (Cruzvillegas) que ha trabajado mucho con desperdicio. Como los personajes son okupas, ellos han reunido muebles sacados de la basura, trozos de plástico, o desechos de alguna maquinaria. Así vivía mucha gente en Berlín Occidental en los 80, entonces nos pareció muy apropiado que un artista que ha resignificado los desperdicios se hiciera cargo de esta escenografía”, mencionó Juan Villoro.

“Que alumnos de Artes y de la Facultad de Arquitectura se hayan involucrado nos parecía que era una dinámica importante, nos parecía importante sobre todo tomando en cuenta que la obra se presenta en una Facultad donde la gente se está formando. Eso creo que le da un significado especial a este montaje”, agregó.

Se mantiene trabajando

Mientras “La Guerra Fría” se estará presentando del 25 de enero al sábado 24 de febrero, de jueves a sábado a las 19:00 horas en el Teatro Estefanía Chávez Barragán, Juan Villoro trabaja en una obra de teatro cuyo tema es similar.

“Es una obra que va a montar la Compañía Nacional de Teatro, se va a presentar en marzo del año que entra. Es una obra que tiene que ver con temas parecidos, porque está inspirada en el momento en el que Timothy Leary se refugió en México”, comentó.

Leary fue un escritor y psicólogo, pionero en la investigación de sustancias psicodélicas, que visitó el país a finales de los años 50, para investigar sobre el uso de los hongos en las comunidades indígenas.

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“México se convirtió en la sede mundial de la expansión de la conciencia, el espacio al que la gente venía de todos lados a tratar de abrir las puertas de la percepción. Ese fue un momento muy especial de nuestro país y la obra aborda esa situación”, finalizó.


El rock ha puesto ritmo a la obra de Juan Villoro. “Ha sido muy importante para mí, cuando yo tenía unos 10 o 12 años descubrí la música rock donde yo vivía, en la Colonia Del Valle, y para mí cambió el sentido de la vida, porque en aquel momento el rock incluía a los jóvenes de una manera radical que proponía un cambio de comportamiento decisivo”, comentó el escritor y dramaturgo en entrevista con El Sol de México.

“Los jóvenes hasta los años 60 habían sido una categoría biológica y a partir de allí se convirtieron en una categoría cultural. La contracultura permitió que hubiera formas específicamente juveniles de vestirse, intoxicarse, hablar y amar. Esta transformación me deslumbró, me encantó la música en sí misma, pero también me fascinó el cambio de comportamiento”, dijo.

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La música ha sido desde su juventud un fiel aliado para formar su literatura. Inspirado en “Berlín”, disco que Lou Reed lanzó en 1973, Villoro escribió la obra “La Guerra Fría”, que llega al Teatro Estefanía Chavéz Barragán de la Facultad de Arquitectura de la UNAM.

“Cuando murió Lou Reed a mí se me ocurrió recuperar el tema, la Guerrea Fría, Berlín, donde yo viví. De allí retomé el caso de dos artistas mexicanos que están viviendo sin pagar renta, algo muy habitual en aquella época, y entonces reproducir un poco el esquema de la relación intensa, desgarradora, de una pareja pero tratando de encontrarle otro desenlace”, comentó Juan Villoro.

De esta manera, la puesta en escena dirigida por Mariana Giménez, narra la historia de una pareja, “El Gato” y “Carolina”, un rockero en decadencia y una actriz desempleada cuya profesión se ve limitada por el contexto en el que vive. Él va rumbo a Berlín contagiado por el nicho creativo que representa la capital alemana, mientras ella lo sigue por amor. Ambos viven en su bunker-okupa, donde el LSD y el ritmo de “Sad song” están presentes.

Villoro, quien escribió el texto inspirándose en su estadía en la ciudad europea en 1981 y 1984, explica cómo se define la metáfora de esta relación y un muro que divide a una ciudad, que por su tensión en ese lapso histórico fue muy “estimulante para el arte”.

“Una de las paradojas de la búsqueda existencial es que a veces tienes que ir muy lejos para encontrarte a ti mismo, como si tu verdadera esencia estuviera en otro lado, entonces ellos van a esta ciudad. Es el momento de la Guerra Fría entre las dos potencias que dominan el mundo, pero la verdadera Guerra Fría es la que se establece entre la pareja en las tensiones de dos personas que se quieren y por eso amenazan en destruirse”, explicó el autor.

“Quise combinar la vida pública con la historia íntima, de qué manera lo que puede pasar en el mundo, en este caso una conflagración nuclear, ese mundo amenazante, se parece bastante a la historia íntima de una pareja, dos personas distintas que se pueden complementar pero también aniquilar. Es un tema eterno, ¿por qué te puede destruir algo que te gusta tanto?”, añadió.

Montaje con sentido

En el montaje, que tiene como elenco a Mariana Gajá, Bernardo Gamboa y Jacobo Lieberman, la producción integra en la escenografía a la pieza “Autoconstrucción”, realizada en un taller de alumnos de la Facultad de Arquitectura, la licenciatura en Escenografía de la ENAT y la Facultad de Arte y Diseño, todos coordinados por el artista Abraham Cruzvillegas. Para que la pieza pudiera ser creada, se rescataron materiales de las calles de la Ciudad de México.

“Es un artista (Cruzvillegas) que ha trabajado mucho con desperdicio. Como los personajes son okupas, ellos han reunido muebles sacados de la basura, trozos de plástico, o desechos de alguna maquinaria. Así vivía mucha gente en Berlín Occidental en los 80, entonces nos pareció muy apropiado que un artista que ha resignificado los desperdicios se hiciera cargo de esta escenografía”, mencionó Juan Villoro.

“Que alumnos de Artes y de la Facultad de Arquitectura se hayan involucrado nos parecía que era una dinámica importante, nos parecía importante sobre todo tomando en cuenta que la obra se presenta en una Facultad donde la gente se está formando. Eso creo que le da un significado especial a este montaje”, agregó.

Se mantiene trabajando

Mientras “La Guerra Fría” se estará presentando del 25 de enero al sábado 24 de febrero, de jueves a sábado a las 19:00 horas en el Teatro Estefanía Chávez Barragán, Juan Villoro trabaja en una obra de teatro cuyo tema es similar.

“Es una obra que va a montar la Compañía Nacional de Teatro, se va a presentar en marzo del año que entra. Es una obra que tiene que ver con temas parecidos, porque está inspirada en el momento en el que Timothy Leary se refugió en México”, comentó.

Leary fue un escritor y psicólogo, pionero en la investigación de sustancias psicodélicas, que visitó el país a finales de los años 50, para investigar sobre el uso de los hongos en las comunidades indígenas.

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“México se convirtió en la sede mundial de la expansión de la conciencia, el espacio al que la gente venía de todos lados a tratar de abrir las puertas de la percepción. Ese fue un momento muy especial de nuestro país y la obra aborda esa situación”, finalizó.


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